viernes, 27 de diciembre de 2024

Tres mil años esperándote

La solitaria, excéntria y un poco enamorada de sí misma Alithea Binnie (Tilda Swinton), narratóloga británica en búsqueda de “la verdad común de todas las historias de la humanidad” llega a Estambul para unas conferencias. Rápidamente llega a la conclusión de que la ciudad no está a la altura de su reputación. Pronto es asaltada por una suerte de extrañas visiones, pero es justo en la habitación que antaño ocupó Agatha Christie (qué casualidad) que se le ocurre limpiar frotando un frasco comprado a un anticuario la mañana anterior, donde la maravilla comienza. El tapón del frasco salta, revelando a un monumental Djinn (Idriss Elba). Como nos podríamos imaginar, propone a Alithea de concederle tres preciados deseos. Ella se muestra cautelosa, pues conoce bien que todas estas historias de deseos terminan mal y no tienen otra finalidad que la de advertir. Nuestro Djinn no podría haber encontrado un peor amo, pero no se desanima, después de todo, sólo lleva 3000 años esperando. Desde las dependencias de la Reina de Saba a los grandes salones de los palacios de Bizancio, pasando por el fondo del mar Rojo, con la idea de convencerla para pedir sus deseos, emprende el relato de sus “tres encarcelaciones”. Así, dentro de la intimidad de la habitación de un hotel, a medida que las historias del genio se encadenan y entrelezan, empieza una historia completamente diferente…

Todos conocemos a George Miller. La mirada loca de Mel Gibson (o de Charilze Theron), el cuero, la sangre y el asfalto que se mueve a toda velocidad. Estás son las imágenes que se nos evocan cuando pensamos en él. Pero no conviene reducir la obra del director australiano “simplemente” a Mad Max. Se ha mostrado como un virtuoso a la hora de mostrar la realidad más desencarnada y visceral, pero también como uno de los grandes prestidigitadores de nuestra época. Por supuesto, conocemos las Brujas de Eastwick, no nos olvidamos de las entregas de Happy Feet ni de la notabilísima Babe 2, un cerdito en la ciudad. De alguna manera, invocando los cuentos de las 1001 noches, Miller va todavía más allá con Tres mil años esperándote, ya que lo que le interesa es justo la función operativa de los cuentos. Y mientras Scherezade cuenta historias para salvar vidas, el Djinn las cuenta para salvar la suya, o que la revelación contenida en cada ficción tiene el poder de influir en la realidad.

¿Es posible hoy día que te financien una revisión de las 1001 noches de manera casi literal? Bueno, cuando eres George Miller y prácticamente te financias tú la película, pues tienes libertad absoluta para hacer lo que te de la gana, para lo bueno y para lo malo. En sus películas ya hemos visto que tiene una imaginación desmedida y no se corta a la hora de mostrarlas en pantalla. Quizás no tenemos el salvajismo de Mad Max, pero sí nos enchufa buenas muestras de la decadencia de los grandes palacios de los reyes de antaño. Tres mil años esperándote es una locura visual en la que (casi) cualquier cosa es posible, revestida de colores de inusitada belleza, una música acorde y un denodado esfuerzo por conseguir un vestuario deslumbrante que uno no se cansa de ver en un torrente de escenas originales.

Tilda Swinton es justo la persona idónea para encarnar al epítome de la razón, la persona que se las sabe todas, que no necesita nada, a la que el genio nunca podrá engañar (¿seguro?). Por su parte, Idris Elba clava al melifluo genio que parece no desear otra cosa que conceder sus tres deseos y pasar a otro lado (¿seguro?), pero que cuando empieza a contar su historia, consigue que te quedes pasmado con los cuentos que te está vendiendo. Ambos personajes esconden mucho más de lo que inicialmente parece, lo que se aprecia en los matices de las actuaciones, muchas veces a través de miradas y muecas que esconden lo contrario de lo que parecen decir sus palabras.

Al final, tenemos un precioso cuento sobre el amor, los vínculos humanos y la necesidad de compañía, que surge desde lugares desde los que uno no esperaría. Me hace especial gracia que los protagonistas son unos mentirosos, pero a los que más mienten es justo a sí mismos, siendo el momento en que lo reconocen cuando pueden empezar a ser felices. Sin embargo, Miller no tiene un especial interés en que este relato onírico sea fácil de digerir para el espectador. Cuenta lo que quiere contar (y lo hace bien), pero su estructura episódica provoca terribles problemas de ritmo que obligan al espectador a esforzarse por seguir el hilo de los acontecimientos. Además, su apuesta por el realismo mágico no pone precisamente las cosas fáciles.

Un poco en consecuencia de lo anterior y de su nula publicidad, la película se estampó a lo grande en los cines, provocando un retraso en la producción de Furiosa, que estuvo a un tris de no llegar a realizarse. Los problemas que sufrieron los cines en los primeros años post-pandemia no ayudaron, claro, que la película es de 2022 y eso es importante.

Se trata de una preciosidad de película la mar de rebonica. A base de cuentos (de ritmo algo irregular), explica una historia encantadora sobre los deseos y la soledad. Sorprende (o quizás no tanto) que venga del mismo autor que Mad Max. Si entras en su magia, tendrás el cuento de hadas más bonito del año.

 

Nota: 8

Nota filmaffinity: 6.1 

miércoles, 18 de diciembre de 2024

La guerra de Charlie Wilson

En mi línea de tachar películas que llevan casi veinte años en mi lista de pendientes… Que conste que estoy intentando mejorar en esto.

