lunes, 25 de noviembre de 2019

Harry Potter y la Cámara secreta


Cuando hice la reseña de Harry Potter y la piedra filosofal dije que iba a hacer un repaso rápido por toda la saga para sí tener todas reseñadas. Imaginad la disciplina que he seguido para que a estas alturas sea cuando reseño la segunda parte. Ya ni te cuento cuando veré la siguiente y nos iremos de Azkaban…

Así pues, tenemos por fin (ejem ejem) el segundo curso del niño que sobrevivió en Hogwarts. Aquí las cosas malas vienen porque hay una cámara secreta que alberga horrores en algún rincón del castillo y empiezan a pasar cosas malas, lo que obligará a Harry y sus amigos a investigar qué ocurre.

En una propuesta muy continuista con lo que fue La piedra filosofal. No en vano repite casi todo el equipo, con Chris Columbus a la cabeza. Lo más destacable de la obra anterior fue su derroche de imaginación, y este aspecto sigue siendo lo mejor de La cámara secreta. Este experto en hacer películas con niños (para niños) sabe dar vida a universos fantásticos, los hace palpables y, a su manera, verosímiles, mezclando hábilmente el ordenador con las maquetas y el diseño de escenarios.

La película luce estupendamente, con un músculo técnico bien usado y una imaginería algo más siniestra muy bien encontrada. Construcciones como la casa de los Weasley, el lavabo de Myrtle o la propia Cámara Secreta son ejemplos de buen hacer que quedan estupendamente en la pantalla grande.

Asímismo, tenemos una banda sonora que sabe transportarnos a un mundo mágico. Williams hace bien su trabajo y complementa magníficamente lo que vemos en pantalla. Su fanfarria es bien reconocible, dejando impronta como debe hacerse.

La adaptación de la historia está más equilibrada que en su anterior entrega. Columbus parece saber qué es lo que funciona mejor en los libros y lo pasa a la pantalla grande con corrección. Se nota que el libro tiene una de las tramas más flojitas de toda la saga por lo que tampoco podemos esperar gran cosa, pero no se hace insultante en ningún momento y cumplirá con niños de todas las edades.


Los personajes principales se ven obligados a evolucionar, lo que exige más a los actores infantiles. En este caso, Rupert Green (Ron Weasley) no da la talla, convertido en una mera comparsa chillona. El guión tampoco le ofrece mucho más y estar asustado delante de una pantalla verde no es fácil, pero sobrepasa la vergüenza ajena de manera más que sobrada. Contrasta con la eficiencia de Emma Watson o de Bonnie Wright en un papel similar, que al menos dan el pego. En cuanto a los secundarios, se sigue gozando de la suerte de tener a lo más granado del cine británico en pantalla. El mayor hallazgo de la película es Kenneth Brannagh y su Gilderoy Lockhart. Mira un par de veces donde no toca, pero clava al personaje y se hace odiar cosa mala.

Una nota aparte se debe poner en el doblaje en castellano. No es un aspecto que suelo destacar, pero en este caso el trabajo es más que mejorable. Especialemnte en el caso de Ron, que se carga cada escena en que aparece. Su actuación en inglés tampoco es mucho mejor, pero en castellano duele oírle. No vería con malos ojos un redoblaje para corregirlo en un futuro.

Cuando fui al cine, salí bastante decepcionado de la película, pues la habían hecho mucho más infantil de lo que yo recordaba. También hay que reconocer que yo estaba a otras cosas durante esos días. Ahora con los años, después de refrescar ambas propuestas, me ha parecido una adaptación más aceptable. Tal como es el libro, flojita pero agradable.

Como cuento tétrico para niños, entretiene con ganas, mezcla bien las extravagantes aventuras con un poco de lógica para que no salgamos de la película y sabe cuándo debe acelerar y cuando explicar las cosas. Evidentemente, una película para los más pequeños quedará muy floja para un paladar mínimamente curtido, pero no se le pueden pedir cosas que la película no tiene ni quiere tener. Se trata de una correcta adaptación de la segunda novela más floja, con lo que las expectativas son las que tienen que ser. 


Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.4

viernes, 22 de noviembre de 2019

Hermana mía, mi amor (Joyce Carol Oates)


Libro leído como Nº27 de la Cesta’13. Una autora de cierto renombre a la que nunca me había acercado.

