jueves, 20 de junio de 2019

Capitán América: El soldado de Invierno (Ed Brubaker, Steve Epting)



A pesar de que me gustan bastante, no suelo detenerme a reseñar cómics, y menos los de súper-héroes, pues casi siempre no son más que entretenimientos divertidos. Me lo paso muy bien con ellos, pero tampoco acostumbran a tener sustancia suficiente como para merecer una entrada aquí. De vez en cuando aparece alguno por mis ojos que merece un poco más de atención, ya sea por su enjundia o por lo bien que me lo ha hecho pasar.

Y éste es uno de esos casos, a pesar de estar protagonizado por el héroe de Marvel que siempre me ha caído peor. Cuando era un adolescente sobrehormonado enfadado con el mundo que apenas hacía otra cosa que escuchar doom metal, no me acerqué apenas a sus historias. De hecho le tenía bastante manía incluso, pues siempre me había parecido un estirado patriótico, un poco como la versión Marvel de “la verdad, la justicia y el sueño americano”. Una vez crecido, me sorprendí al encontrarme que el Capitán América no es el bufón patriótico que yo tenía en mi imagen mental.

El estupendo trabajo de Chris Evans a la hora de dar vida al capi en el MCU ha hecho mucho trabajo para acercarme al personaje, especialmente tras la estupenda película de El Soldado de Invierno, casi una película de James Bond con los Vengadores por medio. Conociendo la reputación del cómic en que se basaba, decidí vencer mis prejuicios y acercarme por fin al tocho (14 números de grapa) que contenía la historia de Ed Brubaker y Steve Epting.


La primera diferencia es que el Capitán América no lucha contra una SHIELD infestada por HYDRA, sino contra un general de la Rusia post-soviética cuyas tropas han estado usando al Soldado de Invierno desde hace décadas en sus conspiraciones de la Guerra Fría. Cráneo Rojo está por ahí implicado y todo el mundo está luchando por conseguir el Cubo Cósmico (al principio creía que era un simple trasunto del Teseracto de las películas de los Vengadores, pero en vez de otorgar poderes casi divinos, el Cubo Cósmico concede deseos a voluntad de su poseedor. Si. Tal como suena. Deseos. Un poquito, esto, cosas menores). Así pues, se forma un pifostio con todo el mundo implicado y el Capi de epicentro, un soldado muy maloso que le despierta recuerdos del pasado y la garantía de la dominación mundial para el ganador de la partida.

Durante sus más de 300 páginas seguiremos un estupendo thriller de espías de la Guerra Fría con acción de primera y la sensación palpable de que se está preparando algo muy gordo. El desarrollo es agreste para el lector de cómics habitual, pues la trama es inusitadamente densa, apenas hay chistes que aligeren la ominosidad de los hechos y la confusión campa a sus anchas (especialmente si vienes de la película). Como lector curtido, no tienes ni idea de qué demonios ocurre, pero no quieres hacer otra cosa que seguir leyendo. Además, la construcción del Capi es impresionante, pues a su manera es uno de los súpers más creíble que he leído en una propuesta de este tipo. Evidentemente, puede hacérsete cuesta arriba si no buscas otra cosa que acción facilona, pero cualquiera que pase el umbral de dedicación necesario verá su esfuerzo plenamente recompensado. Había leído por ahí que la era de Brubaker era la mejor etapa del Capitán América y leyendo este libro puedo empezar a entender el porqué.

También es obligatorio destacar el inmenso trabajo de Epting con los lápices, pues crea un cómic que destaca por su pulcritud y su enjundia. Está el Capi y otros súpers, pero transmite una sensación de seriedad que impone, transmite la inquietud necesaria y representa muy bien todos los desafíos psicológicos que debe sobrepasar su protagonista. En conjunto, todo invita a disfrutar la lectura de todo el arco argumental, tanto para zambullirse en el intrincado argumento como para paladear la calidad del dibujo en todas y cada una de sus viñetas. En ese sentido, es impresionante.

Dentro de la iconografía del personaje, este libro es también uno de los fulcros de su desarrollo, pues consigue retrotraer brillantemente a todos los ayudantes que ha tenido el Capi a lo largo de los años. En la primera época del Capi, allí por los años 40, Bucky no era más que el ayudante juvenil y chistoso de las historias primigenias, tal como fue el Robin del Batman de Adam West, un mero vehículo para chascarrillos muy blanco y bienintencionado. Brubaker añade un giro desasosegante esta historia al mostrarte su rol real dentro de  la IIGM, relacionarlo con su trágica desaparición de los cómics y la triste historia del destino de Jack Monroe, el hombre que fue el segundo Bucky. Esta suerte de revelaciones venía a llenar huecos dentro del trasfondo y estoy seguro de que tuvo que causar una buena polémica en la comunidad comiquera de su tiempo, tanto por la identidad del Soldado de Invierno como por la presentación del lado siniestro de un personaje tan blanco y adorado.

Se trata de un comic muy disfrutable para todos los que gusten de las historias en viñetas. Incluso aquellos ajenos al personaje, que apenas tengan tres referencias por las películas o la simple cultura general podrán encontrar aquí un estupendo ejercicio de virtuosismo tremendamente entretenido que combina una buena historia, acción bien llevada y una gozada de trabajo artístico. De los imprescindibles. Y mira que no me había acercado antes…

Nota: 9
Nota goodreads: 4.39/5

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