Mediados de los ochenta. Charlie Wilson es uno de tantos congresistas de los EEUU que disfruta de su cargo haciendo lo menos posible y divirtiéndose tanto como pueda. Simplemente, debe parecer ocupado para disimular que no se pierde una fiesta. Para están comisiones, subcomisiones… En esto que consigue meterse en una que busca el “desarrollo de sociedades libres en el Oriente Medio” o algo así, con el noble objetivo de hacer escuelas en Afganistán. Podría haber vivido tranquilo, pero cuando los soviéticos deciden invadir el país, un avispado agente secreto de la CIA ve en Charlie Wilson al tonto útil con el que inyectar dinero a los muyaidines que lucharán contra la URSS sin importar si por ello muere mucha gente. Por medio, una dama de la alta sociedad con demasiado tiempo libre decide aprovechar sus muchos dineros para convertirse en “alguien” dentro de la política yanqui, utilizando a Charlie Wilson como el tonto útil para perseguir sus fines. De esta lucha de poderes surgirá la mayor operación de guerra encubierta de su tiempo.

La guerra de Charlie Wilson es un amargo retrato de los entresijos de la política exterior de EEUU, siempre siguiendo una extraña mezcla de intereses, casualidades y neuras varias, de manera que aldeas solitarias cobran una importancia capital, o maletines extraviados, fiestas de alto copete, polvos de distinto pelaje… A grandes rasgos, crear un problema que no existe para luego proporcionar la solución equivocada que sólo servirá para que alguien se llene los bolsillos. Bajo un férreo guión de Aaron Sorkin encontramos una crónica ácida de las vergüenzas de la política yanqui, con el resquemor eterno de saber que ocurre pero no poder hacer nada para evitarlo.

Sorkin es uno de los pocos guionistas que son reconocibles a los cinco minutos de ver sus películas. Abuso de diálogos rapidísimos, conversaciones de pasillo y subtexto no demasiado disimulado, su reputación le precede y en este caso no va a ser menos. No deja títere con cabeza en su crítica de este compendio de malas decisiones que luego provocó tantos quebraderos de cabeza al país entre el 2000 y el 2015. El cine-forum posterior comentando la jugada y reflexionando sobre todos los melones que se abren es casi obligatorio.

Para asegurarse de que el mensaje que deseaba es respetado, Sorkin convenció al veteranísimo Mike Nichols (cuyos mayores éxitos se remontan a los 70, como El graduado o ¿Quién teme a Virginia Woolf?), amigo suyo y presto a filmar con firmeza tocando lo mínimo posible. En este sentido, refleja muy bien la tensión de las conversaciones de pasillo, acertando con el chascarrillo amargo en el momento oportuno y aprovechando el gran elenco de que se ha rodeado. En cambio, falla un poco (bastante) más en las escenas de acción, que se ven faltas de la fuerza necesaria para tener un efecto más impactante. Así, queda una película de un ritmo extraño que exige cierto esfuerzo por parte del espectador para no perder el hilo y apreciar todos los subtextos (muchos) que Sorkin imbuye en la película. No pierde el tiempo en presentaciones de los altos cargos, por lo que, encima, se hace necesario haber hecho los deberes (o hacerlos a posteriori) para distinguir quién es quién y las implicaciones que tienen sus palabras.

Lo que sí tiene es un puñado de actores de primera que se gustan cosa mala al saber que tienen un buen guión entre manos. Charlie Wilson está interpretado por Tom Hanks, en uno de los primeros papeles que le recuerdo en que es una mala persona. Acierta por completo al mostrar al patán vivalavirgen que sólo quiere escurrir el bulto pero cuyo egoísmo le mete en un follón que le supera. Por su parte, Julia Roberts está estupenda como burguesa aburrida que quiere pasarse el Juego de Tronos. No obstante, es Philip Seymour Hoffman quién roba cada escena en que aparece con su cínico, retorcido y fanático agente secreto dispuesto a cualquier cosa por la LIBERTAD y la GLORIA  de su país. Es un gustazo apreciar la impliación de todos y cómo un director capaz les saca partido con acierto. La academia premió a Hoffman con una nominación a actor secundario, que acabó perdiendo contra Javier Bardem de No es país para viejos (es que, vaya añete).

Sorkin haciendo cosas de Sorkin. Obviamente, una pasada para el que disfruta del peculiar estilo de este guionista que sabe imponerse a cualquier director que le ponen delante. Es un gozo disfrutar de los afilados diálogos repletos de mala leche que ponen el foco en lo que ocurre tras las bambalinas de la política estadounidense. Pero sigue siendo Sorkin haciendo cosas que Sorkin. No hay ningún esfuerzo por hacer la película más accesible o amena para el espectador. Como las lentejas, o las tomas o las dejas y su tendencia a quedarse entre el documental y el thriller le pesa un poco. Ni Sorkin ni Nichols saben decidirse por un tono concreto, lo que provoca que el ritmo se resienta con excesivos baches y se tenga cierta tendencia al aburrimiento a la que no te interese el tema.

No nos confundamos, La guerra de Charlie Wilson es una propuesta de lo más aprovechable. Tienes un puñado de actores de primera dándolo todo, unos diálogos marca de la casa con toda la amargura de su creador y una enorma capacidad para indignar que le sienta estupendamente. Un ritmo mejor medido y unas escenas de acción más rotundas podrían mejorar el conjunto, pero el resultado es de los que no dejan indiferente.

 

Nota: 7

Nota filmafinity: 6.2 

lunes, 16 de diciembre de 2024

Atrapa la bandera

 Como pasa tantas veces, encuentro películas que llevan años dentro de mi lista de pendientes y uno ya no recuerda como fueron a parar ahí. En este caso, había olvidado completamente cualquier dato sobre Atrapa la bandera, así que me llevé una buena sorpresa al ver que se trataba de una película de animación española cuya existencia había borrado de mi memoria.