Título: Hermana mía, mi amor
Autor: Joyce Carol Oates
Título original: My sister, my love: The intimate story of Skyler Rampike
Traducción: José Luis López Muñoz

“Una madrugada, la adorable Miss Princesita de Hielo de Nueva Jersey aparece asesinada en el sótano de su casa de un barrio de clase alta de Fair Hills. Tenía seis años; su hermano Skyler, nueve, y apenas recuerda nada de aquella noche que lo cambió todo. Ahora, diez años más tarde, escribe el porqué de la infancia destrozada, la culpa, la ambición desmedida y el infierno de la prensa sensacionalista. Una historia que aclara las dudas y revela los oscuros secretos de su familia.”

WOW. Vaya sorpresa (y van unas cuantas). Yo me esperaba una novela negra o una propuesta similar, pero este libro (me resisto a llamarlo simplemente así) no tiene nada que ver.

Hermana mía, mi amor se sitúa a medio camino entre unas memorias y un relato de expiación. Tal como se dice en el título original (detalle que se pierde en la traducción), el libro nos relata la vida de Skyler Rampike. El medio para hacerlo es una especie de diario íntimo en el que el propio Skyler nos cuenta (¿Realmente nos lo cuenta a nosotros o a sí mismo?) todas las vicisitudes que le han conducido hasta el momento en que se escriben las palabras que estamos leyendo.

Así pues, asistimos al relato de toda una vida. Los primeros recuerdos de un niño debilucho que sus padres sueñan con convertir en un as de la gimnasia, la aparición de su hermana pequeña Bliss, el triunfo de ésta con los patines de hielo, el lanzamiento al estrellato y todo lo que vino después…. Sinceramente, yo no estaba esperando algo así, no podía estar preparado.



No estamos ante un libro fácil. Ni modo. Los hechos que se nos narran son desagradables, pero no es este el problema. Hermana mía, mi amor juega en la cancha de la alta literatura, presentando una narración confusa que deja claro desde el primer momento que nos hallamos ante un narrador poco fiable (al que deseamos creer, pero que sabemos que no debemos). Mientras “escribe” el libro que estamos leyendo, “Skyler” sobrevive a un tratamiento de rehabilitación tras una vida de cuelgues y traumas varios, con recaídas y resurgimientos que hacen patente su inestabilidad y se hacen patentes en la propia narración. Por ello, algunos fragmentos desaparecen, a veces se pierde en recovecos por alguna razón obsesiva que ni él es capaz de comprender. Además, escribe en base a sus recuerdos, influido por el estado de ánimo del momento, por lo que un mismo hecho cambia, a veces, de situación temporal, o de lugar, o se emburulla y confunde unas personas con otras y la narración se vuelve poco clara…A la que avanzas con el libro, se hace obvio que es un efecto buscado (y MUY logrado), pero hace difícil seguir los hechos con que nos enfrentamos, obligándote a estar atento a cualquier cambio de tono que te permita distinguir entre qué recuerda Skyler, qué cree Skyler que ocurrió o qué hubiera deseado Skyler que ocurriera. Un trabajo de pico y pala gratificante para quién disfrute de estos menesteres, pero que puede llegar a hacerse muy pesado.

Estas continuas reflexiones sobre su vida permiten a “Skyler” realizar un crudo y sincero retrato de su familia. Hacía tiempo que no veía un puñado de personajes tan bellamente (y tristemente) esculpidos. Skyler (Oates) traza sus aristas, y las mezcla con las expectativas de un niño que busca amor, mostrando sus contradicciones y sus defectos con un arte tal que casi se pueden palpar. En conjunto constituyen una tristemente disfuncional que, a ojos de los demás, cumple todos los tópicos de la felicidad y la prosperidad de EEUU. Nuevamente, el desempeño de Joyce Carol Oates es impresionante.

