Si sois lectores fieles, ya
sabréis que El juego de Ender es uno de mis libros favoritos. Sabiendo cómo se
las gasta Hollywood, una adaptación me daba mucho miedito. Mi sorpresa al ver
los actores que iban a estar en el cásting y… oye, no parecían malos. Luego por
unas cosas y por otras se me pasó el verla en el cine y luego la vorágine de
los estrenos me llevó y se me perdió la película. Ya tocaba ponerse con ella
por fin.
Quizás es
porque esperaba casi una basura, pero a fin de cuentas no lo han hecho nada
mal. Tampoco es que esté especialmente bien, claro. Se observan fallos claros
en la adaptación, que se perdonan… más o menos.
La
traslación a la pantalla está muy bien hecha. No se dejan ningún detalle importante
en la historia ni cambian lo que sucede. Es verdad que algún personaje se mueve
de sitio, pero no hay ningún cambio mayor. Desde el rigor literario no han
hecho un estropicio, que ya es casi un logro.
Así mismo el
cásting está muy bien buscado. A pesar de la obvia subida de edad –necesaria e
inevitable-, cualquiera que conozca a los personajes del libro reconocerá
rápidamente a todos, desde Graff o Anderson hasta los pequeños secundarios como
Alai o Hot Soup. Quizás el único que canta un poco es Bonzo, que se supone que
tiene que ser un malote intimidador y es más bien escuchimizado, pero una vez
abre el pico si que dices: “Es Bonzo”. Muy clavada su actuación.
Los efectos
especiales, necesarios para la Sala de Batalla y para el simulador final, son
bien molones. Su estética es muy diferente de la que yo había imaginado, pero
no podemos negar que están muy bien resueltos dando lugar a una imaginería
sólida y coherente. Le podemos criticar que está quizás demasiado inspirada en
Minority Report pero yo no soy quién se va a quejar por ello.
Al diseñar
el guión se ha decidido eliminar todas las tramas secundarias e ir directos al
grano con la historia principal. Por ello debemos decir adiós a las aventuras
de Valentine y Peter (que si no tienes previsto hacer secuelas, tampoco te
hacen falta), y muchas de las anécdotas de Escuela de Batalla. El desarrollo de
los secundarios se ha reducido a la mínima expresión y nos podemos olvidar de
ver los piques de Bean, el feminismo de Petra o las tácticas de la Sala de
Batalla –snif snif-.
Así pues, el
ritmo es bestialmente rápido. Demasiado. La velocidad con la que se salta de
una cosa a otra es exagerada, pues cuando necesitas una explicación sobre lo
que está ocurriendo o necesitas unos segundos para digerir ya se ha pasado al
siguiente tema. Es una sucesión de “Momento importante” / CHAN / “Momento
importante” / CHAN / y así todo el rato. No hay transiciones ni evolución de la
trama. No se produce interacción entre los personajes ni apenas profundidad.
Aparecen, dicen su frase importante y ya no vuelven a salir en la peli. Han
“cumplido su papel” como quién dice.
Claro que el
lector sabe perfectamente la historia y sigue lo que va a ocurriendo, pero creo
que el espectador “virgen” puede perderse con demasiada facilidad. La trama se
lanza demasiado rápidamente, con muchos saltos y pocas explicaciones. Igual se
han perdido en el tijeretazo, pero la sensación de que falta trasfondo es
palpable, como si la película debiera durar media hora más de lo que duraba y
se ha quitado el resto.
No es la
película que “El juego de Ender” pedía (y exigía), pero no es el truño adaptado
que hemos visto tantas veces. Deja la sensación de que debería ser más de lo
que es, que tenía potencial para ser importante, pero que el equipo se ha
conformado a cumplir con lo mínimo para formar un blockbuster veraniego. El
“correcto entretenimiento” que llega tan habitualmente al cine estos últimos
meses.
Nota : 6
Nota
filmaffinity : 6.0
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