La primera escena nos presenta al protagonista y sus amigos, que disfrutan de una competición de surf. Así, vemos que cada uno de ellos tiene sus características distintivas: uno es inventor, otra es inteligente, el último es valiente pero cabezahueca… Pero nuesto ínclito protagonista – que bien podría haber salido en los Goonies o cualquier propuesta de la misma época – sueña con ser astronauta. Las circunstancias provocan que se haga necesario hacer un viaje a la Luna un poco porque patata, así que el zagal no tendrá otro objetivo que meterse de polizón en la misión para cumplir sus sueños. De fondo, tendremos como trama secundaria la inexistente relación entre el padre y el abuelo del protagonista, que no se hablan por agravios del pasado. Obviamente, la excusión espacial provocará que se vean obligados a entrar en contacto, arreglando sus diferencias en pos de la exploración espacial.

Atrapa la bandera es una peliculilla de aventuras muy agradable y fácil de digerir. Espeicalmente en su primera hora, transcurre correctamente por todos los tópicos del género, permitiendo disfrutar sin estridencias por todo su metraje. Los giritos de guión se mueven a buen ritmo, llevando a un desenlace un poco forzado pero que no desbarra en exceso. Un entretenimiento correcto para los más pequeños que no costará mucho esfuerzo a sus mayores.

Esta corrección, evitando errores fáciles, es buena prueba de la experiencia de un estudio que ya llevaba la saga Tadeo Jones a sus espaldas. Quizás no tendrá la calidad de los grandes estudios de la animación mundial, pero saben bien qué se traen entre manos, creando ya un puñado de películas funcionales a las que el público patrio ya le ha cogido cierto cariño.

Sí, no inventan nada y – como otras veces – Atrapa la bandera tiene un argumento previsible. Por otro lado, no tiene apenas diálogos estúpidos, ningún personaje causa vergüenza ajena y la trama se desarrolla sin necesidad de que debamos hacernos los tontos en exceso. Quizás se abusa un poco de las pistolas de Chéjov, pero a grandes rasgos se trata de un guión que no se sale del camino marcado en una propuesta de este estilo, sin alardes pero también sin errores. Además, tiene una duración de apenas 90 minutos muy bien ajustaditos, sin alargar innecesariamente. Saben lo que quieren contar y lo cuentan bien. A veces menos es mejor.

Se debe destacar, eso sí, lo bien que refleja el sentido de la maravilla: Su protagonista vive fascinado por el espacio, por la posibilidad de ir allí donde un humano no ha pisado jamás, como aquel explorador que se haya en tierra ignota. No es algo tan fácil de reflejar y la película consigue transmitir la emoción que trae consigo el hacer de un sueño realidad. Será la de veces que hemos visto propuestas similares caer en maniqueísmos o lugares comunes que aquí saben evitar.

Por otro lado, no podemos olvidar que la película es española y se mueve con un presupuesto 20 veces inferior al que mueven estudios como Pixar. Esto se nota en las capacidades técnicas del estudio. Si bien se mueven en una estética deliberadamente cartoon para evitarse problemas, el conjunto bien podría pasar por una serie secundaria de Disney Channel. Ni la fluidez de los movimientos, detalles en pantalla o el diseño de los escenarios destaca por su brillantez, constituyendo el peor aspecto de la película. Se nota una mejora respecto a los peinados de gomaespuma de Tadeo Jones, pero no pasan en ningún momento de una discreta corrección que hace ver el reducido presupuesto con el que se mueve el proyecto.

Como nota aparte, alucinado del cameo TAN gratuito que hacen con Kubrick. Oye, se quiere al cineasta y mola mil, pero es tan porque sí que me dejó muy boquiabierto.

En fin, Atrapa la bandera es una agradable película de aventuras para toda la familia con temática espacial. Si bien no es nada del otro mundo, no aburre ni provoca vergüenza ajena ni a mayores ni a pequeños.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.3


sábado, 14 de diciembre de 2024

Eva Fénix - Amor, sexo y otras drogas (Soraya Sabaté Arenas)

Siempre me gusta apoyar los proyectos de la gente que uno tiene alrededor, y cuando una amiga escribe un libro, qué menos que hacerte con él y darle un tiento.

Título: Eva Fénix – Amor, sexo y otras drogas

Autor: Soraya Sabaté Arenas

“Eva; treintañera, heterosexual cisgénero y soltera, lleva tiempo estancada. Trabaja como una esclava cara al público. Se siente una fracasada. Ha llegado a un punto de no retorno. Su cabeza ha hecho clic. Está cansada de vivir su vida rutinaria. Está harta de seguir las normas. Eva está hasta el coño.

Pablo; treintañero, heterosexual cisgénero y soltero, vive como quiere. Ha construido su vida desde cero emprendiendo su propio negocio. Folla como, cuando, donde y con quien quiere. Apasionado del mundo swinger y de la libertad en todos los sentidos.

Tienes ante ti una novela erótica atípica; llena de sexo real, amistad y amor que te atrapará. Encontrarás distintos personajes con diferentes maneras de existir, de sentir y de relacionarse; reivindicativos de su propia sexualidad y con un mensaje que dar.”

