Mad max es una locura. Y punto. No hay más que decir.
¡Ah! Que se supone que
debo explicar algo más sobre ella… Bueno… Yo no era de los que daba un duro por
esta película. Por mucho que un ya septuagenario Miller estuviera en el ajo,
esto olía a refrito estilo Desafío Total o Robocop que atufaba, y más teniendo
en cuenta que lo último decente que había hecho Miller era la “brutal” Babe, el cerdito Valiente.
Evidentemente, nada me
podía preparar para un ejercicio sólido de acción como hacía tiempo que no se
veía. No es que sea sólo acción palomitera, sino que desprende un aroma añejo
que se aprecia y se agradece, haciéndose diferente a todas las películas de
confusa acción que invaden la pantalla últimamente.
Estaremos de acuerndo en
que el guión es prácticamente inexistente. De hecho la película sólo lo utiliza
para tener la excusa de generar tres persecuciones diferentes, dando así un
mínimo de sentido al guirigay que estás viendo. Lo más curioso es que tampoco
se echa de menos algo más de seso, ya que el resto de apartados funciona a la
perfección en torno a una base muy simple y efectiva:
-
Mad Max bebe del punk bastardo de El guerrero de la Carretera y del
irrealidad salvaje de Más allá de laCúpula del Trueno para generar una imaginería impactante y realista. Un
mundo brutal y salvaje, extremo en su imposibilidad, pero al mismo tiempo
palpable y vivo. Está descrito con una intensidad tal que pide a gritos más
información, más trasfondo sobre unos y otros.
-
Tenemos una acción muy diferente a los
cánones habituales. Brutalmente salvaje, pero al mismo tiempo terriblemente
física, con muy poco ordenador. De un realismo visceralmente contundente.
-
Unos personajes que, aun siendo claramente
funcionales, tienen una personalidad que los aleja de los típicos: Heroínas
fuertes, malvados rematadamente zumbados, un protagonista que sabe dejar cancha
a los secundarios…
-
Toneladas de gasolina y adrenalina bien
aprovechada. Miller ya demostró hace cuarenta años que es capaz de generar
espectáculos muy variados con pocos cambios, a los que da carisma a raudales y
unas ganas de fliparse de las que marcan
época.
-
Una banda sonora atronadoramente poderosa y
efectiva. Ojito para los Oscars en este apartado. Merece la pena buscar la BSO
y darle una escucha pausada.
-
Charlize Theron. Se merienda la película de
dos bocados. La exigencia del papel no es mucha, pero le da un alma y una
fuerza que nadie esperaría.
-
Un maravillosamente imaginativo vestuario y
un maquillaje simplemente genial (y desagradable).
Obviamente, de una
zumbada de este calibre lo que no puedes esperar es un ejercicio de inteligencia,
o de algo que busque la más mínima profundidad o trascendencia. Miller consigue
que sea innecesario para el espectáculo. Debería estar, pero no lo echamos
mucho en falta.
Hay bastantes decisiones
tomadas por Miller que la separan del resto. El ritmo es endiablado, pero al
mismo tiempo se generan muchos menos bailes de planos que en la Bay-Action (BadBoys, Transformers, Jupiter Ascending…). No se pierde la referencia de que
ocurre en ningún momento. Al contrario,
en vez de buscar que la flipada a base de confusión, se hace a través de una
acción muy sólida a la par que zumbadísima, no te pierdes nada de lo que “está
pasando” y al mismo tiempo alucinas a lo grande. Además, se permite romper
bastantes tabús muy arraigados en el género. No sólo mete a mujeres peleando en
películas de acción (raro), sino que las aleja de la lucha a base de agilidad
(aún más raro). Aquí encontramos a mujeres atizándose a ostia parda, dándolo
todo en peleas como dios manda, incluso metiendo una pelea dura hombre-mujer
(los ejemplos se cuentan con los dedos de una mano). Y cómo se reparten unos y otros… Las
bastardadas van por todo lo alto. Jué, ¡hasta tira una embarazada de un coche a
toda máquina en pleno 2015! A ver quién te supera cabroncete…
Desde un primer momento,
la fotografía ya nos insinúa que estamos en un mundo devastado. Australia ha
quedado arrasada y desolada, está llena de gente deforme, todos mutilados o
tatuados, locos drogados que sirven fanáticamente a sus amos para llegar a un
Valhalla donde se ha deificado al Motor de combustión, abusando de un steam
punk bastardo y detalles que recuerdan incluso a Dune. Aunque no se te explica
nada (apenas) del Universo en que
sucede, se transmite la sensación de que éste es vasto y profundo. En él, cada
personaje parece tener historias detrás para llenar mil películas, ahí está
–entre otras cosas- la fascinación que produce la película. Es un bendito loco
con una guitarra-lanzallamas (¡), pero esconde una invitación para que te
sumerjas en una era fascinante y peligrosa.
Al prescindir del ordenador para crear este mundo, se transmite una
sensación de solidez, de realidad. Un enormérrimo trabajo de fotografía
convierte las polvorientas arenas de Namibia y Australia en el escenario de un
vendaval de persecuciones inexplicablemente creíble. El maquillaje y el
vestuario están trabajados hasta límites inhumanos para conseguir que cada
personaje y cada vehículo que aparece se convierta en único y carismático.
Carisma. Ahí es donde lo ha conseguido. Ya lo hizo hace cuarenta años y
ahora lo ha vuelto a hacer. Mad Max contiene una empatía y unas ganas de
fliparse echando espumarajos por la boca cosa mala. Mejor no moverse en coche
justo después de verla porque acabarás liberando tu lado más salvaje. Ya
quisiera llegar a su edad y ser capaz de rodar (o de hacer lo que sea) con
tanta energía y tanto brío como ha hecho este hombre. Es una locura
desquiciada.
Con todo el lío te dejas
llevar y te olvidas de situarla respecto a las Mad Max originales. ¿Es un
remake? ¿Un reboot? ¿una secuela? Siendo puntillosos, habría que ubicar la
película entre los episodios 2 y 3, en una especie de aventura intermedia desde
que Max se convierte en el Guerrero de la Carretera, pero antes de la
metamorfosis que sufre en la Cúpula del Trueno. No obstante, hemos de reconocer
que el universo acepta todo lo que le echen si lo hacen bien. Incluso ya se
esta preparando una nueva entrega (Thewastelands) teóricamente situada antes de Furia en la Carretera, siendo, supuestamente, un remake (ahora sí)
de Mad Max 2, pero adaptado a los nuevos tiempos.
A fin de cuentas,
¿estamos ante la mejor película de acción pura de los últimos ocho años? Ya sé
que hablo de palabras mayores y si me pongo a repasar, no sé si lo será, pero
la candidatura la presenta con creces.
Si te pones a ver Mad
Max, te van a dar un espectáculo como pocos hoy en día, que aprovecha todos los
medios actuales para llevar al límite la mejor acción ochentera. Tiene el
sentido justo (poco) para que puedas fliparte a gusto y disfrutar con ruedas
quemadas, disparos a mansalva y toñas para todos los gustos envueltos en un
mundo fascinante y carismático. Es obligatorio verla con la mayor pantalla y
con el mejor sonido posible. Si la ves en casita, vas a acabar lamentando no
haberla disfrutado en el cine.
Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.4
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