Llego ya al libro 7 de la cesta’13 (aunque con saltitos
aquí y allá). Empiezo este monstruo con las burlas de Lauriqui sobre mis dosis
de masoquismo y mis ganas de aburrirme. No es la mejor manera de empezar, no
señor.
Título: Vida y destino
Autor: Vassily Grossman
Título original: Vie et destin (el “original” es una
traducción en francés. El manuscrito ruso se ha perdido)
“Por su
capacidad de abarcamiento y nitidez estilística, Vida y destino es
comparable a Guerra y Paz; por su
humanidad y poder emotivo recuerda a El Doctor Jivago; en lo que tiene de retrato de la realidad del Estado soviético en su
dimensión totalitaria iguala a las novelas de Soljenistsin. Tomando como eje la
batalla de Stalingrado, Vida y destino
relata a la vez el terror stalinista, los horrores de la guerra y la vida
cotidiana en la torturada retaguardia. El tema central del libro es la libertad
individual del hombre frente a la coerción de los sistemas, y el triunfo de
Stalin como consolidación y prolongación convergente de los métodos fascistas
de antisemitismo y terror estatal. En la gran tradición de la novela rusa, los
problemas esenciales de la existencia humana ocupan el núcleo ideológico
central de un vastísimo fresco, conmovedor y aterrador a la vez, de personajes
y situaciones en un contexto apocalíptico de conflicto y destrucción. Nos
hallamos ante una obra capital de la narrativa del siglo veinte.”
El propio resumen la manda en la órbita de los grandes de
la literatura rusa (palabras mayores), con referencias como Guerra y Paz o El doctor Jivago, en cuanto a dificultad, densidad y ambición. La
literatura rusa dura es todo un peligro, pero Vida y destino está a la altura de lo que se promete. Vaya libro.
Totalmente alejado de la lectura ligera o la dedicada al pasatiempo. Apreciar
este libro requiere toda tu atención para recordar todas las relaciones que se
mantienen en la extensa familia rusa de cuyo destino somos espectadores
impotentes. También requiere buenas dosis de entereza para no perecer desolados
ante la barbarie de la guerra y de la vida.
Más allá de su calidad literaria, que la tiene, y mucha,
con todo lo que ello implica. Este libro es importante por su trascendencia
histórica. Vassily Grossman fue un escritor de éxito dentro del telón soviético
en la década de los 50. Quizás al ser tan importante esperaba poder burlar la
censura, pero el intento de publicación de Vida
y destino acabó con su novela secuestrada y su persona exiliada a la gélida
Siberia, muriendo poco después. El
original de la obra –que ya se ha perdido- fue transferido en microfilms y
escamoteado hasta el territorio francés, donde pudo ser traducido y publicado,
con el consiguiente enfado del régimen de Kruschev. Toda una historia que
merecería una novela para ella sola.
Ya nos habremos hecho a la idea de que no estamos ante un best-seller, ni mucho
menos. Argumentalmente, Vida y destino funciona
como continuación de Por una causa justa, siguiendo las desventuras de todos los miembros de la
familia Chapovnikov, desperdigada entre San Petesburgo, Stalingrado y Moscú a
lo largo de la IIGM. Si el pueblo Ruso ya llevaba tiempo sufriendo días
convulsos, el ataque de los alemanes no ayuda precisamente al bienestar
popular. Para nosotros, que conocemos el devenir de la historia, se nos hace
desolador ver cómo, tras un mal trago, vuelven a hacer planes de futuro y
sueñan con un destino esperanzador cuando estamos pensando: “coñe, que todavía
te quedan 3 años de guerra… que planes de futuro ni que leches…”
Como he comentado antes, los Chapovnikov se hayan
dispersos por media URSS y ocupan un puñado de estratos sociales. Cada uno de
los pequeños núcleos familiares tiene su trama, que se desarrollan sin apenas
mezclas, siguiendo un desarrollo cronológico muy disgregado con el que Grossman
va pintando lienzos y lienzos sobre la vida. Individualmente, ha habido tramas
que me han aburrido bastante, mientras que me he identificado más con otras,
que he seguido con mucho más interés, aunque fuera para sufrir con las
desgracias que acaecían a unos y otros. Realmente, la historia o la guerra en
sí no le interesan. Es el ambiente que se respira, la asfixia por la falta de
libertad, la incapacidad de pensar o de existir y la sensación de que,
cualquier decisión, debe retrasarse hasta “el final de la guerra”.
