Cuando el argumento de una serie propone las luchas del
mayor guerrero nasocapilar para proteger a una de las últimas personas con pelo
de las escuadras rapadoras del emperador Calva Brillante IV, está claro que no
estamos hablando de una propuesta muy normal que digamos.
Bo-Bobo sigue a la perfección el patrón del shonen más
clásico, nada que no hayamos visto mil veces en Naruto o DragonBall: un grupo
de buenos se enfrentan a unos malos malosos, con sus grupos de secuaces y sus
ansias de dominar al mundo. Cada vez que vencen a un nuevo enemigo, aparece un
malvado mas bestiajo, por lo que es necesario un poco de entrenamiento místico,
se añaden unos power-ups y a por él. Rinse and Repeat. De vez en cuando nos
montamos algún torneo de artes marciales porque pasaba por ahí y vamos
haciendo.
Lo que diferencia a Bo-Bobo del marasmo de propuestas de
este estilo es que es el primero en lanzarse sin tapujos hacia una piscina muy
peligrosa: se autoproclama la abanderada del absurdo y la estupidez, parodiando
de la manera más feroz todos los tópicos del shonen japonés, pervirtiéndolo
hasta límites insospechados y retratando la falta de imaginación de la gran
mayoría de autores del género. El objetivo de esta serie –producto de un grupo
de japoneses chiflados que estaban hasta las narices del ejército de los clones
que siguió a las sucesivas entregas de DragonBall- es el de dejar patente los
ridículos argumentos sobre los que se basan estas series. La absurdez campa por
doquier, pero no por ello los mecanismos que mueven los shonen dejan de ser
válidos.
Por ello, se hace dificil etiquetar a esta serie. No es
una comedia porque sigue los esquemas del shonen, pero no puede negarse que es
una épica parida. Creo que es el anime con el que me he echado las más brutas
carcajadas que recuerdo. La verdad es que no hay ninguna serie anterior que se
parezca a Bo-Bobo, no hay un “patrón” con el que compararla. Se puede definir
como una histriónica y disparatada serie de personajes totalmente absurdos y
excéntricamente variopintos, como si mezclaras las series de Tex Avery con
todos los tópicos japoneses, salpicas un poco de cultura occidental trasnochada
y lo rematas con unos toques de dadaísmo perfectamente incoherente.
Ataque poderoso y desconcertante |
Ya desde un primer momento, cada personaje está más pallá
que el anterior: Bobobo es el mejor héroe que puedas haber visto, luchando con
los pelos de la nariz y contando con el poder de la amistad (jeje), y además
con la voz de Johnny Bravo, con un par. Sus compañeros de lucha son Don Patch,
una suerte de hámster criado como un perro con tendencia a trasvestirse que
quiere más protagonismo en la serie y mi personaje favorito de la serie, Togoro
Tennosuke, una gelatina de alga con problemas de autoestima que sueña con ser
el guerrero más poderoso. Pero ahí no queda la cosa: Softon es coherente y
serio, pero su cabeza es una caca de Arale; Heppokomaru lucha a base de
ventosidades (y sus ataques tienen nombre de meses del año); Destapeman, bueno…
se desnuda (con deslumbrantes resultados), y si sigo con los malos no paro,
porque no hay ninguno que no sea para dar de comer aparte. ¡Llorando de risa que me han dejado!
Una serie en que una imagen como ésta es normal... |
Yo me lo he pasado más que en grande con ella pero ojo,
no es una serie que se pueda recomendar fácilmente. Es un producto tan
particular que su capacidad para hacer salir volando a la mayoría de los
espectadores… no se… IT’S OVER 9000!!!! Es demasiado rara, absurda y chorra
para casi todos, pero luego te brinda momentos como la llegada de la mujer
torpedo, la aparición de los padres de Bo-Bobo o el Rey Nasocapilar, que son
simplemente sublimes. Si te gusta el humor absurdo y tienes la oportunidad de
verla desde el inicio (pillarla a mitad sería bastante suicida), es de las que
te deja prendado. Sin embargo, cuidado con verla del tirón: satura. Los chistes
se acaban volviendo repetitivos y pierde gracia. Bo-Bobo es ideal para ver en
pequeñas dosis, especialmente entre capítulos sesudos de series de más empaque,
donde se muestra demencialmente buena.
Quizás sería ideal para los amantes del shonen que no
sientan la más mínima vergüenza ajena y quieran disfrutar de una experiencia
diferente. Sus chorradas e idas de olla no deben esconder unas ideas muy
gamberras y un ingenio muy afilado para ridiculizar todos los tópicos habidos y
por haber. Échale un ojo al primer capítulo. Si te gusta, quédate. Si no es
así, ni se te ocurra volver. En cualquier caso, nunca habrás visto una serie
igual.
Nota:
MJY/(&T·hui77RFYAU*^¨Ç (Se pronuncia “Cro-que-ta”)
Nota
filmaffinity: 6.2
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