Creo que a nadie le sorprenderá si digo que Pixar se ha ganado un hueco en el Olimpo de los grandes estudios. A pesar de que sus últimos trabajos no han sido obras maestras –simplemente son buenas películas- ha conseguido que todo el mundo esté pendiente de la siguiente preciosidad que nos brinda. El tráiler de Del Revés me había dejó descolocado, pero que preciosidad de peli, coñe.
A través del conflicto
entre las cinco emociones básicas (la alegría, la ira, el asco, el miedo y la
tristeza) asistimos al paso de la infancia a la adolescencia, al olvido de
mundos infantiles y de amigos imaginarios, a los juguetes que cobran vida y a
los pilares del mundo de los niños que se van derrumbando. Como si fuera un
extraño país de las maravillas, Tristeza y Alegría entran en un mundo fabuloso
que deberán explorar para volver a casa y hacer que Su anfitriona Riley
recupere su entusiasmo original, aunque cuando lo haga, ya habrá crecido y nada
será ya como antes.
¿Qué ocurre en el
interior de nuestras mentes? A partir de la premisa de que las emociones
conforman nuestra personalidad, Pixar despliega un ejercicio de imaginación
apabullante. Las islas de la personalidad, el subconsciente, el área de la
imaginación, los conceptos abstractos, el córtex cerebral dónde se almacenan
los recuerdos que valoramos, el depósito dónde van aquellos recuerdos que
perdemos… la depresión y la incapacidad de sentir. Un trabajo descomunal para
crear una imaginería tan abstracta, pero al mismo tiempo, tan fácil de
reconocer y de apreciar.
Ya sólo por el trabajo
–enorme- para plasmar en pantalla un mundo tan abstracto y lejano como el
interior de nuestras mentes, la película merece un gran reconocimiento. Además,
los locos de Pixar consiguen crear una historia con la que todo el mundo (ya
sean adultos o niños) pueden identificarse, con un tratamiento de los
personajes impecable.
No es el hecho de que se
trate de una película que está hecha para niños de todas las edades, es el
hecho de que parece haber más de una película a la vez y que la interpretación
de las escenas sea diferente según seamos niños, jóvenes o padres.
Los pequeños se ven
reflejados en Riley, pues comparten sus miedos ante uno de los mayores dramas
para un niño: Una mudanza que lo aleje de todo lo que quiere y aprecie. Los jóvenes
se verán reconocidos en la incomprensión de los padres, la necesidad de
encontrar su lugar en el mundo o el temor ante la posibilidad de empezar algo
nuevo, mientras que los padres seguro se preguntarán “¿Qué pasa en la cabeza de
mi niño”? Todos pueden sacarle un jugo diferente y, seguro que si afrontan la
película pasados unos años, les parecerá que ha cambiado y todo (A mi me pasó
con Dentro del laberinto, si alguien quiere, lo explico en otro post).
El guión es una
maravilla, con una construcción de personajes muy reconocible y ampliable a
todos. Perfectamente equilibrado entre la comedia, los momentos melosos (con el
punto justo de azúcar) y el espacio para desarrollar una historia más dramática
de lo que uno podría esperar. De manera aparentemente simple y sencilla se
acercan a temas universales, sin caer en cursilerías ni abandonar un tono
decididamente adulto. Sin rehuir la moralina, se permite tener un mensaje
completamente diferente al del 99% de las películas para niños, un : La
tristeza es necesaria. No es malo estar triste de vez en cuando. Cuanta
diferencia respecto al “todos a ser alegres y felices porque si!!!!”. Detrás de
cada gag, de cada diálogo y de cada escena se puede hallar la plasmación de
conceptos sobre la mente, el subconsciente y qué ocurre con nuestros
pensamientos (que es lo que se quiere contar, ya que estamos). Pixar consigue
que todo encaje, imbuyéndolo además en una historia que no deja lugar para el
aburrimiento y que ni siquiera necesita de un antagonista para funcionar a la
perfección).
Los cinco personajes que
dirigen la mente de Riley son grandiosos. Cada uno de ellos es adorable a su
manera, a pesar de lo odioso que pueda ser su personalidad. Se transmite
perfectamente el efecto de que los cinco se necesitan para complementarse y
encontrar la felicidad, pues un dominio excesivo de alguno de ellos acaba
produciendo desequilibrios (y que ganas de atizar a Miedo, por dios). Siendo un
detallito tonto, me encanta como se crea la nostalgia y la melancolía, cuando
la tristeza del paso del tiempo tiñe de azul –de blues- los recuerdos felices
del pasado y los convierte en más importantes aún. Precioso ^^.
Pixar lo ha vuelto a
hacer. Toca todos los palos a la perfección, tanto en ritmo como en personajes,
como en mensajes intrincados, como en despliegue artístico… Todo.
A falta de sorpresas, ya
tenemos Oscar a mejor película de animación este año (y sobrado), y no discuto se
acuerden también de premiar un guión tan bien parido. No es una película para
niños que pueden ver los adultos. Es una obra para el que quiera disfrutar con
el cine. Los pequeños se divertirán (y mucho), pero no podrán captar la
profundidad del mensaje que se está transmitiendo. Tal como nos recordaban en
el estudio en Toy Story 3, nos guste
o no, hay que madurar, y no es fácil. Hay que saber disfrutar de las alegrías,
aceptar las tristezas y afrontar los peligros. De las obligatorias para ver.
Felicidades Pixar.
Como siempre hace Pixar,
la película viene precedida por un pequeño corto de cinco minutos. En este caso
se trata de “Lava” una simpática historia de un volcán que busca a su amor y
comparte su felicidad y sus ansias compartiendo su Lava con los demás. Juega
muy hábilmente con la metonimia entre Love y Lave en inglés (especialmente con
acento hawaiano), con unas canciones muy pegadizas y un desborde de felicidad
tontorrona. Ya sabes cómo va a acabar desde el primer momento y se les va un
poco la mano con el azúcar, pero como se ve en un suspiro…
Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.1
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