Dentro de la inmensa batería de personajes, no
encontraremos ninguno de ellos especialmente gracioso o simpático, tampoco hay
ninguno que sea especialmente notable de carácter. Todos tienen fallos,
trapichean, politiquean y maquinan. En ellos, las consideraciones éticas pasan a ser secundarias, como suele sucedr con cualquier ser asustado y hambriento,
La trama a la que he cogido más gusto es la de Viktor Strum, un físico teórico judío al
que no le mueve otra cosa que la ciencia, lo que le ha permitido mantenerse al
margen de cualquier intriga política. Hasta ahora, los tiempos están cambiando
y las prioridades de la investigación se ven marcadas por los intereses de la
política. Por ello, los miembros del partido maquinaran para evaluar su
integridad política, lucha ante la cual el pobre Strum no está preparado ni
puede hacer nada contra la maquinaria política una vez se empieza a mover
contra él. ¿Cómo puede alguien que defiende el triunfo de la ciencia y el
avance de la humanidad existir en un estado criminal y genocida?
El Comisario Krimov
–cuñado del anterior- es un ferviente creyente del partido, encargado de ir
de escuadra en escuadra manteniendo alta la moral de los soldados. Cuando su
mujer pasa a ser el objetivo romántico
de uno de los cabecillas de la provincia, será falsamente acusado de traición.
A partir de aquí, ni su fe ni su pasado importan ya. Está marcado y sólo queda
la confesión y la ignominia. Ahí descubrirá que su furia ciega no sirve de nada
contra paranoia y los caprichos del servicio de Seguridad soviético, Sorprende
ver a como un ser tan repugnante y fanático va viendo como todo en lo que cree
se tambalea cuando pasa a ser víctima en vez de verdugo.
La matriarca Ludmilla
Chapovnikova se ha quedado en Ucrania, sobreviviendo como puede en tierras
en disputa. Los soldados de uno y otro bando no cesan de hostigarla mientras
ella hace lo posible por no llamar la atención de nadie y así no llevarse
ninguna bala inadecuada. Representa una mujer mayor, totalmente derrotada por
la vida que no ha sido feliz ni joven, ni en su matrimonio ni con sus hijos,
que la abandonaron tan pronto como pudieron. Aun así, no desea otra cosa que
encontrar algo a lo que dar amor, aunque no quede ya nada que valga la pena
salvar en su pueblo asolado.
También destacaría los hechos que acaecen en el edificio 4b de Stalingrado. Durante el
asedio, el edificio queda aislado y la cuarentena de soldados que han quedado
allí atrapados y se ven obligados a sobrevivir sin apoyo del resto del estado. Curiosamente,
en vez de perecer, florecen al verse libres del yugo del partido, con lo que,
durante las semanas que dura su asedio, construyen una mini-sociedad donde, a
pesar de todo, pueden ser más o menos “felices” mientras dedican su vida a
masacrar alemanes.
Estas son solo unas pocas de la treintena de historias
que se narran durante Vida y destino:
los soldados del frente, la no tan lujosa vida de la comandancia, el cuartel
general totalmente alienado de la realidad, los deportados en los gulags, la
vida lejos del frente, en Moscú, el
tranquilo frente asiático, la realización que la victoria en la guerra no
implica el fin del sufrimiento…
No es un libro fácil de abordar. Se hace incómodo
acostumbrarse a su inconexa narrativa, con los típicos personajes rusos que son
nombrados de 3-4 maneras diferentes y pocas facilidades para que el lector “se
entretenga”. Sin embargo, el esforzado lector que consiga hacer un camino a
través de la maleza de sus páginas podrá encontrar un texto que permite varias
relecturas e interpretaciones, además de un compendio de subtramas que
construyen un lienzo terrible y admirable de una sociedad aterrada. El estilo
de Grossman es sucintamente parco. Sus descripciones, aunque abundantes, abusan
de la concisión y la reiteración. Para muestra, su concienzudo relato de un
barracón repleto de soldados, de los que se nos cuenta el pasado de todos y
cada uno de ellos. O la manera en que evoca las humedades del Volga o el
apocalíptico de combate urbano en Stalingrado. Es una pieza de orfebrería.
