viernes, 22 de noviembre de 2024

El francotirador

Tirador de élite de los Navy SEAL (¡lo mejor de lo mejor de lo mejor, con honores!), Chris Kyle es enviado a Irak con un único objetivo: Proteger a sus compañeros. Sus disparos de precisión quirúrgica han salvado numerosas vidas estadounidenses, por lo que los relatos de sus hazañas se multiplican, provocando que gane el apodo de “La leyenda”. Kyle ha participado con las cuatro batallas decisivas de la campaña, las más terribles de toda la guerra. Pero llega un día en que debe volver a su país. Lo que debería ser una alegría se transforma en una pesadilla al darse cuenta de que no puede volver a una vida normal.

Así se retrata una tragedia nacional. ¿Qué implica el apodo de “La leyenda” con el que Kyle se siente tan incómodo? En Estados Unidos, la ficción constituye a menudo el precio de la realidad histórica y, a veces incluso, la condición misma para la reconstrucción de una comunidad. Una leyenda ciertamente problemática pero necesaria, una forma para que el pueblo reconstruya una mitología que Washington ha distorsionado. Así mismo, ¿cómo se fabrica una maquina de matar perfecta? ¿Cuál es el precio a pagar por ello? Eastwood no nos trae a la palestra a un soldado torturado por la guerra. No es Platoon ni Nacido el 4 de julio ni La Chaqueta metálica, no. La carrera bélica de Kyle es apoteósica, un éxito absoluto. Incluso se puede decir que se lo ha pasado en grande en batalla (tampoco nos pasemos, pero bueno, ya me entendéis). ¿Eso impide su reintroducción en la sociedad? No hay más que echar un vistazo a su declaración de principios, sus prioridades y su sentido del deber: consciente de que cualquier muerte extranjera es bienvenida si con ello salva vidas estadounidenses. Una vez en casa, se siente inútil, incapaz de comprender que puede relajarse, que ya puede descansar después de todos los servicios prestados. Pero si has fabricado al asesino perfecto, el desequilibrado padre de familia sólo ansia volver al campo de batalla para matar malos y salvar el mundo, el resto no tiene importancia.

Pudiendo realizar un panegírico pro-americano, Eastwood decide mostrar la vida del francotirador perfecto con una asepsia que espanta. Los hechos que se muestran son horribles, con muertes de niños, abusos, explosiones… sin atisbo de condena o ensalzamiento. Juega hábilmente con nuestra empatía al obligarnos a identificarnos con un asesino inmisericorde que, al mismo tiempo, es incapaz de comportarse con un hijo al que adora pero que no sabe querer. Ahí reside la grandeza (y el mayor problema) del film: el retrato de un monstruo puede hacernos rechazar el conjunto del relato. Asimismo, al no condenar explícitamente sus actos, puede parecer que los justifica o engrandece, lo que para algunos se les puede hacer incómodo. Y viceversa, los más patrióticos no verán con buenos ojos un retrato tan aséptico, sin glorificar la figura de un “héroe nacional” clave para conseguir la victoria en un terreno hostil.

A sus muchísimos años, sorprende como a Eastwood no se le ha olvidado rodar en absoluto. Cada una de las terribles batallas está hábilmente coreografiada, filmada con precisión y un ritmo que nos pega a la butaca. La puesta en escena destaca por su solidez, metiéndonos en vereda desde un primer momento, destacando por el realismo de sus escenarios y, sobretodo, por un espectacular tratamiento del sonido que debió ser una gozada de apreciar en los cines. Si tenéis un buen sensurround en casa, ponedlo a fondo y disfrutar, que se lo vale.

