Coñe, hacía mucho que no leía libros de Warhammer, ya
tocaba. ¿no? Que ganas de desempolvar las miniaturas y volver a lanzar los
dados. ¡ay si tuviera tiempo!!
Título: Helsreach
Autor: Aaron Dembski-Bowden
“Cuando el
mundo de Armageddon es atacado por los orkos, el Capítulo de Marines Espaciales
de los Templarios Negros están entre los enviados a protegerlo. El Capellán
Grimaldus y su compañía de Templarios son encargados de la desfensa de la
Colmena Helsreach de los xenos invasores. Pero a medida que los números de los
orkos crecen y el de los Marines Espaciales disminuye, Grimaldus se enfranta a
un asedio desesperado en un templo Imperial. Determinado a vender caras sus
vidas, ¿resistiran los Templarios el tiempo suficiente para recibir refuerzos,
o su sacrificio será en vano?”
Éste libro es el primero que se publicó en España de la
colección “Batallas de los Marines Espaciales”, una colección destinada a
relatar los momentos más heroicos de los Marines del Dios-Emperador de la
Humanidad, con la idea de dar a cada uno de los capítulos más importantes un
libro donde lucirse y quedarse a gusto. En este caso, el primer número se
centra en los Templarios Negros, los más devotos dentro de los más devotos de
los Marines Espaciales, tanto que viven en una Cruzada continua (literalmente)
contra los enemigos del Emperador.
La novela se centra en una de las defensas más “famosas”
del ejército que se pueden encontrar en el trasfondo. Lo más curioso es que no
hay una trama como tal. Simplemente se va a coger una campaña y se te va a
novelizar, como si, no sé, se hiciera una novela relatando las batallas de
Gustavo Adolfo de Suecia arrasando las tierras danesas. Ya normalmente los
libros de esta franquicia suelen tener la trama como mera excusa para las
escenas bélicas, pero en este caso es más exagerado: no hay argumento como tal:
los orkos atacan, hay que resistir. Y punto.
Aunque no se te dan muchos detalles, la batalla se sitúa
dentro de la gigantesca campaña de Armageddon, en la que se tenía que defender
un planeta de importancia vital en el sector galáctico de la invasión orka más
gigantesca de la que se tiene memoria. Eso significa muchos muchos muchos
orkos. Por ello se juntaron ejércitos tan descomunales como no se habían visto
desde los tiempos de la Herejía. Una compañía de Templarios Negros (capaces de
conquistar planetas, aquí empequeñecidos ante la magnitud del enemigo) al mando
del reclusiarca Grimaldus son los encargados de defender la colmena Helsreach
hasta sus últimas consecuencias.
Así pues, el libro no es que tenga un gran desarrollo
argumental. Lo que sí tiene es acción a raudales de la mejor calidad. Aaron
Demski-Bowden se está haciendo un nombre dentro de la franquicia cuando se
trata de hacer las cosas a lo grande. Realmente, consigue generar la sensación
de que vienen tropecientos millones de orkos a por ti y que las posibilidades
de supervivencia oscilan entre nulas e inexistentes. Los protagonistas sufren
con cada parcela de terreno que conquistan (o pierden), las probabilidades
están abrumadoramente en su contra y se levantan todavía, heridos y agotados,
perdiendo hermanos de batalla, pero dispuestos a luchar una vez más.
Curiosamente, el hecho de que no haya una historia como
tal no impide a Demski-Bowden desarrollar a sus personajes, variados y
carismáticos todos ellos.
El principal de ellos es el Reclusiarca Grimaldus, recién ascendido a mandamás y sostén moral
de sus soldados. No se acaba de sentir digno de la tarea que se le ha
encomendado y duda a cada instante, con la casi certeza de que cualquier error
le condenará. Sin embargo, de puertas afuera debe mostrarse como el más devoto
de los devotos soldados a los que debe liderar, incluso a pesar de que el resto
de la tropa no está del todo de acuerdo con su ascenso.