Lo que tenemos entre manos es un chick lit muy subido de tono que sabe entretener con ganas. El argumento no tiene nada que no hayamos visto en un chillón de propuestas similares, pero se ambienta en Barcelona – lo cual tiene su gracia – y su protagonista se mete en tal cantidad de follones que no llega a aburrir. Además, esquiva hábilmente las repeticiones, sorprendiendo por la sordidez a la que llegan sus vicisitudes sin por ello caer en groserías tontas ni obscenidades gratuitas.

Pudiendo ir hacia bastantes veredas, se lanza como una novela más grande que la vida a contarte las “desgracias” de Eva Fénix, una mujer que busca su lugar en el mundo, pero no puede evitar darle demasiadas vueltas a las cosas, enfadándose consigo mismo y con la sociedad más veces de la que le conviene. Con una cierta tendencia hacia la autodestrucción – no puedo evitar en Bojack Horseman cada vez que pienso en ella – esta mujer con mecha muy corta, boca muy amplia, gran sentido para la moda y bastante habilidad para meterse en líos, lo único que quiere es salir adelante con cierta dignidad. Bueno, y disfrutar de un buen polvo, que no es tan fácil. Me hace especial gracia que no quiere tranquilidad o una vida apacible, no. A Eva Fénix le va la marcha y no puede evitar liarla cada vez que la vida se vuelve rutinaria.

A su alrededor orbitan una serie de personajes que complementan su día a día. Están sus mejores amigas. Por un lado está Mapi, que ha vivido siempre de flor en flor disfrutando lo que los hombres le dan. Por el otro está Lola, que vive más tranquila con una relación estable que se está volviendo aburridísima por momentos. Son personajes muy simpáticos, que le añaden mucha viveza, sirviendo en muchos casos como espejo en el que se mira Eva para ver lo bien (o mal) que está. Tienen quizás el problema de que hablan demasiado parecido, pero por contexto es fácil saber quién es quién.

El personaje que complementa el conjunto es Pablo. Mejor amigo, compañero de cama ocasional y ricachón a tiempo completo. Además, es un amor de persona y está tremendísimo. ¡Cómo no querer a un personaje que es casi la idealización de cualquier persona! Comparte punto de vista con Eva, lo que nos sirve para ver cómo se ve ella “desde fuera” y, como encarna en casi todo momento la voz del sentido común, nunca se equivoca y es la perfección con patas, sirve a modo de comodín para arreglar cualquier desaguisado. Se nota que la autora le ha metido mimo para que funcione como personaje.

Curiosamente, la trama no parece seguir una ruta, no va de un inicio a un final. Más bien se sitúa a mitad de la vida de los protagonistas y se dedica a contar su día a día hasta que se acaban las páginas. Esto puede descolocar, porque llega un momento en que queda poco libro y no parece llegarse a una conclusión, con lo que la sensación final es extraña. Preguntando a la autora (ventajas de la autoedición, puedes ir directamente a preguntar), me comentó que era un efecto deseado, porque tenemos un inicio de una trilogía entre manos y éste es sólo el planteamiento.

Lo que sí tiene mucho este libro es sexo. Hasta cierto punto, se podría decir que es un Diario de Bridget Jones muy subido de tono. Me gusta que no sea repetitivo, ofreciendo una variedad de situaciones, diálogos y contestaciones amplia e ingeniosa. Lo comparas por ejemplo con las Sombras de Grey en la que cada polvo parece una fotocopia de la anterior y, bueno, no hay color. Soraya escribe mucho mejor y seguro que lo goza más que E. L. James.

Eva Fénix es un libro autoeditado, vendido en mano a partir de encargos directos, sin más medios que sus propios cuartos y mucha voluntad. Es obvio desde un primer momento que se ha puesto mucho cariño, pero también se le nota que adolece de músculo financiero. Desde las primeras páginas podremos ver qué faltan procesos de corrección y pulidos de estilo (que una única persona no da para tanto), así mismo, se nota que no hay editor detrás de la obra para ajustar aspectos de la trama o de los personajes. ¿Esto hace que sea un mal libro? En absoluto, pero sí provoca que se haga patente que la obra hubiera quedado mucho mejor si hubieran pasado más manos en el proceso (es lo que hay). Igualmente, Soraya es muy guapa y se le tiene mucho cariño, así que no voy a hacer otra cosa que darle ánimos para que siga con sus sueños.

Teniendo en cuenta las circunstancias que rodean a su edición, pues el libro nostanadamal :). Sabe ser subido de tono cuando quiere, se guarda un par de chistes bien encontrados y tiene a unos personajes de los que dan ganas de conocer. Obviamente, la presencia de una editorial que apoyara el proyecto le habría ayudado, pero sin una cuenta de 100k seguidores, difícil hacerse oír. ^^ 

Así que si os encontráis con este libro en algún lado, no dudéis en echarle unos eurillos, que pasaréis un buen rato.

sábado, 7 de diciembre de 2024

RRR

El trailer de esta película fue una de esas cosas que empezó a circular, alucinando a todo el respetable con lo que ya se veía en pantalla. Con una puesta en escena que denotaba un presupuesto abultado, la cantidad de absurdeces que se sucedían en las escenas de acción daban pie a pensar que teníamos una de las mayores fumadas de los últimos años. A pesar de sus desmesuradas tres horas y algo, un servidor tenía claro que no se la iba a perder, pues adoro este tipo de locuras.

Estamos en una India todavía dominada por el Imperio Británico. Se suceden las revueltas, pero el brazo firme de los casacas rojas es suficiente para mantener el control. En una de ellas, mediante una secuencia de uno contra todos que poco tendría que envidiar a John Wick, conocemos a Raju, el mejor policía del país. A pesar de su origen indio, su lealtad a la Reina está más allá de cualquier duda. Se le encarga detener a Bahim, un carismático líder revolucionario que nadie parece capaz de contener. Éste último es, simplemente, un cazador que se baja tigres a puñetazos que se ha adentrado en Delhi para recuperar a una niña desaparecida de su aldea. El choque de ambos protagonistas cambiará para siempre el país, encendiendo la chispa de un movimiento imparable.

