Un poco de lectura
ligera, apenas mil paginitas de un librito que llevar en el bolsillo. Por
alguna razón la gente se quedaba mirándome en el tranvía. Si es que cuando Ken
Follet se pone con la novela histérica, ¡se le va de las manos!
Como siempre que sale un
best-seller o algún libro se pone de
moda, tengo tal cantidad de libros en mi lista de pendientes que al final acaba
cayendo un par de años después (o más). Evidentemente, es lo que ha ocurrido y
es ahora cuando por fin tengo tiempo y ganas de leer el tocharro. Me suelen
gustar los libros de historia novelada que el duende tiende a escribir, así que
lo cogí con ganas, como debe ser.
Título: La caída de los
gigantes
Autor: Ken Follet
Título original: The
fall of the giants
“La historia empieza en 1911, el día de la coronación del rey Jorge V en la
abadía de Westminster. El destino de los Williams, una familia minera de Geles,
está unido por el amor y la enemistad al de los Fitzherbert, aristócratas y
propietarios de las minas. Lady Maud Fitzherbert se enamorará de Walter von
Ulrich, un joven espía en la embajada alemana en Londres. Sus vidas se
entrelazarán con la de un asesor progresista del presidente de los Estados
Unidos, Woodrow Wilson, y la de dos hermanos rusos a los que la guerra y la
Revolución les ha arrebatado su sueño de buscar fortuna en América.
Desde Washington hasta San Petesburgo, desde la inmundicia y los peligros
de las minas de carbón hasta los candelabros lujosos de los palacios de la la
aristocracia, pasando por los pasillos de la Casa Blanca y el parlamento de
Westminster, Ken Follet nos ofrece, en su novela más ambiciosa, un esmerado
retrato de una época y de las pasiones que espolearon la vida de sus
personajes.”
La declaración de
intenciones de Follet parece al mismo tiempo una temeridad y una apuesta a jugar
sobre seguro. Osadamente podemos destacar que se trata de uno de los siglos más
importantes en la historia de la humanidad, con mucha tela que cortar. Por otro
lado, si consideramos que sabe que “repetir” el esquema de Los pilares de la Tierra funciona, el guión está ya hecho –la historia, pura y dura- y sólo hay que
rellenar con personajes más o menos interesantes. El primer gran fulcro del
siglo XX: la IGM. Evidentemente, no hay que quedarse en las batallas, sino todo
lo que la guerra provoca y que quizás pasa más desapercibido para mucha gente. Me
refiero a la obligada incorporación de la mujer en el trabajo (el hombre estaba
combatiendo), con su correspondiente florecimiento del feminismo y la lucha por
los derechos de los trabajadores, la influencia que tiene en la posterior
Revolución Rusa, los primeros atisbos del Sueño Americano y la necesaria (o no)
creación de la Liga de Naciones..
Casi nada, pero con
todos los detalles bien ordenaditos en los libros de historia. El guión
entonces se hace casi sólo, ahora sólo hace falta rellenar con los actores que
serán testigos de la misma. Cómo se puede leer en el resumen, Follet crea
diversas familias con la intención de cubrir una variedad de estratos sociales
y no dejarse ninguno de los grandes momentos del período –aunque siempre desde
el punto de vista de un escritor/lector anglosajón-.
Los Williams son una familia proletaria galesa. Con un
padre sindicalista, el pequeño William es
rápidamente testigo de las injusticias sociales y los privilegios de los
potentados por el mero hecho de nacer en la familia correcta. De carácter
impulsivo y contestatario, se meterá en más líos de los que le gustaría,
especialmente cuando empiece la guerra y sea llamado a filas, obligado a
obedecer a unos oficiales incompetentes que ignoran la dureza de la guerra y
han sido nombrados por causas nobiliarias. Su hermana Ethel ha gozado de una infancia privilegiada para una niña, pues es
capaz de leer y escribir y tiene ansias de llevar una vida que no la condene a
ser una mera paridora de niños. Después de una tranquila juventud como
sirvienta, se ve abocada a vivir en la ciudad, dónde tendrá la suerte de
prosperar y convertirse en una activista de los derechos de las mujeres.
Su suerte viene dada por
Maud Fitzherbert, una noble que cree
firmemente en la defensa de los derechos de las mujeres y tiene la capacidad
económica suficiente para permitirse no depender de ningún hombre.
Sorprendentemente cultivada para los cánones de la época, es una mujer de
carácter, terca y rebelde, con deje tocanarices muy bien encontrado. Sorprende
que en unos aspectos (las mujeres) sea tan progresista mientras que en otros
(la lucha de clases) sea tan conservadora y tradicional.
La otra cara de la
moneda viene dada por su hermano Fitz,
un noble chapado a la antigua, consciente de sus privilegios y de los deberes
que su cargo comporta para con sus vasallos. A pesar de su tradicionalismo y
conservadurismo, tiene un gran sentido de la nobleza (o lo que él considera ser
noble) y su deber patriótico le lleva a no soportar a aquellos aristocrátas
parásitos que viven de rentas y no hacen nada para merecer el tratamiento que
se les debe.
La única persona capaz
de comprender a Maud como se merece es Walter
von Ulrich, un diplomático alemán que, educado y culto, necesita de una
mujer con cerebro para ser feliz. Al mismo tiempo lleva una doble vida como
espía alemán en Londres, lo que pondrá en grave riesgo su vida al empezar la
guerra. Es el personaje más plano de la obra, un legal bueno sin otro objetivo
que mostrarnos el lado alemán de la confrontación y servir de contrapeso a su
padre Otto, un general de carrera,
ciego por el patriotismo y con unas ideas muy claras sobre cómo debe ser (y no
ser) la vida de un buen alemán. Es lo más parecido a un personaje malvado -sin
llegar a serlo- del libro, aunque básicamente lo es por defender unas ideas
caducas y un país que acabará perdiendo la guerra.