Buster ‘bix’ Ramike: El padre de familia es un auténtico macho alfa plus de la mejor escuela ejecutiva de EEUU. Se trata de un hombre ambicioso que se desloma en el trabajo para dar la mejor vida a su familia a la que no ve apenas y satisfacer su ego (no necesariamente en ese orden). Henchido en su arrogancia, es un ligón empedernido que no concibe ningún motivo para mantener sus pantalones puestos con todo aquello que pasa por delante de sus narices, para lamento silencioso de su mujer. Después de todo, si quiere protestar, ya sabe dónde está la puerta. Entusiasta de las apariencias, lo único que pide de sus familiares es que demuestren la felicidad que compra con su dinero, sin importarle en absoluto su veracidad. Un verdadero imbécil de lo más odiable que, curiosamente, es el más coherente con su manera de pensar.

Betsey Rampike: La madre de la familia es una mujer cuya belleza empieza a marchitarse, algo simplona e insegura, no soporta no ser el centro de atención del mundo que le rodea. Acostumbrada a triunfar gracias a su prestancia, se muestra incapaz de detacar en la pijísima Fair Hills, por lo que vive frustrada de gimnasio en gimnasio y de dieta en dieta, mientras se aterra al ver aparecer las primeras estrías que la cirugía no puede quitar. Aspirante a deportista de élite en su juventud, vuelca en sus hijos los sueños que ella no pudo cumplir, forzando su advenimiento en estrellas del espectáculo casi desde la cuna. Como buena madre tóxica, sólo sabe mantener relaciones de amor/odio, destruyendo y haciendo la vida imposible de las personas que le rodean. Desesperada por estar perdiendo el favor de un marido que anda a la caza de jovencitas, e incapaz de concebir la idea de un divorcio que convertiría su vida de apariencia en un fracaso, es el personaje más cruelmente retratado por Oates, desde la explotación de Jesús como justificación para cualquier decisión poco ética o la vil sexualización de su niña para maximizar su impacto sobre la pista de hielo.

Skyler Rampike: El narrador de la historia es un niño roto. A su manera, me recuerda a la protagonista de Una suerte pequeña. Entre sus defectos propios y los que la familia le mete encima, se convierte en un ser complejo, irritante, irritable y asustadizo. Con una tendencia a la autodestrucción, devaneos narrativos y mucho odio autoinflingido, tan pronto le coges cariño como le quieres lanzar por la ventana. Este compendio de traumas y drogodependencias varias nos recuerda lo que los niños de nueve años quieren ser (a pesar de su familia): simples buenos niños de nueve años de edad.

Y (suspiro) Bliss Rampike: Una niñita de seis años de lo más adorable. Disfruta siendo mimada y querida, pero no desea otra cosa que querer a su madre con toda su alma y hacer feliz a aquellos que le rodean. Desde un primer momento tememos el juguete roto en que se va a convertir… hasta que pasa lo que pasa.

La historia está llena de huecos que Skyler no sabe (o no quiere) rellenar, lo que obliga a que nosotros imaginemos qué falta en la narración que estamos leyendo. Estremece ver las desesperadas señales de la pequeña en busca de ayuda y el rechazo de su madre a la hora de reconocer que hay algo que no cuadra en lo que está pasando. De la misma manera, no puedo evitar sentir un escalofrío cuando Bliss desaparece y me doy cuenta de que, quizás, es una amarga bendición para la pobre pequeña.

Como una capa adiciona añadida dentro de la historia, Oates incluye una cruel sátira de la clase alta de los EEUU con un especial regocijo en todos los acrónimos de psiquiatría, de los que me apostaría que la mitad no existen. Compone así un retrato en que un puñado de psicópatas provenientes todos de familias desestructuradas, criados por un puñado de canguros que vienen y van, domados a base de pastillas, aceptan su lugar como depredadores sociales o son vilmente devorados por sus allegados. Este toque irónico te permite sacar alguna sonrisita que permiten avanzar con más agrado entre páginas y páginas de lo más agreste.

Oates compone un libro cruel, desagradable, que no debería ser en modo alguno disfrutable, pero tremendamente bien escrito, con una serie de acrobacias superadas con éxito que están al alcance de muy poca gente. Asimismo, no dudo en felicitar al traductor, pues no ha debido ser tarea fácil pasar al castellano una prosa tan punzante y una poesía tan desasosegante. Se sufre con este libro, pues se ve venir (o no) cada desgracia que debe acontecer, sin poder evitar ver cómo sus personajes la lían una y otra vez, como si quisieran ser felices sin saber cómo, provocando un reguero de vidas destrozadas a su paso. Encontramos incluso unos momentos de verdadero terror e incluso espacio para una trama romántica (aunque oscura y torturada).