RRR es el resultado de darle un presupuesto infinito a un zumbado muy muy flipado con talento visual y una imaginación desbordante. Se trata de una película de acción que no es que se salte las leyes de la física, sino que realiza un ejercicio tan grotesco de exageración que uno sólo puede hacer la ola. Todo es estúpido, con una flagrante falta de lógica, pero es tan flipado que es fascinante. No sé si debería felicitar a S. S. Rajamouli o a su camello, porque la cantidad de iluminaciones que pone en danza es impresionante: El ataque de los animales, el rescate de la niña en el puente, la huida de la cárcel… Es un no parar. Ideal para echarte unas risas a la que tengas una tarde aburrida en que no quieras pensar en absoluto.


Esto último es importante: se debe no querer pensar, porque la magia se pierde a la que intentas buscar un mínimo de lógica o sentido. Argumentalmente es una americanada de la peor época (bueno, indianada), pues los buenos son muy buenos y son lo mejor del mundo mundial. Todos los indios son pobres oprimidos que sólo buscan ser felices en su rinconcito, mientras que –  con la excepción que confirma la regla – todo personaje inglés es un ser depravado, sádico, violento y amoral (eso no es falso, jé). La trama es un cúmulo de casualidades que sólo están para aumentar la moral patriótica de los indios y buscar un más difícil todavía con las escenas de acción que a ver adónde vamos a ir a parar. Lo mismo ocurre con la nula profundidad de los diálogos o la trascendencia (ejem) de los arcos de personaje. No le pidamos lo que no quiere dar. Obviamente, aunque se presenta como una película histórica, el parecido con la realidad es pura casualidad: es publicidad para el nacionalismo del país, pero con flipadas así de gordas, hay que quererla.

Y cómo no puede ser menos, una película india tiene sus ¡números musicales! La reputación está ahí por algo, no fastidiemos. Se agradece que los números estén rodados con gracia, mostrando a chorrocientos actores bailando y, cuando crees que la película no puede ser más loca, te planan un dance off en los morros (y se demuestra una vez más que los ingleses son tontos). Naatu Naatu (pues así se llama la canción) es un videoclip de cinco minutos emplastado en el ecuador de la cinta que es tan carismático como sórdido: Tienes a los dos protagonistas que abusan de bigotón y de morro, una canción pegadiza y una coreografía llena de buen rollo que da ganas de bailar. Pura jloria. Se llevó el Oscar a mejor Canción por semejante delirio (y provocó uno de los gritos más grandes que he pegado viendo la ceremonia de los Oscar). Es puro goce de principio a fin.


Gran parte de la simpatía que desprende la película recae en los dos protagonistas: Ram Charan y N. T. Rama Rao jr. No los conocía de nada y a los cinco minutos ya quiero irme de fiesta con ellos y ver la cantidad de salvajadas que llegan a liar. El carisma que tienen es sorprendente, por buscar una comparación que he visto por ahí es como si a principios de los 90 James Cameron hubiera rodado una peli con Schwarzenegger y Stallone. Que sí, que cuando tienen que interpretar se les ve las costuras por todas partes, pero cuando se ponen a sonreír, dar saltos y pegar tortas, se me olvidan todos los males del planeta.

Una cosa que me parece muy curiosa – y probablemente sea debido a puro choque cultural – es lo extraña que se me hace la amistad a toda prueba que se produce entre ambos personajes. Hay una compenetración de tal magnitud, con una lealtad inquebrantable y unos favores pantagruiélicos que se piden que uno no puede evitar estar pensando en todo momento “que se besen, que se besen”. ¡Ay el bromance y la incapacidad de mostrar amistades al límite entre hombres sin pensar mal!.

Diversión, diversión absurda y muy chorra. Esto es lo que ofrece RRR. Mediante un abuso de las coreografías locas, la total ignorancia de las leyes de la física, de la lógica y con un MUY desmesurado metraje de más de tres horas es fácil mandar esta propuesta a la mierda. Pero bueno, le han puesto tanto cariño y tanta pasión que hay que quererla, por muy… muy que llegue a ser.

 

Nota: NAAAAACHO NAAAAACHO!

Nota filmaffinity: 6.9 

viernes, 22 de noviembre de 2024

El francotirador

Tirador de élite de los Navy SEAL (¡lo mejor de lo mejor de lo mejor, con honores!), Chris Kyle es enviado a Irak con un único objetivo: Proteger a sus compañeros. Sus disparos de precisión quirúrgica han salvado numerosas vidas estadounidenses, por lo que los relatos de sus hazañas se multiplican, provocando que gane el apodo de “La leyenda”. Kyle ha participado con las cuatro batallas decisivas de la campaña, las más terribles de toda la guerra. Pero llega un día en que debe volver a su país. Lo que debería ser una alegría se transforma en una pesadilla al darse cuenta de que no puede volver a una vida normal.

