domingo, 26 de junio de 2016

Capitán América: Civil War



ahora sí, hablamos de la película que más ha hecho disfrutar a los frikis este año. Es inevitable compararla con su propuesta análoga de DC, tanto por su papel dentro de la franquicia como por su ambición en busca de un resultado. Sin embargo, las aproximaciones que cada compañía ha tomado con el proyecto no podían ser más diferentes.



Marvel, quizás consciente de su posición de ventaja, sólo busca conseguir que te lo pases bien. Ha encontrado la fórmula para atraer a la gente en masa a las salas y se limita a aplicarla con mimo en cada uno de sus proyectos; incluye pequeñas variaciones en cada entrega para no cansar, pero sin más ínfulas de divertirte para que vayas a ver sus películas. DC, quizás consciente de que debe recuperar terreno, está intentando que cada una de sus películas se convierta en la película de superhéroes más trascendente que has visto. El hombre de acero, El amanecer de la justicia y lo que parece la aún no estrenada Suicide Squad  son buenos ejemplos de ello.

Como ya comenté en un post anterior, Batman v. Superman nos prometía una confrontación de superhéroes como nunca se había visto (toda una osadía, conociendo la existencia de Los Vengadores y X-Men que ya nos mostraron la cotidianeidad de las reuniones de súpers). Por si fuera poco, también contenía un continuo de errores y malas decisiones que dejaba poca cosa aprovechable más allá de los efectos especiales.


Pero bueno, centrémonos en Capitán América: Civil War. Básicamente es una reunión de súpers con una historia coherente (dentro de su universo) y ninguno de los errores que sí tiene la película de Snyder. Es la película más redonda que ha hecho la Marvel. Y punto. Todo el que pudiera querer verla (y aún no la ha visto) no necesita ningún motivo más para verla. Y, evidentemente, todo el que no esté interesado en humanos en mallas dando botecitos, ya sabe que no debe verla.

Ahora, si habéis llegado hasta aquí es que querréis algo más de chicha en la reseña. Bueno, vamos a ello. Lo primero a remarcar es que se trata de una película del Capitán América. Es cierto que salen casi todos los Vengadores y unos cuantos extras, pero, tal como se ha hecho tantas veces en la versión de papel, el protagonista es el Capi. El Universo Marvel sigue evolucionando, ha acabado la fase dos: Ultrón ha sido destruido, la existencia de Ant-man ha sido revelada a algunos Vengadores… Pero la trama continua la aquella iniciada en la inesperadamente sólida “El soldado de invierno”, que se entremezcla con algunos aspectos de la saga Civil War para dar pistoletazo de salida a la Fase 3 del Universo Marvel.

Si bien algunos fans se indignaron (y con razón) porque el parecido con la Civil War original era cuestionable y la adaptación no se parecía mucho (o casi nada) al cómic original más allá del concepto inicial; ello no es óbice para un desarrollo espectacular que utiliza ambas tramas con acierto. Por un lado, Iron Man y el Capitán (los dos líderes del grupo) mantienen posiciones enfrentadas sobre si los Vengadores deben mantenerse independientes haciendo lo que creen correcto o sí deben someterse a la obediencia del Gobierno. Los nervios están a flor de piel y la implicación del Soldado de Invierno no contribuirá a calmar las cosas, especialmente cuando el Capitán tome partido por su homólogo soviético, al que cree inocente de los crímenes de los que se le acusan.


Puede parecer que, como BvS, no sea más que una excusa para que los héroes se enfrenten y empiecen las toñas, mientras en la película de Snyder, la pelea no tenía mucho sentido, aquí se las arreglan para mantener el interés del espectador mientras avanza la trama, cuya confrontación se produce cumpliendo las reglas de la lógica que ellos mismos han desarrollado. ¡Esta pelea entre amigos íntimos (las que más duelen) es hasta creíble! El malvado de la película pasa a ser el mejor actor y el tío más molón de toda la franquicia, Iron Man (Downey Jr.) , y sin que por ello salte ningún resorte de la coherencia. Después, cada personaje (conocemos a la mayoría) es presentado y nos enteramos de los motivos que les llevan a tomar un bando u otro sin que por ello el ritmo se resienta, ¡incluso Ant-Man tiene una mejor entrada en escena que Wonderwoman! Ya ni hablamos de la introducción de Spiderman, que deja al personaje en el punto perfecto para su película independiente sin necesidad de ver la muerte de Ben ni la picadura de la araña. Parece mentira como después de 5 películas sobre el personaje, Marvel haya hecho la mejor adaptación con apenas 30 minutos en pantalla.

Incluso en las escenas de acción, las coreografías que tenemos son de bandera. Mucho más redondas y espectaculares que las que vimos hace nada en La era de Ultrón. Los veinte minutos del aeropuerto son fuegos artificiales de la mejor calidad, con los poderes de cada uno aprovechados al máximo, una escena de gloria para todos y una sensación de naturalidad que sorprende en una propuesta de este tipo. El dinamismo del cómic animado con al mejor gusto de los frikis. Un placer.


Evidentemnete, no es una obra maestra del cine ni busca conseguir otra cosa que te lo pases en grande y esperes la siguiente película Marvel con ansias. Pero es de las cosas más divertidas y viciantes que te puedes echar en cara para pasar 150 minutos la mar de refrescantes. El guión es sólido, la trama seria (ejem), sin renunciar a un sentido del humor muy fresco (alejado del “yo la tengo más grande” de Ultrón o Vengadores) que tan bien le sientan a estas películas, entreteniendo sin necesidad de dar lecciones de filosofía ni darle a la obra una trascendencia impostada.

Lo dicho, la mejor de Marvel.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.1

Publicado previamente en Cinéfagos AQUI

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