Grossman te sube a un coche de reparto, te lleva a un campo de concentración o
un horno de pan y te permite oír la música que suena, las manos que se sujetan.
Sentir el frío y el hambre, todo bajo una nueva luz, que nunca hubiera esperado
ver.
Por otro lado, Vida
y destino busca más que ser un testimonio del horror de la guerra. El
principal propósito del libro se haya en denunciar y retratar como el estado se
ha convertido en un nido de arribistas paranoicos que no permite pensar,
obligando al individuo a aceptar y seguir con ahínco las directivas del
partido, sufriendo la fatalidad de las “aleatorias” decisiones del partido.
Desde los más separados de la sociedad, los dedicados a la ciencia, los
soldados y defensores contra el enemigo hasta los propios guardianes de la
moral, todos son susceptibles de sufrir una mala opinión de quién no debe o
simplemente, de no estar de acuerdo con alguna de las cosas que suceden en el país.
Lo que en nuestro mundo no sería un problema, allí les convierte en traidores a
la patria y en seres a eliminar de raíz, con las consecuencias que ello tiene
para sus vidas y las de sus allegados. El desengaño que se produce cuando la
universalidad del comunismo soviético prioriza a los rusos por encima de todos.
Para ello usa mil metáforas más o menos sutiles, siendo especialmente brillante
en la que, criticando vehementemente el régimen Nazi, asistimos sorprendidos
ante la cantidad de analogías que éste tiene con el Estalinismo que se ha
impuesto en la URSS, incidiendo en cómo los antaño referentes del comunismo y
del alma rusa (Lenin, Tolstoi) han pasado a ser traidores más deleznables que
los capitalistas.
Quizás lo que las autoridades soviéticas vieron más
peligroso en este libro no es que fuera un panfleto antisoviético. No se
percibe como una publicidad o un escrito realizado con el objetivo de difamar,
no. Ello habría sido fácil de debatir y vilipendiar. Vida y destino se percibe con una historia brutalmente realista,
describe con tristeza el día a día de un pueblo que se ha acostumbrado a sufrir
lo indecible. Es el desengaño de una personalidad que se ha venido abajo, la
tragedia de un intelectual que se da cuenta de que la patria que adoraba –que sigue
adorando- se ha convertido en el azote de la humanidad, en el que la
posibilidad de tener libertad, de poder elegir ha desaparecido. Grossman se ha
convertido en un huérfano desconsolado que transmite su dolor en este compendio
de historias que, a buen seguro, cualquier compatriota reconocería como
tristemente ciertas. Por ello, el
Politikon no se conformó con el exilio o la cárcel para Grossman, que recibió
un castigo mucho más grande de lo que uno pudiera esperar en un simple escritor
de novela.
Es un libro que tiene más importancia por lo que
representa que por las letras que contiene sus páginas. Requiere una gran inversión
en tiempo y dedicación (adentrarse en más de 900 páginas de maraña y tristeza
no es agradable, y no todos los lectores están dispuestos a pasar por ello),
pero el resultado es impresionante. Además, Grossman se las arregla para obrar
el milagro e infundir un rayo de esperanza en cada desgracia de manera
trascendente, evitando que el libro se convierta en una sucesión de tragedias
que te dejan tirado hecho un trapo.
Aun así, no es un libro que se pueda recomendar. ¿Me ha
gustado? No estoy muy seguro, pues no es un libro que haya disfrutado. El tedio
me sacudió en algunas historias, mientras que otras me llegaron mucho más
adentro de lo que hubiera podido esperar. Sin embargo, se puede percibir que se
trata de una obra maestra en su concepción y su desarrollo, eso no lo dudo. Hay
mucho talento y un canto a la libertad individual de lo más desgarrador. Podríamos
decir que es una novela para el lector avisado que quiera descubrir mucho sobre
sí mismo y sobre su pasado.
Nota: 8
Nota goodreads: 4.43/5
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