Así se retrata una tragedia nacional. ¿Qué implica el apodo de “La leyenda” con el que Kyle se siente tan incómodo? En Estados Unidos, la ficción constituye a menudo el precio de la realidad histórica y, a veces incluso, la condición misma para la reconstrucción de una comunidad. Una leyenda ciertamente problemática pero necesaria, una forma para que el pueblo reconstruya una mitología que Washington ha distorsionado. Así mismo, ¿cómo se fabrica una maquina de matar perfecta? ¿Cuál es el precio a pagar por ello? Eastwood no nos trae a la palestra a un soldado torturado por la guerra. No es Platoon ni Nacido el 4 de julio ni La Chaqueta metálica, no. La carrera bélica de Kyle es apoteósica, un éxito absoluto. Incluso se puede decir que se lo ha pasado en grande en batalla (tampoco nos pasemos, pero bueno, ya me entendéis). ¿Eso impide su reintroducción en la sociedad? No hay más que echar un vistazo a su declaración de principios, sus prioridades y su sentido del deber: consciente de que cualquier muerte extranjera es bienvenida si con ello salva vidas estadounidenses. Una vez en casa, se siente inútil, incapaz de comprender que puede relajarse, que ya puede descansar después de todos los servicios prestados. Pero si has fabricado al asesino perfecto, el desequilibrado padre de familia sólo ansia volver al campo de batalla para matar malos y salvar el mundo, el resto no tiene importancia.

Pudiendo realizar un panegírico pro-americano, Eastwood decide mostrar la vida del francotirador perfecto con una asepsia que espanta. Los hechos que se muestran son horribles, con muertes de niños, abusos, explosiones… sin atisbo de condena o ensalzamiento. Juega hábilmente con nuestra empatía al obligarnos a identificarnos con un asesino inmisericorde que, al mismo tiempo, es incapaz de comportarse con un hijo al que adora pero que no sabe querer. Ahí reside la grandeza (y el mayor problema) del film: el retrato de un monstruo puede hacernos rechazar el conjunto del relato. Asimismo, al no condenar explícitamente sus actos, puede parecer que los justifica o engrandece, lo que para algunos se les puede hacer incómodo. Y viceversa, los más patrióticos no verán con buenos ojos un retrato tan aséptico, sin glorificar la figura de un “héroe nacional” clave para conseguir la victoria en un terreno hostil.

A sus muchísimos años, sorprende como a Eastwood no se le ha olvidado rodar en absoluto. Cada una de las terribles batallas está hábilmente coreografiada, filmada con precisión y un ritmo que nos pega a la butaca. La puesta en escena destaca por su solidez, metiéndonos en vereda desde un primer momento, destacando por el realismo de sus escenarios y, sobretodo, por un espectacular tratamiento del sonido que debió ser una gozada de apreciar en los cines. Si tenéis un buen sensurround en casa, ponedlo a fondo y disfrutar, que se lo vale.

Todo ello contribuye para conformar la evolución psicológica y vital del protagonista, hábilmente encarnado por un irreconocible Bradley Cooper que se adivina bajo toneladas de músculos. Quizás el resto de secundarios no está a la altura (el mayor debe de la película, con Siena Miller a la cabeza), pero Cooper se echa la película a los hombros y nos ofrece una interpretación de ese SEAL tejano simplón y bien intencionado que sólo quiere cuidar de los suyos, pero que a medida que pasan los minutos va convirtiéndose en un ser cada vez más peligroso e impredecible. Cooper en ningún momento sobreactúa, y sólo con sus gestos y movimientos es capaz de hacernos transmitir las sensaciones que su personaje es incapaz de exteriorizar.

Todo en la película destaca por su calidad técnica, destacándose por su lluvia de nominaciones a los Oscar (mejor película, Actor Principal, Guión Adaptado, Montaje, Sonido y Efectos Sonoros), llevándose únicamente el Oscar a Efectos Sonoros en un año increíblemente repartido.

El francotirador es un aséptico retrato del mejor en lo que hace, aunque lo que hace es muy desagradable y no vamos a estar de acuerdo con casi nada de lo que hace. Se trata de una película áspera, desagradable, difícil de casar en un género, que no tiene por objetivo divertir, ni mucho menos. Bradley Cooper borda a un personaje “imposible” a partir de un guión milimétricamente trazado. Eso no implica, claro, que la película se pueda disfrutar mucho más allá de poder gozar de un trabajo técnico de primera.

 

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.4 

domingo, 17 de noviembre de 2024

Bullet Train

Ésta es una de esas películas que entran en la etiqueta de “el trailer me ha enamorao”. Fue verlo y saber que no me la iba a perder, aunque no tuviera mucha idea de qué iba.

Bullet train nos presenta a un Brad Pitt que es un asesino a sueldo con depresión que quiere retirarse. A regañadientes, acepta un último encargo que consiste en un simple robo en un tren bala japonés. Lo que no puede imaginar es que en ese mismo viaje van a confluir los intereses de un puñado de asesinos a sueldo (cada cual más zumbado), cada uno tienen su misión, pero estám no muy dispuestos a tolerar competencia en el mismo trayecto.

Pudiendo realizar un acercamiento más serio al tema, Bullet train apuesta con mucha fuerza por ser una comedia de acción disparatada que se ríe mucho de todos los tópicos del género. Sin tomarse a si misma en serio en ningún momento, se trata de una película diseñada como un espectáculo ligero, para no pensar demasiado y pasar dos agradables horitas en el sofá. Muy autoconsciente de sus payasadas, mezcla hábilmente coreografías bien molonas con chistacos de acuerdo desigual y situaciones ridículas que bordean la vergüenza ajena. Se mueve en el difícil límite entre la mamarrachada zumbada y el spoof movie, un “arte” que el director David Leicht ha cultivado con fruición, acumulando ya un puñado de propuestas de acción de primera (John Wick) o más mamarracha (Deadpool 2, Fall guy).