Todo ello contribuye para conformar la evolución psicológica y vital del protagonista, hábilmente encarnado por un irreconocible Bradley Cooper que se adivina bajo toneladas de músculos. Quizás el resto de secundarios no está a la altura (el mayor debe de la película, con Siena Miller a la cabeza), pero Cooper se echa la película a los hombros y nos ofrece una interpretación de ese SEAL tejano simplón y bien intencionado que sólo quiere cuidar de los suyos, pero que a medida que pasan los minutos va convirtiéndose en un ser cada vez más peligroso e impredecible. Cooper en ningún momento sobreactúa, y sólo con sus gestos y movimientos es capaz de hacernos transmitir las sensaciones que su personaje es incapaz de exteriorizar.

Todo en la película destaca por su calidad técnica, destacándose por su lluvia de nominaciones a los Oscar (mejor película, Actor Principal, Guión Adaptado, Montaje, Sonido y Efectos Sonoros), llevándose únicamente el Oscar a Efectos Sonoros en un año increíblemente repartido.

El francotirador es un aséptico retrato del mejor en lo que hace, aunque lo que hace es muy desagradable y no vamos a estar de acuerdo con casi nada de lo que hace. Se trata de una película áspera, desagradable, difícil de casar en un género, que no tiene por objetivo divertir, ni mucho menos. Bradley Cooper borda a un personaje “imposible” a partir de un guión milimétricamente trazado. Eso no implica, claro, que la película se pueda disfrutar mucho más allá de poder gozar de un trabajo técnico de primera.

 

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.4 

domingo, 17 de noviembre de 2024

Bullet Train

Ésta es una de esas películas que entran en la etiqueta de “el trailer me ha enamorao”. Fue verlo y saber que no me la iba a perder, aunque no tuviera mucha idea de qué iba.

Bullet train nos presenta a un Brad Pitt que es un asesino a sueldo con depresión que quiere retirarse. A regañadientes, acepta un último encargo que consiste en un simple robo en un tren bala japonés. Lo que no puede imaginar es que en ese mismo viaje van a confluir los intereses de un puñado de asesinos a sueldo (cada cual más zumbado), cada uno tienen su misión, pero estám no muy dispuestos a tolerar competencia en el mismo trayecto.

Pudiendo realizar un acercamiento más serio al tema, Bullet train apuesta con mucha fuerza por ser una comedia de acción disparatada que se ríe mucho de todos los tópicos del género. Sin tomarse a si misma en serio en ningún momento, se trata de una película diseñada como un espectáculo ligero, para no pensar demasiado y pasar dos agradables horitas en el sofá. Muy autoconsciente de sus payasadas, mezcla hábilmente coreografías bien molonas con chistacos de acuerdo desigual y situaciones ridículas que bordean la vergüenza ajena. Se mueve en el difícil límite entre la mamarrachada zumbada y el spoof movie, un “arte” que el director David Leicht ha cultivado con fruición, acumulando ya un puñado de propuestas de acción de primera (John Wick) o más mamarracha (Deadpool 2, Fall guy).



 Como alguien que hace nada que ha viajado en ellos, me hace mucha gracia reconocer las estaciones y el propio tren, que se han molestado en recrear “fielmente”. Asimismo, también se filtra mucho de la estética hortera del país nipón: estridente, con exceso de estímulos y adorablemente perturbadora. Esto último puede echar para atrás a algunos, pero todos los amantes del shonen disfrutarán al ver cómo coge incluso los tropos del género: Los letreros, los flashbacks, las diatribas en los momentos menos oportunos… Todo es inspiración.

Con la mente puesta muy claramente en las películas de Tarantino y Guy Ritchie, a los que homenajea quizás demasiado, me hace mucha gracia que la acción se sitúe en un tren bala japonés, aprovechando el escenario para generar un puñado de running gags internos muy graciosos que reconoces a la que hayas viajado unas cuantas veces en ellos.

