Cada vez me asombro más ante el vasto legado que nos ha
dejado el recientemente desaparecido David Bowie. Este hombre era un culo
inquieto que pasó por mil sitios y metió la patita en una cantidad de proyectos
simplemente abrumadora. Ejemplo de ello es esta extraña propuesta japonesa que
cuenta con la estrella británica de protagonista, visionada a propuesta de
fabiReader para el DPM del mes.
Estamos
en un campamento de prisioneros japonés de la IIGM. Los ascetas y fervorosos
soldados japoneses conviven y custodian a los más floridos de entre todos los
prisioneros británicos. El choque cultural que provoca ser originarios de sociedades
con códigos de valor tan radicalmente distintas impide cualquier entendimiento.
En cambio, coronel Lawrence, oficial de enlace entre unos y otros, se haya en
tierra de nadie, repudiado y necesitado por ambos. El Status Quo en que se
mueve el campamento se ve tambalear con la llegada del Mayor Celliers (Bowie),
un líder nato que romperá todos los esquemas de funcionamiento, especialmente
en relación al comandante japonés Yonoi, un tradicionalista en el que podemos
observar la otra cara de una misma moneda, a pesar de las diferencias
culturales.
Bowie realiza una actuación a base de
puro carisma. Se basta con poner cara de puto amo para que nos lo creamos y
hacer avanzar la película, a pesar de que su actuación sea de lo más granítica.
No es que en Dentro del Laberinto o
El ansia haya
necesitado actuar con más entereza, pero nunca había visto el efecto tan
exageradamente como aquí. Del resto de personajes, sólo destacaría un jovencísimo
Takeshi Kitano, irreconocible en un pequeño papel de sargento cabrón que en
fondo –cuando no debe ser un soldado- es un pedazo de pan.
Reconozco que me gustaría saber la cadena de acontecimientos que dieron lugar a la participación de Bowie en una película tan descaradamente japonesa. No es que los medios vengan de un lugar y se realice una co-producción entre dos países, la película es claramente japonesa. El enfoque sobre las angustias morales de los protagonistas, el uso de encuadres poco habituales para lso estándares anglosajones, el ritmo pausado y contemplativo… son características muy reconocibles del cine nipón, que vemos destacar en esta obra, que fácilmente se hace espesa para aquellos no habituados a estas particularidades.
Más allá de sus tics, la realización es impecable, con una
fotografía muy pulida y una banda sonora bien escogida. Se hace evidente, nada
más profundizar un poco en ella, que el director sabe lo que hace en cada
escena. Sin embargo, ¿qué quiere conseguir con la propia película? Al acabar la
misma me he quedado sin saber bien qué es lo que deseaba contarme. ¿La
diferente relación en el tratamiento de vencedores y vencidos? ¿Una relación
homoerótica mal entendida? ¿El choque cultural y las distintas reacciones ante
la culpabilidad que ello genera? ¿El reconocimiento de un igual más allá de las
barreras sociales? ¿Cómo nos iguala una guerra que no respeta orígenes y
pasados? Si alguien puede aclarármelo,
estaré encantado de escucharle :)
Asimismo, debo destacar la poética
escena de las celdas. Con todo el horterismo y ridiculo que sólo son capaces de
aportar los creadores nipones, se saca de la manga una escena que resume en un
plumazo toda la descriptiva sobre el pasado de los dos prisioneros. Si eres
capaz de aguantarte las risas al ver a Bowie afeitándose con aire, puedes
comprender mucho más que atormenta a un soldado tan eternamente insatisfecho y
duro consigo mismo como su Mayor Celliers.
En resumen, sin ser una película que
me haya entusiasmado, me ha resultado interesante. Se hace diferente y denota
buen hacer, a pesar de que no estoy muy seguro de qué es lo que he acabado de
ver. Descoloca justo por ello, haciéndose demasiado espesa y espantando
fácilmente a un espectador desprevenido. Por otro lado, su lirismo puede
encandilar a las almas proclives a ello. Aunque la mía no parece querer
colaborar con ello…
Nota: 4
Nota filmaffinity: 6.8
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