Después de Helsreach,
me apetecía seguir con los libros de Warhammer, así que decidí retomar la
Herejía de Horus allá por dónde la había dejado, en la entrega Nº13 de la
misma. Llevo un poco de retraso, ¡que ya van por el Nº25!
Título: Némesis: La guerra en la sombra
Autor: James Swallow
Título original: Nemesis
“Dos años después de
la horrorosa matanza de Isstvan IV, Horus le declara abiertamente la guerra al
Imperio. Pero en las sombras del Palacio del Emperador un grupo de sujetos
poderosos se reúne. Su plan es enviar un equipo de asesinos que ejecute al
Architraidor Horus y así acabar con la guerra por el dominio de la galaxia
antes de que ni siquiera comience. Lo que no saben es que Horus y sus aliados
ya han iniciado su propio plan, igual de siniestro, para acabar con el
Emperador.”
Después
de que la Herejía de Horus se ha desvelado (creo recordar que en el libro 7),
la saga se ha dedicado a ponernos al día de todo lo que ha ocurrido durante
esas fechas fuera del foco principal de la acción. Así pues, hemos visto lo que
ocurría en Marte, los problemas de los Ultramarines, las unidades de las
Legiones traidoras que desconocen su deserción, Próspero… En Némesis la atención se entra en iluminar
las sombras que habitan tras las sombras, el Oficio Asasinorum que elimina
discretamente a los enemigos del Emperador. ¿Qué mejor que enviar a los más
brillantes asesinos de la Galaxia para acabar con el Archienemigo?
La
autoría del libro recae en James Swallow, que destaca por ser uno de los
autores menos imaginativos de la franquicia. En los comentarios finales del
libro, agradece la inspiradora y vital contribución de otros autores como
Graham McNeill o Dan Abnett. Dicho esto, y después de haber leído la novela, me
queda la duda de cuantas páginas ha acabado escribiendo cada cual, como si la
“ayuda” de los pesos pesados de la franquicia tuviera una presencia, digamos,
excesivamente importante. Se aprecian claramente tres estilos diferentes a la
hora de componer las escenas de acción y desarrollar la trama, como si el libro
no fuera otra cosa que un compendio de mini-relatos pegados y agrupados según
venían escritos. Las luchas estelares son muy deudores del estilo que McNeill
utiliza cuando la acción toma escalas masivas; por otro lado, las escenas de
acción son muy diferentes entre sí, como por ejemplo el contraste entre el
primer asalto del Eversor a las tropas (en la que apenas se te dice que está
matando malos y punto) o la lucha final de la Callidus, todo un lujo de ritmo y
coreografía, con la prosa peliculera característica de Abnett. Además, toda la
conspiración de Lanza y los Agentes Comerciales es decididamente suya. Parece
casi que los otros tuvieran unos cuantos capítulos escritos y Swallow se
hubiera limitado a “rellenar los huecos”. Es
algo que llama mucho la atención, de vez en cuando la acción “sucede” y en
otros, “se te cuenta que sucede”, con el consiguiente efecto en el ritmo y el
disfrute.
Para
rematar la jugada, tampoco es que la historia llame mucho la atención: por un
lado, tenemos el proceso de reclutamiento de este grupo de asesinos para su
misión, que se produce con excesiva parsimonia; por otro, tenemos la
investigación criminal de un asesino muy expeditivo en un planeta perdido de la
Galaxia en el que, ¡Oh, casualidad! Horus va a hacer una visita y Erebus ha
plantado la semilla para crear un Asesino del Caos. Obviamente, todas las
misiones confluirán en un clímax pretendidamente épico que no ha acabado de
llenarme más allá de un par de momentazos contados.
Pero
bueno, vamos a los personajes, que son muy característicos de cada uno de los
diversos tipos de asesino que tenemos en el mundillo del 40k. La gracia es que
mientras los jugones ya los conocen y verán que están bien trasladados, los
profanos no se sentirán perdidos, ya que se introducen con acierto, explicando
su idiosincrasia sin volverse pesados.
El
equipo está liderado por el Asesino Vindicaire,
el francotirador paciente que más nos puede recordar a los videojuegos de Splinter Cell o similares. Calculador
como los mejores James Bond, siempre tiene un plan secreto con el que salir
adelante, es un soldado taciturno perfectamente consciente de que debe hacerse
“lo que debe hacerse” sin importar el coste y quién cae en el camino, lo que le
causará ciertos problemas a la hora de liderar el grupo.
Aunque
no sea el personaje más importante, el más inesperado y mejor construido es la
Asesina Culexus.
Concebida como una asesina de psíquicos, en este caso es una paria criada casi
dentro de un laboratorio, que no entiende muchas convenciones sociales y no
sabe muy bien qué hacer con su vida, más allá de acabar con el objetivo que se
le asigna. Se me hace muy entrañable como mezclan su letalidad y su ingenua
manera de ver el mundo. Se muestra siempre dispuesta a aprender algo nuevo y
disfrutar de lo bonito que tiene la vida pero al mismo tiempo no tiene el más
mínimo inconveniente en reventar la cabeza a un puñado de soldados enemigos.