A diferencia de lo que estamos acostumbrados, esta vez
los Marines no luchan solos, acompañados por un puñado de destacamentos de la
Legión de Acero de Armaggedon, humanos que luchan por defender su tierra natal.
Es muy curioso comprobar el contraste que hay entre los debiluchos y aterrados
humanos y los poderosos marines, y el desdén de estos últimos para con el resto
de soldados de la Guardia Imperial, a los que consideran inferiores e indignos
de luchar a su lado. Después de todo, los Templarios no luchan para proteger la
colemena sino por la Gloria del Emperador.
De entre los humanos destaca el Soldado Andrej, un novato
que se ve obligado a aprender demasiado rápido sobre los horrores de la guerra
y que desarrolla un curioso sentido del cinismo para soportar el día a día en
el frente. Consciente de que cada momento puede ser el último, se las arregla
para sacar punta a cualquier situación y aportar una chispita de humor que va
perfecta para sacarte unas sonrisitas, sacar a sus superiores de quicio y
relajar un poquito el ambiente.
Del resto de personajes conviente destacar también al
Sacerdote de la Forja Jurisian, un
Templario forjado en el Mechanicum de Marte, que maneja una paleta diferente de
pensamientos, debido a la influencia de las máquinas. Mucho más frío y
calculador, con un punto de humor negro que no esperaríamos encontrar en un
Marine. Se pasa casi toda la novela reparando un robot… y es una pasada.
También la Princeps Zarha, piloto del más importante de
los titanes de la Legio Invigilata. Vieja y sabia, pero también llena de
orgullo y arrogancia. Se ve obligada a luchar una guerra que no le viene a
cuento y de la que probablemente no saldrá viva, por puro sentido del deber (lo
que no le acaba de gustar). Además, debe luchas de manera continua entre sus
prudentes pensamientos y la influencia visceral del Dios-Máquina al que está
conectado, que no desea otra cosa que masacrar a sus enemigos sin pensar en
temas como la prudencia o la táctica militar. Sus diálogos con Grimaldus no
tienen desperdicio, especialmente cuando debaten sobre hasta donde llega el
sentido del deber y cuándo es más conveniente retirarse.
Por medio, hacen un pequeño cameo unos cuantos pesos
pesados del trasfondo, como el “viejo” Yarrick, tan lleno de carisma como de
mala leche o el Mariscal Helbrecht, el arquetipo del soldado dedicado. También
se pasan por allí unos cuantos Marines del Capítulo de los Salamandras, y
resulta curioso comparar la diferencia de tácticas, prioridades y creencias que
hay para con los Templarios, pues los Salamandras están mucho más centrados en
salvar cuantas vidas humanas sea posible antes que regodearse en su sentido del
honor (como hacen los Templarios) y no retroceder nunca o avanzar para masacrar
enemigos sin tener en cuenta el número de bajas. Es todo un contraste.
El único pero que he sentido es que, como jugador
veterano de Warhammer 40k, conozco en profundidad todo lo que ocurre en
Armaggeddon (es lo que tiene estudiar “historia”), con lo que sabía, a grandes
rasgos, que iba a ocurrir en cada momento, por lo que perdía un poco de épica.
Para que negarlo, esperaba un pastiche de tiros para leer
sin pensar y punto. Sin embargo, me he sorprendido encontrando una animalada de
diversión en forma de explosiones, emoción y épica. Un placer para todos
aquellos ávidos de novelas de acción, seguidores de la franquicia o necesitado
de un libro desengrasante con el que te puedas flipar sin necesidad de pensar
mucho. Si estás dentro del género, te dará una semana de la mejor diversión.
Nota: 8
Nota goodreads: 4.09/5
Disfrutable hasta el extremo, con lo que un 9 sería
perfectamente aplicable, pero un par de agujeritos de guión y falta de detalle
y profundidad en alguos momentos le acaba bjando un poco la nota.
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