Creo que el libro hace un gran trabajo diseccionando todos los fetichismos de la prensa del corazón y de las celebridades vacuas de nuestros días, especialmente centrándose en sus lados sombríos. Todo ello regado con una escritura vibrante, llena de imaginación y pasión. He disfrutado mucho (si es que uno puede decirlo así) con un libro fantásticamente diseñado y fabulosamente llevado acabo. Sin embargo, no hallo ningún motivo por el que podría recomendar este libro. Su historia es deprimente, de las que quitan la fe en la humanidad, todos sus persoanjes son repulsivos (pero qué bien están paridos, mi arma), su desarrollo es lento (siendo amables) y la narración confusa, por lo que las páginas pasan lentamente. No obstante, no he podido evitar sentirme cautivado por su historia y me he encontrado sumergido en él, bañándome en sus ponzoñosas aguas durante horas, abstraído de lo que me rodea, olvidando cenas y pasándome paradas. Hacía tiempo que ningún libro lo conseguía y eso tiene su mérito, ¿o no?

En cuanto al desenlace, me permitís un pequeño SPOILER. Me encanta la decisión de no permitir una redención del protagonista. O bueno, quizás sí. O es que simplemente, toca seguir viviendo. “No eres un niño, Skyler, ¿Qué esperas que te diga? FIN DEL SPOILER

Hermana mía, mi amor es un libro que puede no gustar, puedes odiarlo y fácilmente se hace aburrido, pero te lanza hacia tierras inquietantes con una gracia tal que no deja indiferente. Tamaña perversión insinuada acaba dejando incluso mareado, atacando muchas áreas de tu subconsciente que no sabías que podían verse afectadas, especialmente cuando intentas diseccionar todo lo que la autora ha dejado dentro del libro para tu sorpresa. Se trata de un libro árido de leer, pero que depara muchas satisfacciones a los que nos gusta disfrutar con un libro muy bien escrito y pensado. Una terrible maravilla.

Nota: 9
Nota goodrads: 3.49/5

Un último recordatorio: PUEDE QUE MI EXPERIENCIA AL LEER EL LIBRO SEA DIFERENTE A LA TUYA.


martes, 19 de noviembre de 2019

Krull


Recuerdo pasar un rato estupendísimo con esta película cuando tenía unos 15 años, en una de estas jornadas matinales veraniegas que las televisiones programaban para distraer a los más pequeños. Estabamos buscando una película ligera con la que reírnos y avergonzarnos un poco y esta película vino a mi mente.

El planeta Krull es un mundo de fantasía épica medieval que es atacado por extraterrestres. Por estas cosas que pasan, la princesa es raptada y el príncipe encantador deberá encontrar un arma mítica, vencer a monstruos tenebrosos y poner fin a la invasión para poder recuperar a su amada.

El planteamiento es un tópico andante, pero el desarrollo es de lo más delirante. Dejando de lado el sospechoso parecido de los invasores extraterrestres con los Storm Troopers, la coherencia brilla por su ausencia y los giros de trama sobrepasan cualquier tipo de medida en su osadía. Pocas películas son capaces de mantener tan bien el concepto de que cualquier cosa es posible, dejando ojiplático a un espectador que debe hacer esfuerzos para no salir volando de la película.

Krull tiene su origen en el torrente de películas sacadas al rebufo de Conan. La mayoría de estas imitaciones (XXX) eran de una calidad bastante cuestionable, pero de vez en cuando había alguna que estaba incluso bien, supliendo la falta de recursos por imaginación y buenas intenciones, dando lugar a películas de Serie B que disfrutar sin pretensiones.

Mi memoria situaba a esta película en el saco de los films tan malos que te tienes que reír con ello. Sin embargo, mis recuerdos me habían engañado, pues la película se sostiene mucho mejor de lo que recordaba.

La historia es un delirio, pero está poblada de personajes con sustancia (para los cánones del género) que la película se entretiene a presentar, dando personalidad con la que diferenciar a la docena de personajes con nombre que encontramos en el metraje. Además, sabe mantener muy bien el ritmo, con unos cambios de ambiente que la hacen muy variada, provocando tu interés, para que algunas bajas incluso duelan (nunca lo hubiera esperado).