Aunque el guión está repleto de patochadas, todo el elenco de actores está la mar de simpático, buena prueba de que se lo han pasado en grande rodando la película. Sí. Brad Pitt es el alfa y el omega del film y aguanta lo que le echen a base de carisma, pero no debemos olvidar el montón de secundarios que se pasan por el tren de modo más que resultón. Desde un irreconocible Joseph Gordon-Lewitt hasta una divertidisima Karen Fukuhara, pasando por un Bad Bunny que demuestra que no hace falta saber actuar para sacar adelante una escena.

Sorprende como todos están bien en medio de un cúmulo de tantas memeces. Entiendo que a muchos les puede irritar que gran parte del humor se base en debatir sobre cosas absurdas o en envites puramente lingüísticos, pero a mí se me hace descacharrante cada vez que una lucha a muerte se interrumpe porque a ambos les gustan los mismos dibujos animados y debatan sobre el tema treinta segundos antes de volverse a toñar como si no hubiera un mañana. La escena de la botella de agua me hizo casi caer del asiento, os lo aseguro.

Tiene el problema que se nota un poco estirada de más, con algunos quiebros que solamente están por estar, molándose un  poco demasiado a si mismo. Quizás 10-15 minutos menos le hubieran venido bien, simplemente recortando segunditos aquí y allá para que no se haga tan pesada a los que no gozan de la lluvia de tonterías que les cae encima. De la misma manera, no se puede obviar que la película se regodea demasiado en lo mucho que se mola a sí mismo, algo que tampoco casa bien con un guión que tiene poco sentido, avanzando porque sí en la mayoría de las veces.

Bullet Train es un divertimento veraniego de primera. David Leicht compone una comedia de acción repleta de buenas coreografías, chistacos que me encantan y un puñado de actores que se lo están pasando en grande. El argumento no acaba de tener mucho sentido, pero tanta tontería mola tanto que se le perdonan según qué cosas.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.5 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Los Gules del Miskatonic (Graham McNeill)

Éste fue un regalo de cumpleaños inesperado. En esos casos, pues qué mejor que leerlo rápido. Mira que conozco al autor, pero no sabía que se había metido en estos parajes.

Título: Los gules del Miskatonic

Autor: Graham McNeil

Título original: Ghouls of the Miskatonic

Traducción: Amparo Ramajo Huélamo

“En los locos años 20, la pequeña ciudad de Arkham, Massachusetts, se ve envuelta en extraños y terribles sucesos. En los terrenos de la Universidad Miskatonic se han encontrado cadáveres mutilados. ¿Son obra de un asesino en serie, o son producto de algo mucho más siniestro? Mientras su mejor estudiante sufre pesadillas premonitorias, un profesor busca sus propias respuestas. En otro lugar, un reportero frecuenta los bajos fondos en busca de pistas y un contrabandista se topa con un extraño aparato alienígena. Estos improbables investigadores deben unirse para desentrañar un misterio que amenaza a sus seres más queridos…”

Con los años,  uno ha cogido gusto por los juegos ambientados en el Terror Cósmico Lovecraftiano como son las Mansiones de la Locura o La llamada de Chtulu. Disfruto con ese terror inmisericorde, las dosis de ominosa mala leche y la posibilidad de dar lugar a escenarios de SteamPunk zumbado que tando me encanta. El hecho de que se trate de un Universo sin derechos de autor y el éxito de varias adaptaciones recientes han provocado la aparición de mil variantes de todo tipo y pelaje. En este caso, el libro forma parte de una franquicia sacada al albur del juego de mesa Arkham Horror, tan famoso que ya empieza a tener obras derivadas.

