Mario Vargas-Llosa es un escritor con el que mantengo una
relación un tanto curiosa. Por un lado su persona me cae bastante mal y
defiende unas ideas en muchos casos bastante -muy- alejadas de lo que considero
decente y cada vez que habla me dan ganas de lanzarlo por la ventana. Sin
embargo, su calidad como escritor consigue que incluso sus libros más insulsos
se conviertan en un placer. Es todo un gozo leer libros tan bien escritos.
Título: La tia Julia y el escribidor
Autor: Mario Vargas Llosa
“La relación
amorosa del joven escritos Varguitas con una mujer de su familia mayor que él,
la tía Julia, y la desaforada presencia del folletinista Pedro Camacho en la
misma emisora de radio donde Varguitas trabaja son las dos historias en que se
vertebra el argumento de La tía
Julia y el escribidor.
La noble
pasión amorosa entre la tía Julia y el aprendiz de novelista, que la sociedad
limeña de los años cincuenta trata por todos los medios de impedir se combina
con las narraciones truculentas del folletinista de las ondas.”
Aunque no te lo dice en ningún momento, Vargas-Llosa
realiza aquí un pequeño juego narrativo en que se te mezclan por un lado las
desventuras de su “yo” juvenil –es presentado como una suerte de autobiografía-
y los relatos que uno de los personajes, un escritor (escribidor) realiza para
la misma empresa donde trabaja Vargas. Los capítulos se alternan pero abundan
los detalles y los hechos acaecidos que se influencian unos a otros, la
“realidad” de Vargas afecta a las “creaciones” de Camacho y viceversa en un
juego curioso entre verdad y ficción.
Por un lado, las desventuras amorosas de Varguitas el pringaete aspirante a
escritor no me han interesado demasiado. Éste es un atontado ingenuo que se
divide entre sus lejanos sueños de escritor que además se ha ligado con esfuerzo cero al
bellezón de la familia (política). Entre que se presenta como si fuera una
referencia autobiográfica y al chaval le va todo “demasiado” bien, me parece que
a Vargas-Llosa le gusta alardear que era todo un seductor.
Un "Pedro Camacho" clavadito, clavadito... |
Por el otro, Pedro
Camacho se nos es presentado como un afamado y excéntrico escritor de
culebrones de éxito. Centrado absolutamente en su trabajo, que considera el
arte supremo (aunque luego escriba historietas como churros), revoluciona
completamente el género, pero luego poco a poco sucumbe al exceso de trabajo y
se empieza a volver loco, mezclando las
múltiples tramas que escribe con la realidad y perdiendo poco a poco la capacidad
de distinguir que ocurre aquí y allá, con personajes inventados que aparecen en
los periódicos o referencias imposibles de un lado a otro.
Realmente, me han interesado mucho más las historias que
va presentando Pedro Camacho, concebidas como si fueran los primeros capítulos
de la sucesión de los culebrones de éxito que es capaz de vomitar
continuamente. En más de una me he quedado con las ganas de conocer qué ocurre
después y como continúa la historia. Además, resulta gracioso como el propio
Pedro Camacho se esfuerza para que quede claro que él es el único escritor que
sabe crear buenas historias y que el resto no son más que meros advenedizos (¿chinita
del autor?).
Cuando la locura de Camacho aumenta, se filtran
personajes de unas historias a otras e incluso empiezan a aparecerse en la vida
real, a la que cada vez se le va más la pinza, lo que puede dar a entender que,
quizás, la historia de Varguitas no es más que otro de los culebrones de
Camacho, que éste sí se nos cuenta entero.
Entre que le cuesta empezar y que luego se convierte en
un esperpento, se hace muy fácil aburrirse y no llegar a cogerle el truco a la
novela. Sin embargo, coñe, qué manera de
escribir. Vargas-Llosa es un espectáculo como pocos a la hora de escoger
siempre la palabra adecuada para describir un ambiente, mostrar una actitud o
provocarte una sensación que no esperabas. Qué desafiantes son los retos en los
que se mete y qué bien le sale este juego de fantasía y realidad por puro gusto
onanístico. Y por otro lado, qué culebrones se inventa, mucho mejores de los
que me tragaba cuando quedaba con mi abuela (¡un beso!) cada veranito. Este hombre
está repleto de pura pedantería, pero no puedo evitar disfrutar con la calidad
con que escribe.
La tia Julia y el Vargas Llosa reales |
En resumen, La tia
Julia y el escribidor se planta firmemente a medio camino entre un
ejercicio de estilo muy particular y una novela desengrasante que no debería
tomarse muy en serio. A pesar de su “nula” historia y sus cuestionables
decisiones, se convierte en un libro muy bien escrito que a buen seguro hará disfrutar
a todos los seguidores del autor o que gusten de leer una novela romántica muy
diferente a lo normal.
Nota: 5
Nota anobii: 3.9/5
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