Quizás es porque un hay un director serio detrás (Peter Yates), pero la película está equilibrada y entretiene. No sé qué hace este experto en cine negro metiéndose en estos follones, pero el dinero es dinero y hay quien es profesional hasta en los encargos más peregrinos.

Por ello, todo el elenco actoral se lo toma en serio, componiendo con acierto la variopinta banda de personajes a partir de la cancha que el guión les aporta. Entre ellos destacan unos por entonces desconocidísimos Robbie Coltrane y Liam Neeson en unos de sus primeros papeles (qué sorpresa al ver a Qui-gon Jin por ahí).

Los efectos especiales adolecen de una falta de presupuesto bastante sangrante, pero están diseñados con acierto, cumpliendo con la estética cutre pero “creíble” de la fantasía ochentera. Con aspectos muy bien resueltos estéticamente, como el castillo y sus rayos en VGA o la creación del nido de la araña, demuestra que hay alguien con criterio a los mandos. Ahora bien, cuando te das cuenta de que El retorno del Jedi es del mismo año, aprecias los efectos de tener un presupuesto ridículo.

Entre tanta cutrez (que puede echar un poco para atrás), sorprende encontrarse ante una banda sonora de las de quitarse el sombrero. Una de las mejores obras de un Horner (por entones, relativamente primerizo). Ensalza la épica tal como ocurría con las portadas de los videojuegos de los ochenta, alimentando la fascinación que. por momentos, te hace pensar que estás ante una obra de mucho más calado que lo que acabas viendo en pantalla. Un magnífico trabajo muy escuchable fuera del film, que contrasta con la pedestre puesta en escena.


El final es puramente lisérgico: El uso de la espada de siete puntas, la lucha contra la bestia infernal, la derrota del malo maloso, el amor como fuerza universal… Inolvidable ^^.

Concebida como película de explotation, es una película de aventuras futuristas con rayos láser, espada y brujería, amor verdadero, cíclopes y Robin Hoods. Es un conjunto muy (muy) ido de olla pero que, de alguna manera, se las arregla para funcionar. Con unos amiguetes y unas birras, seguro que te lo pasas bien, sino, seguro que no te deja indiferente.

Sale muy escaldada si la comparas con Willow, La princesa prometida o El retorno del Jedi, que son propuestas relacionadas de la misma época. Sin embargo, ¿cómo no querer a este engendro?

Nota: 5
Nota filmaffinity: 5.5

miércoles, 13 de noviembre de 2019

La muerte tenía un precio


Recordando las escenazas de El bueno, el feo y el malo, nos picaron las ganas de seguir viendo el buen cine de Leone, así que nos fuimos hacia atrás y nos pusimos La muerte tenía un precio. Ventajas de la trilogía del Dólar que permite verse sin respetar el orden en que fueron filmadas.

Esto se produce porque su trilogía no sigue una trama conjunta, simplemente comprende tres películas que comparten equipo fílmico, una serie de características (ver reseña anterior) y estar realizadas en un espacio de tiempo sorprendentemente corto. Tienen su importancia por revitalizar un género que se creía caduco y darle un tratamiento novedoso, rompedor con los moldes con que se había forjado el Western.

La muerte tenía un precio tiene un origen inusual. Por un puñado de dólares arrasó en las taquillas de manera inesperada, por lo que Leone tenía idea de relajarse a vivir de su éxito. Sin embargo, al ser un remake no confeso de Yojimbo, la productora japonesa denunció a Leone por plagio. Éste se encontró con que podría tener que devolver todo el dinero que había ganado. Como sabía que esto le arruinaría, juntó a todo el equipo con el que había trabajado y se puso a hacer una segunda película a contrarreloj, con el temor de que cualquier día llegara el veredicto judicial que pusiera fin a su carrera. Así pues, empezó a grabar sin guión ni mucha idea de qué contar, hablando entre todos sobre cómo iba a continuar la historia casi de un día para otro en una película que se rodó, debido a ello, en sentido cronológico. Finalmente, la resolución judicial se demoró tanto que permitió que La muerte tenía un precio volviera a llenar salas a lo bestia, con lo que Leone reunió dinero suficiente como para llegar a un acuerdo con la compañía japonesa.