Tenemos aquí todos los tópicos del género que conocemos pasados por el filtro del juego, sin dejarse ninguno. Si alguien ha echado alguna partidita, reconocerá a los personajes que puede encarnar en el mismo: Tenemos a Amanda y Rita, estudiantes de la Universidad de MIskatonic. Oliver Grayson y Alexander, profesores de la Miskatonic, cuyo amigo mútuo, el Profesor Henry Cartright, está recluido en un manicomio. Rex y Minnie trabajan para el periódico local, y Gabriel Stone es un curtido detective Pinkerton cuya hija acaba de ser asesinada. Ah, y también tenemos a Chales Warren, aparentemente un mal tipo, y Finn Edwards, de pasado criminal y un corazón de oro. Personajes génericos que además se meten un un argumento que bien podría ser uno de los escenarios del juego: Un culto secreto quiere resucitar al más grande de los Dioses Antiguos, Chtulhu, que duerme en las profundidades del pacífico. Hay algunos secuestros, asesinatos varios, extraños cacharros tecnológicos y apariciones estelares de un puñado de bestias malignas de lo más enfermizo.

Los aromas lovecraftianos se perciben desde un primer momento, apostando por el thriller desagradable. McNeill hace un buen trabajo al transmitir la ominosidad que se vive en el ambiente, la sensación de que hay algo siniestro detrás de la Universidad. En vez de convertir Arkham en una zona de guerra de monstruos aterradores, oculta el horror haciendo que ocurra “de fondo”, de manera que lo puedas percibir per no ver. Hasta el ultimo momento lo circumscribe a flashes, estallidos de violencia y sugestiones medio escondidas de fuerzas atávicas.

Viniendo de un autor que adora tanto el exceso del Wh40k, se me hace raro que la mayoría de capítulos destaquen por su contención. En muchos casos se esfuerza por mostrar la rutina de los habitantes de la ciudad, construyendo una imagen de que el día a día es “normal” a pesar de que hay algo extraño en ello. A medida que pasan los capítulos, se va filtrando el horror y los descubrimientos aterradores empiezan a sucederse. Quizás el ritmo se arrastre en algunos capítulos, pero McNeill sabe como construir tensión, con la “normalidad” desvaneciéndose tal como sucede en los relatos de Lovecraft que tanto nos gustan. Será un escritor mercenario, pero sabe bien lo que se hace.

En el fondo, este libro busca ser una versión más asequible de los relatos de Lovecraft, a modo de introducción al universo del juegopara así captar más adeptos. Misión que cumple con suficiencia, cosa no tan habitual en los productos digestivos de este pelaje. Además, se permite un climax bastante brutote que mola todo lo que debe molar, con su cliffhanger correspondiente para que ataques su segunda parte. Quizás en algún siglo me moleste en buscarlos, total, son dos trilogías completas.

¿Es una novela como tal, o una novelización de una partida? Pues casi que ni me importa. Le he leído ya una decena de libros y me encanta como coge unas migajas, dos tonterías de trasfondo y se las arregla para firmar un thriller sobrenatural que se devora ennada. Sí, los personajes son arquetipos y el argumento tiene una profundidad nula, pero es entretenido, sabe intrigar y las páginas pasan como nada.

 

Nota: 7

Nota goodreads: 3.52 

jueves, 7 de noviembre de 2024

Depredador - La presa

Y seguimos con películas de Depredadores, que estamos en racha. Centrémonos ahora en su entrega más reciente.

Ahora estamos en el siglo XVIII, en plena conquista del Oeste. Hay indios, vaqueros…y un Depredador que ha venido a cazar y divertirse. Es un más de lo mismo (otra vez), aunque con cambios. La obra de McTiernan es un compendio de hombres musculosos y aceitosos, con bíceps del tamaño de sandías y armas gigantescas con las que devastar la jungla, como si estuvieran en un pressing catch algo desnortado. Es un batido de testosterona bien grande que encapsula su época. La Presa, en cambio, toma la misma premisa (guerreros en la naturaleza, cazados por un alien), pero cambia el abuso del chuacheguerismo por un poco de indigenismo en la figura de Naru, una guerrera comanche la mar de competente que se rebela ante el rol que le toca como mujer en la sociedad india, viéndose involucrada en la lucha contra el Depredador.

