Este era un día de esos extraños que no tenemos ganas de nada y acabamos poniendo una película a las 9 de la mañana. Sin planes, sin sueño y sin nada que debamos hacer. Estas cosas sólo se pueden hacer durante el fin de semana.
Pero vaya película uno
ha escogido para desconectar, un poti-poti de géneros bastante inclasificable. Al
principio, parece que se está formando un adecuado ejemplo de drama judicial en
torno a una familia rota por un caso de falso culpable en que la madre se ve
involucrada en el asesinato de su jefa. Sin embargo, pasados veinte minutos se
acaban los juicios y el film se transforma en un drama carcelario mientras
contemplamos tediosamente la destrucción del núcleo familiar, insistiendo
machaconamente en la figura de un padre que no soporta que su mujer esté en
prisión. Y cuando parece que la película no va a llevar a ningún lado, vuelve a
girar y se lanza hacia una fuga de prisión narrada con muy buen pulso. Aún en
su (innecesaria) complejidad, la influencia de Paul Haggis es palpable,
aportando un trabajo académicamente impecable en el que se muestra que es conocedor de todos los aspectos que debe
reflejar un guión en cada uno de los registros, forzando a que la historia los
siga mecánicamente, siguiendo punto por punto lo que dicta el manual sin la más
mínima gracia.
Aquel que haya visto
otras de sus películas conocerá que la cantidad de detalles innecesarios que
jalonan el metraje para que todo quede absolutamente clarito es excesiva.
Cumpliendo tan rígidamente el libro de texto del “guión perfecto”, el resultado
es una primera hora farragosa y falta de ritmo, que no parece querer llegar a
ningún sitio en concreto, permitiéndose incluso añadir un par de escenas
totalemnte de cara a la galería, sin aportar nada más que trascendencia
gratuita, de la que sobra –¿alguien me puede decir, si no, a qué viene la
escena del Quijote?-.
Durante esta tediosa
hora debes soportar tres cambios de registro, finalizando con toda la
planificación de una fuga en la que se te insiste con ganas en dejarte
mascaditas las motivaciones de todos los personajes para realizar lo que harán
a continuación. Dejártelo todo muy clarito para que no tengas que pensar mucho.
En cambio, cuando la fuga ya se lanza, la película coge brío y se transforma en
lo que, quizás, quería ser desde un principio, un descenso vertiginoso a través
de una arquitectura muy trabajada, donde todos los detalles (en esto no cambia,
tan obvios que es imposible perderse alguno) cobran sentido hasta conseguir un
desenlace muy logrado.
Es probable que tanta
insistencia en dar fondo y motivación a todos los personajes se deba a lo
inverosímiles que son. Has de hacer un gran esfuerzo para creértelos y entrar
dentro de la onda del film, especialmente cuando la mayoría de los actores que
les dan vida no parecen tomarse la película muy en serio. La única excepción
está en el protagonista, con un Rusell Crowe que sí parece esforzarse al máximo
para dar empaque a un personaje imposible con
el que es difícil empatizar y –casi- sólo nos cae bien cuando empieza la
fuga y ahí ya no nos dejan pensar.
Pero es que antes de esa
fuga llena de fuegos artificiales hemos conocido al detalle al abogado de la
familia, al funcionario de prisiones, al nuevo ligue del protagonista, algunos
alumnos… Realmente, ¿era necesario que los conociéramos y gastáramos minutos en
ellos si luego van a desaparecer sin tener la más mínima importancia en la
trama? El tedio puede echar a muchos espectadores, que además se sentirán
estafados cuando vean que el torrente de información que les ha caído en la
primera hora no tiene utilidad posteriormente.
Los próximos tres días halla su origen en la película francesa “Pour elle”, con la que comparte
argumento. El film original no busca tanta carga emocional, quedándose como una
propuesta de acción mucho más efectista. Al pasarla por el filtro
Hollywoddiense, Haggis le añade muchas dosis de ínfulas, complejidad y minutos
–innecesarios- de metraje. En sí, parece como si fuera una peli de serie B (de
domingo tarde) sin mucha importancia y le han metido un chute de esteroides y
una estrella para dar chicha y que parezca mejor de lo que es.
Que sí, la última hora
mola mucho (oye, que sí), pero la primera hora es bastante soporífera, sólo
salvada por su academicismo. Con un poco más de brío al inicio se salvaría,
pero llegar a la parte interesante se convierte en una tarea demasiado pesada
como para que poder considerar Los
Próximos tres días como un buen thriller (aunque deje un buen sabor de boca
al final).
Nota: 3
Nota filmaffinity: 6.5
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