El
tío duro del grupo es el Asesino Eversor. Descritos
como seres sedientos de sangre que no saben pensar, este Eversor en concreto sí
se presenta como un descerebrado asesino pero, una vez calmado, se transforma
en un simple Vegeta de tres al cuarto. No esperaba que tuviera mucha
personalidad ni tampoco la tiene, pero me sorprende el contraste que se produce
entre el baboso destripador cuando se pone el mono de trabajo y el malhablado
gruñón cuando descansa. Un “quiero ser malote pero no llego” de manual.
La
siguiente del pack es la infiltradora asesina Callidus. Con ella se
ha realizado un trabajo muy bueno para asemejarse a la imagen que todos los
jugones tendríamos de la misma: un ser que ha pasado por tantas personalidades
que ha perdido la suya propia y se convierte en Nadie cuando no se encuentra en
una misión. Se acerca tanto al tópico que acaba por no tener ningún tipo de
gracia o hecho diferencial de ningún tipo. Cuesta reconocer cuando es ella
quién habla o actúa, más allá de que es letal y punto. Por lo menos Swallow
Abnett le permite tener un momento de gloria con una pelea de las más rebonicas
del libro.
Los
dos tipos de asesinos que no hemos visto antes en la franquicia son bien
diferentes pero molan a su modo. Sabíamos que existía el tipo Venenum,
especializado en los venenos (obviamente). A pesar de querer darle
características especiales a la asesina Venenum del grupo, su modus operandi se
parece demasiado a una Callidus venida a menos, siendo la asesina con menos
gracia de todos. Sin embargo, también es quién tiene la personalidad mejor
desarrollada, arrastrando traumas del pasado que la condicionan. Mientras que
el resto de asesinos pasará delante de todos para cumplir la misión, su celo
para evitar los daños colaterales es inesperadamente puritano. Se convertirá en
el puntal sobre el que gira toda la misión, especialmente cuando se empiecen a
desvelar secretos que era preferiría mantener ocultos.
El último de los tipos de asesino que
encontramos en el grupo es el Vanum.
De éste no habíamos oído hablar nunca, pero pronto aprendemos que se
especializa en el control de la información y su uso discrecional para abatir
objetivos. A medio camino entre un espía clásico y un hacker, resulta extraño
encontrar un personaje de este estilo en el brutal mundo del 40k. Aunque su
aura de patán friki de las cosas mecánicas mola, no casa de ninguna manera con
la forma de comportarse que tendría un adepto del Mechanicus. Un seguidor de la
tecnología del siglo XXI chirría mucho con la idiosincrasia el Universo y
seguro provocará espumarajos a los puristas del trasfondo.
Así
mismo, también encontramos el compendio de cameos obligatorio en estas
propuestas: Rogal Dorn, Erebus, Horus e incluso el Emperador hacen una breve
aparición para recordarnos que esta novela ocurre durante la Herejía, añadiendo
un poco de épica y trascendencia a una historia que no acaba de tenerla.
Cada vez me gustan menos los libros de Swallow. A pesar
de que La huida de la Einsestein era
de lo más disfrutable, sus flojísimas historias de los Ángeles Sangrientos y
ésta entrega de la Herejía de Horus se hallan entre los libros más
prescindibles de la franquicia. Un autor irregular, cuanto menos..
Si bien me hace gracia que la franquicia dedique algunos
libros a aquellos ejércitos menos populares con un papel secundario en el
destino del universo (estoy pensando en la novela de la Legión Alfa, por
ejemplo), en este caso es un factor que lastra la propia epicidad del libro.
Tenemos a los mayores asesinos de la galaxia en uno y otro bando, pero nada de
lo que hagan afectará al statu quo de
la Galaxia (detalle que el versado en el trasfondo conoce sobradamente), lo que
le quita mucha gracia al libro. Por si fuera poco, la manera en que confluyen
los dos grupos de súper-asesinos con una investigación criminal “standard” es
de lo más forzado, increíble incluso para los estándares que se suelen manejar
en la franquicia.
Swallow ha compuesto una entrega bastante irregular, que
va de un lado a otro sin control y mezcla páginas brillantes con capítulos que
no aportan nada al entretenimiento. Se ha leído sin dificultad, pero no tiene
nada que lo haga destacable. Los personajes no tienen personalidad más allá del
tópico y la cantidad de veces en que la acción “se te cuenta” en vez de “verla”
le hace bajar aún más enteros. No es el más flojo de la saga (los hay peores)
pero no es un libro a recomendar más allá de a los completistas y,
decididamente, no ha sido un gran retorno a la Herejía.
Nota: 2
Nota goodreads: 3.66/5
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