Por mi parte, agradezco este back to basics después de las zumbadas y no muy inspiradas PredatorvsAlien. Esto de no complicarse la vida y resolver con eficacia un argumento con los pies en la tierra se agradece de vez en cuando. Cuida las escenas de acción, mantiene bien la tensión… Quizás no ofrece nada nuevo, pero lo que ofrece, lo ofrece bien.

La Presa agradece también ser la entrega de la franquicia es que es más película: Por una vez, hay un presupuesto mínimamente holgado (tampoco nos pasemos) y su creador le pone cierto mimo para ofrecer un producto trabajado. Se nota que técnicamente no hay impedimentos y se nota en una puesta en escena trabajada, sin rastro de la cutrez de la 1 y la 2, por ejemplo. También se puede apreciar una fotografía inesperadamente buena que aprovecha los impresionantes paisajes de las Montañas Rocosas, o unas decisiones visuales bastante impactantes, como ese Depredador invisible que se expone a la vista por culpa de la sangre y las vísceras que caen encima de él tras destripar a un pobre animal.

Eso sí, tampoco le vamos  a peras al olmo, encontrando una historia mínima que no se molesta en desarrollar a unos personajes inexistentes. Una vez conocemos a la protagonista humana y se produce la primera interacción, ya podemos predecir cómo va a discurrir a continuación. Lo mismo ocurre con unos actores muy funcionales. No molestan en ningún momento, pero nadie los recordará por su actuación.

Lo que sí da es un buen puñado de escenas de acción bien brutota, con las dosis de terror adecuadas para que mole lo que debe molar, adaptando a la época la manera de luchar contra el cazador definitivo (que, además, usa una tecnología más antigua, como si le faltaran unos siglos para pulir algunas armas). Al mismo tiempo agradablemente familiar y deliciosamente fresco, La presa es el Depredador clásico pasado por la batidora del 2022. Un buen ejemplo de cómo tomar algo antiguo y hacerlo nuevo otra vez. La carnicería y la violencia mostrada es más que suficiente para satisfacer a los gustos actuales y la excusa argumental es más que suficiente para sujetar un armazón que no se complica la vida en absoluto.

En ese sentido, su reducida longitud (90 minutitos de nada) funciona a su favor. Para qué liarse mas si la película da para lo que da.

Probablemente, la segunda mejor película de la franquicia. No se complica la vida y hace todo lo que desea hacer con corrección. Una revisión del mito que no ofrece nada nuevo ni alardea de lo que no sabe hacer, pero tiene acción, violencia, sangre y un poco de terror.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 6.0 

domingo, 3 de noviembre de 2024

Depredador 2

Aunque ahora ya se trate de una película que ha trascendido el tiempo y el espacio, no creo que hubiera nadie más sorprendido por el éxito que tuvo Depredador que sus propios creadores. Con el tiempo, una plétora de libros, cómics, videojuegos y chillones de propuestas se ocuparon de hacer trascender la mitología, profundizando en la imagen del cazador definitivo. Pero estaban acabando los ochenta y tocaba hacer una secuela de un bombazo inesperado, aunque no tuvieras ni fe en el proyecto ni nada que contar.

Así, tenemos una secuela de Depredador que entra en el saco de los remakes disfrazados. Si con el Chuache teníamos al cazador intergaláctico en una jungla del Amazonas, aquí ha decidido perderse en la jungla urbana de Los Ángeles, dispuesto a cargarse a los más peligrosos del lugar.

Sí. Es el mismo argumento, pero ahora en la gran ciudad. Los policías, pandilleros y demás gente de mal vivir son las presas peligrosas que constituyen un desafío (o no). Donde antes teníamos árboles entre los que camuflarse, ahora hay sombras, túneles del metro y la misma mala idea. Acierta de pleno al presentar una Los Angeles tomada por la lucha de bandas, provocando que los tiroteos sean continuos y la acción no pare en ningún momento (no sea que nos paremos a pensar todas las cosas que no cuadran). A destacar toda la escena en el metro, o el momento en que el Depredador decide interrumpir una emboscada de traficantes de drogas y la Policía, originales e impactantes sin cortarse un pelo.