 Como alguien que hace nada que ha viajado en ellos, me hace mucha gracia reconocer las estaciones y el propio tren, que se han molestado en recrear “fielmente”. Asimismo, también se filtra mucho de la estética hortera del país nipón: estridente, con exceso de estímulos y adorablemente perturbadora. Esto último puede echar para atrás a algunos, pero todos los amantes del shonen disfrutarán al ver cómo coge incluso los tropos del género: Los letreros, los flashbacks, las diatribas en los momentos menos oportunos… Todo es inspiración.

Con la mente puesta muy claramente en las películas de Tarantino y Guy Ritchie, a los que homenajea quizás demasiado, me hace mucha gracia que la acción se sitúe en un tren bala japonés, aprovechando el escenario para generar un puñado de running gags internos muy graciosos que reconoces a la que hayas viajado unas cuantas veces en ellos.

Aunque el guión está repleto de patochadas, todo el elenco de actores está la mar de simpático, buena prueba de que se lo han pasado en grande rodando la película. Sí. Brad Pitt es el alfa y el omega del film y aguanta lo que le echen a base de carisma, pero no debemos olvidar el montón de secundarios que se pasan por el tren de modo más que resultón. Desde un irreconocible Joseph Gordon-Lewitt hasta una divertidisima Karen Fukuhara, pasando por un Bad Bunny que demuestra que no hace falta saber actuar para sacar adelante una escena.

Sorprende como todos están bien en medio de un cúmulo de tantas memeces. Entiendo que a muchos les puede irritar que gran parte del humor se base en debatir sobre cosas absurdas o en envites puramente lingüísticos, pero a mí se me hace descacharrante cada vez que una lucha a muerte se interrumpe porque a ambos les gustan los mismos dibujos animados y debatan sobre el tema treinta segundos antes de volverse a toñar como si no hubiera un mañana. La escena de la botella de agua me hizo casi caer del asiento, os lo aseguro.

Tiene el problema que se nota un poco estirada de más, con algunos quiebros que solamente están por estar, molándose un  poco demasiado a si mismo. Quizás 10-15 minutos menos le hubieran venido bien, simplemente recortando segunditos aquí y allá para que no se haga tan pesada a los que no gozan de la lluvia de tonterías que les cae encima. De la misma manera, no se puede obviar que la película se regodea demasiado en lo mucho que se mola a sí mismo, algo que tampoco casa bien con un guión que tiene poco sentido, avanzando porque sí en la mayoría de las veces.

Bullet Train es un divertimento veraniego de primera. David Leicht compone una comedia de acción repleta de buenas coreografías, chistacos que me encantan y un puñado de actores que se lo están pasando en grande. El argumento no acaba de tener mucho sentido, pero tanta tontería mola tanto que se le perdonan según qué cosas.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.5 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Los Gules del Miskatonic (Graham McNeill)

Éste fue un regalo de cumpleaños inesperado. En esos casos, pues qué mejor que leerlo rápido. Mira que conozco al autor, pero no sabía que se había metido en estos parajes.

Título: Los gules del Miskatonic

Autor: Graham McNeil

Título original: Ghouls of the Miskatonic

Traducción: Amparo Ramajo Huélamo

“En los locos años 20, la pequeña ciudad de Arkham, Massachusetts, se ve envuelta en extraños y terribles sucesos. En los terrenos de la Universidad Miskatonic se han encontrado cadáveres mutilados. ¿Son obra de un asesino en serie, o son producto de algo mucho más siniestro? Mientras su mejor estudiante sufre pesadillas premonitorias, un profesor busca sus propias respuestas. En otro lugar, un reportero frecuenta los bajos fondos en busca de pistas y un contrabandista se topa con un extraño aparato alienígena. Estos improbables investigadores deben unirse para desentrañar un misterio que amenaza a sus seres más queridos…”

Con los años,  uno ha cogido gusto por los juegos ambientados en el Terror Cósmico Lovecraftiano como son las Mansiones de la Locura o La llamada de Chtulu. Disfruto con ese terror inmisericorde, las dosis de ominosa mala leche y la posibilidad de dar lugar a escenarios de SteamPunk zumbado que tando me encanta. El hecho de que se trate de un Universo sin derechos de autor y el éxito de varias adaptaciones recientes han provocado la aparición de mil variantes de todo tipo y pelaje. En este caso, el libro forma parte de una franquicia sacada al albur del juego de mesa Arkham Horror, tan famoso que ya empieza a tener obras derivadas.

Tenemos aquí todos los tópicos del género que conocemos pasados por el filtro del juego, sin dejarse ninguno. Si alguien ha echado alguna partidita, reconocerá a los personajes que puede encarnar en el mismo: Tenemos a Amanda y Rita, estudiantes de la Universidad de MIskatonic. Oliver Grayson y Alexander, profesores de la Miskatonic, cuyo amigo mútuo, el Profesor Henry Cartright, está recluido en un manicomio. Rex y Minnie trabajan para el periódico local, y Gabriel Stone es un curtido detective Pinkerton cuya hija acaba de ser asesinada. Ah, y también tenemos a Chales Warren, aparentemente un mal tipo, y Finn Edwards, de pasado criminal y un corazón de oro. Personajes génericos que además se meten un un argumento que bien podría ser uno de los escenarios del juego: Un culto secreto quiere resucitar al más grande de los Dioses Antiguos, Chtulhu, que duerme en las profundidades del pacífico. Hay algunos secuestros, asesinatos varios, extraños cacharros tecnológicos y apariciones estelares de un puñado de bestias malignas de lo más enfermizo.