En esta película, Clint Eastwood y Lee Van Cleef dan vida a dos cazadores de recompensas de variado calado ético que se ven obligados a aliarse para enfrentarse a una banda de forajidos.


Clint Eastwood casi repite papel, con su vaquero sin nombre que está por encima de cualquier catadura moral pero que, en el fondo, se obliga a hacer lo correcto. Lee Van Cleef, en este caso, rompe con su anterior personaje y encarna a lo que sería un honorable caballero andante trasvasado a la imaginería del western, siempre ayudando al desvalido. Entre ambos se guardan un aprecio prácticamente nulo, pero se observa (espléndidamente reflejado por Leone) un respeto profesional mutuo, pues ambos se saben los mejores del oficio y reconocen la calidad de un rival con el que deben cooperar para salir vivos.

Frente a este par de monstruos se hace difícil mantener el tipo. Sin embargo, tenemos a un Gian Maria Volonté en estado de gracia que se las arregla para encarnar a un malvado a la altura. Transmite la maldad necesaria para que comprendas que sólo la alianza de los héroes será capaz de acabar con él. Un hallazgo inesperado que complementa el magnífico trabajo de los anteriormente nombrados.

Es curioso como tamaña actuación sale de un guión sacado sobre la marcha, en que los propios protagonistas no sabían si tendrían que matarse en algún momento posterior de la película.



Se suele decir que las prisas no son buenas, pero a veces los astros se conjugan de manera que tienes a unos artistas de talento con la presión de darlo todo sin tiempo para repetir. De esos arrebatos de inspiración vive la banda sonora de la película, compuesta en apenas una semana, en la que Morricone se pone mítico y nos brinda uno de los sonidos más inconfundibles del western. Consciente ya del lenguaje que mueve (lo que será) el spaghetti-western, reduce los artificios al mínimo y se clava en la imaginería popular de medio mundo.

Las mísmas características / problemas que describí en El bueno, el feo y el malo son reconocibles (obviamente) aquí. Tenemos a personajes sucios, grasientos y decididamente violentos; cada evento de la película, convencional en concepto, se dilata en el tiempo y da lugar a escenas llenas de tensión y miradas al límite. Todo lo hemos visto mil veces, pero está tan bien presentado que nos encanta, desde el duelo entre los héroes que luego colaborarán, el original atraco al banco hasta el enfrentamiento final es…

Por mi parte, lo he disfrutado más incluso que El bueno, el feo y el malo, pues su estructura más convencional le permite ser más disfrutable y fácil de seguir.
En conclusión, un western que hay que ver sí o sí (como todo lo de Leone).

Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.1

sábado, 9 de noviembre de 2019

1997, Rescate en Nueva York


Un prisionero, Serpiente Plissken, debe rescatar al presiente, pues el avion en el que iba se ha estrellado en pleno Manhattan. El peligro acecha, pues la otrora próspera isla se ha convertido en una prisión gigante en la que se hacinan 3 millones de convictos, los cuales se enfrentan en una eterna guerra de bandas. El caos reina dentro de este escenario apocalíptico. Serpiente tiene sólo 24horas para traer al presidente consigo y así desactivar las mini-bombas que le han sido implantadas en el cuerpo.

1997, rescate en Nueva York se inicia con una voz en off que describe el declive del estado, con un crecimiento exponencial de la criminalidad. En menos de diez minutos, todos los elementos narrativos están en su sítio. Plissken, un magnífico anti-héroe, evoca las figuras legendarias del Western. Mejor, simboliza una especie de retornado, alejado de todo, un fantasma de otra época. Por ello, todos no paran de recordarle « Te creía muerto ». Carpenter juega con los clichés del cowboy solitario y cínico. Utiliza un género, el de la intriga, para darle una vuelta de tuerca y proveernos de un Western moderno. En él, errantes en una tierra de nadie desesperada y violenta, en la que toda traza de humanidad se ha perdido, el héroe no tiene ideales y no salvan más a la viuda y al huérfano. Sólo le interesa su propia pial.