El mayor problema que afronta la película es su reducido presupuesto. Está hecha con dos duros, lo que se nota mucho en el resultado: los escenarios son bien cutrillos, los efectos especiales demasiado justitos… Sin tampoco necesitar un gran dispendio, algo más de músculo financiero le habría venido de lujo.

Esto se nota también en el elenco actoral, cuyos secundarios no son precisamente de primera. Danny Glover como improbable héroe de acción es el que debe cargar con todo el peso del film. Aunque ya le habíamos visto como policía en Arma Letal, ahora deber mostrar todas sus facetas de tío duro, cumpliendo con creces. No supura testosterona por los poros como el Chuache ni tiene la letalidad que hemos visto en Bruce Willis. Más bien parece un policía sufrido como Murtaung, superado por la situación pero que, de alguna manera se las arregla para salir adelante.

Una cosa que me hace especial gracia es el calor que exuda la película. Imagino que obligados por un rodaje en el verano angelino, sin poder tirar de escenarios con aire acondicionado, todo el mundo suda horrores. Se notan las gotas resbaladizas por la frente, las axilas mojadas, las manos pegajosas… Lo cual no deja de contribuir a crear una atmósfera incómoda que le viene muy bien al film.

Obviamente, no tiene el efecto sorpresa, ni el derroche de carisma o la testosterona desbordante que mantenía la obra de McTiernan. Aquí ya conocemos al bicho, sabemos a qué viene y no nos pilla de nuevas. A fin de cuentas, todo nos deja una sensación de “ya visto” bastante grande. Es tarea del director, Stephen Hopkins, programar una serie de escenas de acción bien funcionales, sustituyendo con imaginación y oscuridad un presupuesto que da para lo que da.. Dando buena muestra de su experiencia con el terror de bajo presupuesto, Hopkins no se anda con alardes, con un ritmo bien medido y una duración bien ajustada para contar lo que se debe sin que sobre ni falte nada. Copia donde debe, aprovecha la poderosa imaginería asentada y, a fin de cuentas, nos da un más de lo mismo hecho con oficio. Viendo hasta donde llegó a descender la calidad de la franquicia en entregas posteriores, pues oye, ni tan mal.

No estará muy alta en ningún ranking del género pero funciona como entretenimiento vacuo. No engaña, da lo que promete y no se complica la vida. Es una secuela deudora del “lo mismo pero peor” a la que le falta la sorpresa y el encanto de la primera parte. No obstante, cumple con su trabajo.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 5.1 

viernes, 1 de noviembre de 2024

El hombre en el castillo (Philip K. Dick)



Éste es otro libro de estos que lleva siglos en mi  lista de pendientes (puedo confirmar que más de quince años), así que algún día tocaba ponerse con ello. Ya que mi madre se ha puesto con la serie, pues mira, igual vamos a leerlo de una vez, que ya toca.

 

Título: El hombre en el castillo

Autor: Philip K. Dick

Título original: The man in the high castle

Traducción: Manuel Figueroa

“La Segunda Guerra Mundial ha terminado en 1947, siendo los Aliados derrotados por el Eje. Los Estados Unidos han sido invadidos y consecuentemente divididos entre japoneses y alemanes, del mismo modo que Alemania tras su derrota en el «mundo real».

Un autor que se acerca a un escenario como el propuesto se enfrenta al problema de describir cómo sería el mundo si los nazis hubieran ganado la guerra. Dick opta por trazar a grandes rasgos la brutalidad nazi llevada al mundo entero, e incluso al espacio exterior, y elige centrarse preferentemente en la cotidianidad de los americanos derrotados dentro de una cultura japonesa victoriosa.