Los aromas lovecraftianos se perciben desde un primer momento, apostando por el thriller desagradable. McNeill hace un buen trabajo al transmitir la ominosidad que se vive en el ambiente, la sensación de que hay algo siniestro detrás de la Universidad. En vez de convertir Arkham en una zona de guerra de monstruos aterradores, oculta el horror haciendo que ocurra “de fondo”, de manera que lo puedas percibir per no ver. Hasta el ultimo momento lo circumscribe a flashes, estallidos de violencia y sugestiones medio escondidas de fuerzas atávicas.

Viniendo de un autor que adora tanto el exceso del Wh40k, se me hace raro que la mayoría de capítulos destaquen por su contención. En muchos casos se esfuerza por mostrar la rutina de los habitantes de la ciudad, construyendo una imagen de que el día a día es “normal” a pesar de que hay algo extraño en ello. A medida que pasan los capítulos, se va filtrando el horror y los descubrimientos aterradores empiezan a sucederse. Quizás el ritmo se arrastre en algunos capítulos, pero McNeill sabe como construir tensión, con la “normalidad” desvaneciéndose tal como sucede en los relatos de Lovecraft que tanto nos gustan. Será un escritor mercenario, pero sabe bien lo que se hace.

En el fondo, este libro busca ser una versión más asequible de los relatos de Lovecraft, a modo de introducción al universo del juegopara así captar más adeptos. Misión que cumple con suficiencia, cosa no tan habitual en los productos digestivos de este pelaje. Además, se permite un climax bastante brutote que mola todo lo que debe molar, con su cliffhanger correspondiente para que ataques su segunda parte. Quizás en algún siglo me moleste en buscarlos, total, son dos trilogías completas.

¿Es una novela como tal, o una novelización de una partida? Pues casi que ni me importa. Le he leído ya una decena de libros y me encanta como coge unas migajas, dos tonterías de trasfondo y se las arregla para firmar un thriller sobrenatural que se devora ennada. Sí, los personajes son arquetipos y el argumento tiene una profundidad nula, pero es entretenido, sabe intrigar y las páginas pasan como nada.

 

Nota: 7

Nota goodreads: 3.52 

jueves, 7 de noviembre de 2024

Depredador - La presa

Y seguimos con películas de Depredadores, que estamos en racha. Centrémonos ahora en su entrega más reciente.

Ahora estamos en el siglo XVIII, en plena conquista del Oeste. Hay indios, vaqueros…y un Depredador que ha venido a cazar y divertirse. Es un más de lo mismo (otra vez), aunque con cambios. La obra de McTiernan es un compendio de hombres musculosos y aceitosos, con bíceps del tamaño de sandías y armas gigantescas con las que devastar la jungla, como si estuvieran en un pressing catch algo desnortado. Es un batido de testosterona bien grande que encapsula su época. La Presa, en cambio, toma la misma premisa (guerreros en la naturaleza, cazados por un alien), pero cambia el abuso del chuacheguerismo por un poco de indigenismo en la figura de Naru, una guerrera comanche la mar de competente que se rebela ante el rol que le toca como mujer en la sociedad india, viéndose involucrada en la lucha contra el Depredador.

Por mi parte, agradezco este back to basics después de las zumbadas y no muy inspiradas PredatorvsAlien. Esto de no complicarse la vida y resolver con eficacia un argumento con los pies en la tierra se agradece de vez en cuando. Cuida las escenas de acción, mantiene bien la tensión… Quizás no ofrece nada nuevo, pero lo que ofrece, lo ofrece bien.

La Presa agradece también ser la entrega de la franquicia es que es más película: Por una vez, hay un presupuesto mínimamente holgado (tampoco nos pasemos) y su creador le pone cierto mimo para ofrecer un producto trabajado. Se nota que técnicamente no hay impedimentos y se nota en una puesta en escena trabajada, sin rastro de la cutrez de la 1 y la 2, por ejemplo. También se puede apreciar una fotografía inesperadamente buena que aprovecha los impresionantes paisajes de las Montañas Rocosas, o unas decisiones visuales bastante impactantes, como ese Depredador invisible que se expone a la vista por culpa de la sangre y las vísceras que caen encima de él tras destripar a un pobre animal.

Eso sí, tampoco le vamos  a peras al olmo, encontrando una historia mínima que no se molesta en desarrollar a unos personajes inexistentes. Una vez conocemos a la protagonista humana y se produce la primera interacción, ya podemos predecir cómo va a discurrir a continuación. Lo mismo ocurre con unos actores muy funcionales. No molestan en ningún momento, pero nadie los recordará por su actuación.

Lo que sí da es un buen puñado de escenas de acción bien brutota, con las dosis de terror adecuadas para que mole lo que debe molar, adaptando a la época la manera de luchar contra el cazador definitivo (que, además, usa una tecnología más antigua, como si le faltaran unos siglos para pulir algunas armas). Al mismo tiempo agradablemente familiar y deliciosamente fresco, La presa es el Depredador clásico pasado por la batidora del 2022. Un buen ejemplo de cómo tomar algo antiguo y hacerlo nuevo otra vez. La carnicería y la violencia mostrada es más que suficiente para satisfacer a los gustos actuales y la excusa argumental es más que suficiente para sujetar un armazón que no se complica la vida en absoluto.

En ese sentido, su reducida longitud (90 minutitos de nada) funciona a su favor. Para qué liarse mas si la película da para lo que da.

Probablemente, la segunda mejor película de la franquicia. No se complica la vida y hace todo lo que desea hacer con corrección. Una revisión del mito que no ofrece nada nuevo ni alardea de lo que no sabe hacer, pero tiene acción, violencia, sangre y un poco de terror.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 6.0