Kurt Russell presta su físico atlético, su rostro impasible y su melena rebelde al mítico Serpiente Plissken, icono absoluto del cine de acción. Una elección llena de polémica en su momento, pues a finales de los setenta Russell había sido una de las primeras estrellas del « club Disney », ocupando gran cantidad de las carpetas de las adolescentes. Su elección sorprendió a propios y extraños,  pero obtiene su explicación en la amistad que unía al actor con el entonces primerizo director, además de la voluntad de alejarse de la imagen de chico bueno que arrastraba hasta entonces.


Treintaipico años después de su creación, ha sido saqueado y copiado hasta sus mínimos detalles por al menos dos generaciones de novatos hollywodienses, es buen momento para volver a esta película, una bomba nuclear nihilista y hortera, con una atmósfera clásica pero con decidido estilo. Carpenter también se ocupa de una banda sonora repleta de sintetizadores eléctricos y de un montaje que se aleja de los blockbusters habituales, para darnos una acción mucho más seca de lo que estamos acostumbrados.

Intentemos entender de dónde venía Carpenter. Hasta aquel momento nos había dado una estupenda película de acción que nadie había visto, una película de terror que había reventado todas las taquillas y un intento de clon que no había salido del todo mal. Por primera vez tenía un presupuesto “decente” (tampoco nos pasemos) y, sobretodo, libertad para hacer lo que quisiera.

Esta libertad se tradujo en una película muy diferente. A partir de un guión mínimo, forja un film lleno de acción seca y contundente, sin coreografías acrobáticas o efectos especiales molones, sólo contundencia y mala leche. A ello le une gusto por el esperpento, una estética muy hortera y ningún tipo de vergüenza. Se debate entre la acción seria y la autoparodia más descarada, tal como haría años después en la lisérgica Golpe en la pequeña china.

Pero bueno, centrémonos en Solid Snake Serpiente Plissken. Es el mejor héroe que se haya visto en pantalla con detalles de cómic, de western pulp, aventura futurista y patriotismo descerebrado. Este héroe de la tercera guerra mundial, legendario dentro de los bajos fondos (“creía que estabas muerto”), no se enrola por sentido del deber ni por defender el bien, sino por un simple chantaje. No obstante, está más que dispuesto a cumplir con su palabra, deteniéndose únicamente a ayudar a aquellos que le pueden ser útiles en su empresa. Ignora entonces a desvalidas víctimas, pasa de hacer aquellas acciones que esperaríamos de un héroe y se muestra tan (pero tan) por encima de la situación que se hace imposible no adroarle. Camiseta imperio, barba de tres días, un tatuaje serpentil que empieza en ale espalda y acaba en la…Kurt Russell da vida a este personaje imposible y consigue hacerlo inolvidable. Si esta película es recordada más de 30 años después es por Serpiente Plissken, influyendo en toda la recua de anti-héroes que aparecieron durante los siguientes decenios y sirviendo de inspiración para el personaje principal de la saga Metal Gear.

Hagamos también una pequeña mención aparte para Lee Van Cleef, el eterno malvado de las películas del oeste, que tiene un papel muy en su línea, reforzando la idea sobre el tipo de género que tenemos en realidad.


Recuerdo haber visto esta película cuando era pequeño, tiempos aquellos en que sólo flipaba sin tener ni idea de qué estaba viendo. Durante años me pregunté cuál era esa película del prota con parche en el ojo, pero bueno, eran otros tiempos. Mi mente hizo click al estrenarse su mejorable secuela, 2013, Rescate en L.A.., permitiéndome recuperar esta joyita en el videoclub.

Puedo imaginar que cualquier jovencito que vea hoy la película se reirá viendo el horterismo extremo que desprende, incapaz de apreciar la artesanía de las escenas de acción o la gracia de las frases lapidarias gratuitas que no dejan de soltarse los personajes. No obstante, estoy seguro de que cualquiera que la viera en su momento la recuerda con cierto cariño.

Por mi parte, debo decir que se trata de una película que funciona con lo que quiere ser. Presenta una historia tan improbable como molona, una dirección clásica a cargo de un director con buen gusto, acción cuidada y un evidente sentido del humor que mezcla la parodia, el esperpento y el homenaje cinéfilo con gracia. La serie B de los ochenta en estado puro.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.1

Y qué decir de las lámparas de araña del coche del Duque... Lo dicho, delirio ochentero de principio a fin!!