La acción se desarrolla en 1962 en la costa Oeste de los que otrora fueran los Estados Unidos, ahora PSA, Pacific States of America, zona de influencia japonesa. Los nativos son ciudadanos de segunda clase a pesar de que su cultura es admirada por los vencedores, a tal punto que uno de los mejores negocios es la venta de auténticas antigüedades americanas, como relojes de Mickey Mouse. Este mundo nos es descrito a través de las vidas de Robert Childan, Frank Frink, su ex-esposa Juliana, y Nobusuke Tagomi, saltando la narración constantemente de un personaje a otro.

La trama gira alrededor de tres cuestiones que se tocan por momentos: el comercio en torno a las antigüedades americanas y la valoración que los japoneses hacen de ella, la misión del Sr. Baynes, llegado de Europa, para entrevistarse, con fines aparentemente comerciales, con el Sr. Shinjiro Yatabe, y un extraño libro, censurado por los nazis, que describe a los Aliados victoriosos, escrito por un tal Hawthorne Abendsen, el Hombre en el Castillo al que alude el título.”

Este libro es famoso por la premisa sobre la que se basa en la historia. Fue uno de los primeros a planteárselo y probablemente el primero que lo hizo BIEN. Así, presenta lo que sería el desarrollo del mundo a finales del siglo XX mostrando una evolución lógica a lo que hubiera pasado si los nazis (y por extensión el Eje) hubieran ganado la IIGM. A partir de un “pequeño” cambio (los Aliados pierden la Batalla de Inglaterra), propone cómo habría evolucionado la guerra a partir de ahí y, por consiguiente, el avance del mundo durante los siguientes cuarenta años. Esta concepción es el aspecto más notable del mismo, mostrándose como una reflexión pensada, que tiene en cuenta multitud de detalles.

 Así, El hombre en el castillo presenta una historia alternativa muy convincente en la Hitler y los nazis, la Italia Fascista y el Japón Imperial han sido los ganadores que se repartieron el mundo como “buenos hermanos”. La acción se centra en EEUU, pero Philip K. Dick no se olvida del resto del mundo y deja caer información sobre cómo ya no quedan apenas países libres y – principalmente – los nazis dominan el mundo. Me hace especial gracia el esfuerzo para incluir, a modo de historia dentro de la historia, una especulación de uno de los personajes sobre cómo habría sido la vida en el mundo si los nazis no hubieran ganado. Claro, no puede poner el mundo real (ejem) porque lo basa desde la perspectiva de los personajes, con lo que algunos detalles cambian. Además, la acción se centra en la parte japonesa del país. Por un lado, queda claro lo orgulloso que se siente el Imperio Japonés en su victoria, restregando todo lo que puede al “hombre blanco”, al que considera inferior.  Por otro lado, no puede evitar contemplar como el nazismo se está imponiendo al resto del mundo y queda claro que los japoneses también caerán. Sin embargo, para el pueblo llano, queda el consuelo de que las cosas están mal por aquí, pero los otros están todavía peor.


Para Dick, los personajes son meros vehículos para describir el mundo. Así, no hace un especial esfuerzo en dotarles de gran profundidad. Van de un lado a otro, hacen cosas y poco más. Esto no impide que ese punto de vista que generan sea útil para presentar las peculiaridades de la sociedad.

El que tiene más páginas es el anticuario Robert Childan. Especializado en el siglo XX que fascina a los japoneses actuales, conoce bien todos los entresijos de la época para esquilmar todo lo que puede a sus ricos clientes. Sabe que los japoneses son escoria, pero es bien consciente de que los otros son todavía peores. Realiza un esfuerzo continuo para no meterse en política, pero, obviamente, es una cosa bastante difícil en estos tiempos.

Pronto entra en contacto con Frank Frink¸ un granujilla que se ha metido en un negocio de falsificaciones, pero que es testigo de algo que no debe ver. Así, debe salir por patas de la ciudad, aprovechando la situación de emprender un viaje por medio país con la idea de recuperar el amor de su ex Juliana. Ésta es una joven llena de recursos y todavía más redaños que no tiene ninguna intención de volver con Frank. No obstante, aprovechará sus atenciones para que le lleve a conocer con el autor del libro La langosta se ha posado – que describe una ucronía en la que los nazis son derrotados -, que vive recluido en su mansión, el llamado “Hombre en el castillo”.