En el bando estadounidense
tenemos a Gus Dewar, otro embajador,
ayudante éste del Presidente de los Estados Unidos, que nos informa del modo de
vida yanqui durante la época, muy diferente del europeo. Además, su posición
permite introducir la postura de su Gobierno yanqui para con la guerra, a medio
camino entre el idealismo, el beneficio económico y las ansias de re-elección.
Como Walter, es un personaje-vehiculo sin una personalidad realmente definida,
más allá de un buenismo ingenuo que le pega a la postura defendida por su país.
Mucho más grises son los
hermanos Peshkov, Lev es el pequeño,
un “viva la virgen” que ha sabido escudarse siempre tras su responsable hermano
mayor. Siempre dispuesto al timo, al hurto y a la buena vida, no ansía otra
cosa que escapar de Rusia para cumplir el sueño americano (y arrimarse a un
buen chumino). Los escrúpulos son para los demás, él quiere triunfar y América
es el camino. Su hermano mayor Gregory es
muy diferente. Sosegado y reflexivo, es siempre el primero en ayudar a los
demás y proteger a los débiles. Los traumas del pasado le han llevado a odiar
al zar y a un régimen podrido, por lo que pronto se unirá a las filas
comunistas para llevar a cabo una revolución que acabe con el sufrimiento de
sus camaradas. Claro que las cosas no son tan fáciles y los claroscuros (que él
no parece captar) aparecen por doquier.
Presentadas los diversos
personajes y todos los “frentes”, lo que ocurre es la IGM. Nada más (y nada
menos) que la mayor guerra que había afrontado la humanidad hasta el momento,
que lleva al límite la economía, la moral y la juventud de los imperios (los
gigantes) implicados en la misma. A diferencia de la mayoría de novelas
históricas, en La caída de los gigantes
no hay un problema que superar, un objetivo que conseguir o un enemigo al que
vencer. Por no haber, no hay ni siquiera un antagonista en la trama.
Simplemente, los tiempos cambian, la guerra trastoca cualquier referencia
existente y toca adaptarse (o no) a la nueva situación. Los gigantes caen y se
abren escenarios nuevos para la humanidad, lo que quizás ya es suficiente para
una novela tan ambiciosa y amplia como ésta.
Como no podía ser de
otra manera, cada uno de estos personajes ficticios se las arregla para
mezclarse con los personajes históricos y así estar presente en todos los
momentos importantes de la historia: Westminster, el estallido de la Guerra, la
Revolución Rusa, la votación por el primer sufragio, la creación de la Liga de
Naciones… No vamos a negar que es puntería pero no es algo inusual de este tipo
de novelas históricas, así que se lo vamos a perdonar. Además, Follet se las
arregla para que lo que ocurre a cada personaje siga siendo interesante,
consiguiendo incluso entrelazar algunas de las tramas para dar más enjundia al
entramado. Quizás la historia de la Revolución Rusa es la más floja, al estar
más aislada y ocupar muchas páginas en exclusiva cuando “coge protagonistmo”
mientras que el resto se intercalan mucho más ágilmente.
A fin de cuentas se
convierte casi en un documental dramatizado, añadiendo unos personajes que
hacen de hilo conductor mientras avanzamos por el libro de historia mundial.
Las notas, citas y referencias que Ken Follet ofrece al autor para mostrar su
documentación da la impresión palpable de un profundo trabajo y un rigor
histórico muy respetado -confirmado con la cierta nota del autor que concluye
el libro y que nos informa de las adaptaciones necesarias que ha escogido-. Por
un lado, el esfuerzo es descomunal y la plasmación del modo de vida de sus
personajes es digno de mérito, pero por otro lado, uno puede pensar que se ha
limitado a coger una fórmula que ya funciona (reciclada de Un mundo sin fin) y la ha adaptado al siglo XX para asegurarse que
sacaba un best-seller y chorronazos
de pasta sin un gran mérito creativo. Puede
tener sus detractores pero yo al menos no me voy a quejar del resultado final.
El mayor problema (ejem)
es que me conozco muy bien todos los grandes (y no tan grandes) sucesos de las
GMs, con lo que cuando Follet se detiene en las batallas, conozco de antemano
casi todo lo que va a ocurrir, convirtiéndose en predecible y perdiendo
bastante gracia. En cambio, desconocía muchos detalles de la vida “en la
retaguardia civil” y sobretodo, como se solapan muchos aspectos de la evolución
de la sociedad que nunca hubiera imaginado que estuvieran entrelazados de ésta
manera, lo que me ha resultado bastante interesante.
¿Qué puede esperar el
lector que se acerca a este monstruo? No va a encontrar una trama vibrante
que le deje pegado al libro, sino un
calmado relato divulgativo sobre lo que fue la IGM y cómo el mundo dejó de ser
el que había sido antes. No va a encontrar emociones fuerte ni un ritmo vivo,
ni es un libro que pida leerse con prisas. Es un agradable compañero de viaje
durante un buen tiempo -1000 páginas no se leen rápido- que permite al lector
interesado aprender muchos detalles sobre el pasado que compartimos mientras se
desliza a través de los vaivenes de la vida de un grupo de personajes muy
realistas en uno de los puntos cruciales de la historia moderna. No es poca
cosa, pero puede dejar con ganas a más de uno y hacerse largo a más de dos. En
algún momento atacaré El invierno delmundo, que está en pendientes y ya caerá, pero… con calma ^^.
Nota: 6
Nota goodreads: 4.21/5
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