Cuando hice la
reseña de Harry
Potter y la piedra filosofal dije que iba a hacer un repaso rápido por
toda la saga para sí tener todas reseñadas. Imaginad la disciplina que he
seguido para que a estas alturas sea cuando reseño la segunda parte. Ya ni te
cuento cuando veré la siguiente y nos iremos de Azkaban…
Así pues, tenemos
por fin (ejem ejem) el segundo curso del niño que sobrevivió en Hogwarts. Aquí
las cosas malas vienen porque hay una cámara secreta que alberga horrores en
algún rincón del castillo y empiezan a pasar cosas malas, lo que obligará a
Harry y sus amigos a investigar qué ocurre.
En una propuesta muy
continuista con lo que fue La piedra
filosofal. No en vano repite casi todo el equipo, con Chris Columbus a la
cabeza. Lo más destacable de la obra anterior fue su derroche de imaginación, y
este aspecto sigue siendo lo mejor de La
cámara secreta. Este experto en hacer películas con niños (para niños) sabe
dar vida a universos fantásticos, los hace palpables y, a su manera,
verosímiles, mezclando hábilmente el ordenador con las maquetas y el diseño de
escenarios.
La película luce
estupendamente, con un músculo técnico bien usado y una imaginería algo más
siniestra muy bien encontrada. Construcciones como la casa de los Weasley, el
lavabo de Myrtle o la propia Cámara Secreta son ejemplos de buen hacer que
quedan estupendamente en la pantalla grande.
Asímismo, tenemos
una banda sonora que sabe transportarnos a un mundo mágico. Williams hace bien
su trabajo y complementa magníficamente lo que vemos en pantalla. Su fanfarria
es bien reconocible, dejando impronta como debe hacerse.
La adaptación de la
historia está más equilibrada que en su anterior entrega. Columbus parece saber
qué es lo que funciona mejor en los libros y lo pasa a la pantalla grande con
corrección. Se nota que el libro tiene una de las tramas más flojitas de toda
la saga por lo que tampoco podemos esperar gran cosa, pero no se hace
insultante en ningún momento y cumplirá con niños de todas las edades.
Los personajes
principales se ven obligados a evolucionar, lo que exige más a los actores
infantiles. En este caso, Rupert Green (Ron Weasley) no da la talla,
convertido en una mera comparsa chillona. El guión tampoco le ofrece mucho más
y estar asustado delante de una pantalla verde no es fácil, pero sobrepasa la
vergüenza ajena de manera más que sobrada. Contrasta con la eficiencia de Emma
Watson o de Bonnie Wright en un papel similar, que al menos dan el pego. En
cuanto a los secundarios, se sigue gozando de la suerte de tener a lo más
granado del cine británico en pantalla. El mayor hallazgo de la película es
Kenneth Brannagh y su Gilderoy Lockhart. Mira un par de veces donde no toca,
pero clava al personaje y se hace odiar cosa mala.
Una nota aparte se
debe poner en el doblaje en castellano. No es un aspecto que suelo destacar,
pero en este caso el trabajo es más que mejorable. Especialemnte en el caso de
Ron, que se carga cada escena en que aparece. Su actuación en inglés tampoco es
mucho mejor, pero en castellano duele oírle. No vería con malos ojos un redoblaje
para corregirlo en un futuro.
Cuando fui al cine,
salí bastante decepcionado de la película, pues la habían hecho mucho más
infantil de lo que yo recordaba. También hay que reconocer que yo estaba a
otras cosas durante esos días. Ahora con los años, después de refrescar ambas
propuestas, me ha parecido una adaptación más aceptable. Tal como es el libro,
flojita pero agradable.
Como cuento tétrico
para niños, entretiene con ganas, mezcla bien las extravagantes aventuras con
un poco de lógica para que no salgamos de la película y sabe cuándo debe
acelerar y cuando explicar las cosas. Evidentemente, una película para los más
pequeños quedará muy floja para un paladar mínimamente curtido, pero no se le
pueden pedir cosas que la película no tiene ni quiere tener. Se trata de una
correcta adaptación de la segunda novela más floja, con lo que las expectativas
son las que tienen que ser.
Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.4
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