Finalmente, tenemos a Nobusuke Tagomi, un ejecutivo que ansía lo mejor para su pueblo, desengañado porque lo que fue una conquista gloriosa se está convirtiendo en la perdición de su país, pues prevé un futuro funesto en la inevitable confrontación con Alemania. Con él contemplamos como viven los conquistadores, dejando claro que las cosas han traído menos prosperidad que la que algunos deseaban.

Como veréis, he dedicado muchos esfuerzos a explicar el planteamiento y el desafiante mundo que genera Philip K. Dick y apenas nada en la trama. Esto se debe a que a Dick no le interesa mucho desarrollar una historia, que está casi porque debe estar, apenas una excusa para que tengamos una novela y no un ensayo raro. Como un ejercicio de construcción de mundo, lo que tenemos entre manos sobrepasa en mucho el excelente. Quizás el mayor inconveniente a la hora de leer el libro hoy en día es que debemos conocer en profundidad los grandes hechos que acaecen en el mundo en la época 1935-1955, que son convenientemente tergiversado para dar lugar al futuro ucrónico del libro. Además, los detalles que se dan tienen profundidad, sumergiéndonos en un mundo que es tan terrorífico como impresionante. Además, el detalle de situarse en el bando japones le añade un choque todavía más grande desde el punto de vista cultural y los valores que priman en la sociedad. Eso sí, luego tenemos una serie de eventos que no tienen una especial importancia más allá de llevar a los personajes a los lugares adecuados para que entendamos como es el mundo y un desenlace que es otra vuelta de tuerca curiosa al planteamiento inicial.

Porque el desenlace también tiene su enjundia. Gracias al libro La Langosta se ha posado tomaremos conocimiento de otro mundo alternativo al “real” de los personajes en el que los Aliados ganan la guerra, pero que no es el que nosotros conocemos. Además SPOILER queda implícito que los personajes – especialmente El hombre en el Castillo – llega a ser consciente de ser un personaje literario en el que su realidad es una ucronía, pero que al mismo tiempo ha generado – no por sus manos – un tercer mundo en el que el Eje perdió de una tercera manera. En fin, una voladura de tarro de lo más bonita, que rompe casi cualquier idea preestablecida que pudieras tener FIN DEL SPOILER.

En apenas 216 paginitas tenemos una construcción del mundo al alcance de muy pocos. Al mismo tiempo, tenemos una exploración en profundidad de la moralidad de los Imperios, la poca diferencia que supone a veces considerar que un bando de la guerra es mejor que el otro; si realmente importa quién gana la guerra, o si, en un escenario de una complejidad moral tan grande, la intolerancia y la maldad prevalecen o si los humanos pueden dirigirse hacia un lugar moralmente correcto (y si es que eso importa). Además, debemos tener en cuenta que el libro se escribe en 1968. La IIGM apenas hace 20 años que acabó, muchas heridas seguían abiertas y, sobre todo, a la ciencia-ficción le faltaban muchas obras por ser escritas. Cualquier veterano lector del género verá aquí el lugar desde donde parten mil influencias en las obras que se escribirían en los siguientes 30 años, una buena prueba de su importancia.

Hacía tiempo que un libro no me estimulaba la mente y me obligaba a ir a tope como éste. Sí. Es racista, sexista y tiene unos sesgos del tamaño de portaviones, pero tiene una construcción del mundo tan bueno en un espacio tan reducido que uno no puede sino fascinarse con el resultado. Lástima que la historia luego no acompañe, porque la premisa es poderosa con ganas.

 

Nota: 8

Nota goodreads: 3.61/5