Leons Tolstoi es uno de los autores más conocidos de la
historia de la literatura. Es verdad que encontramremos pocos lectores que
hayan leído en profundidad la mayoría de sus obras y menos aún que sean capaces
de nombrar hechos importantes de su vida, pero casi toda persona con una
culturilla media te será capaz de sacar un par de títulos de este autor (Guerra
y Paz, Crimen y Castigo…). Esta producción anlgo-ruso-alemana busca justo poner
luz a los últimos días de Leon Tolstoi, desconocidos para casi todo el mundo
occidental.
Para ello se usa como excusa la contratación de un nuevo
secretario que trabajará en la gestión de sus propiedades. A través de él nos
introduciremos en la agitada vida de este mítico autor, pues sus muchos hijos
se disputan su herencia (con él en vida), no queda claro quen es el
beneficiario de sus derechos de autor y se producen muchas tensiones entre sus
familiares y su club de fans (ejem). Realmente tenía una vida algo movidita.
El mayor problema de la película es que no se realiza
ningún esfuerzo en ubicarte en el tema y si no conoces de antemano qué papel
ocupa pada personaje en el fregao, es muy fácil perderse. Lo mismo ocurre con
la figura de Tolstoi, que se ha convertido –muy a su pesar- en el mesías de una
religión que servirá de germen al comunismo, en la que contrasta la idea de
intentar seguir una vida austera en la que todo es de todos mientras el dinero
que producen sus libros le sale de las orejas.
Entre todas las intrigas, orbitan también las opiniones
que Tolstoi tenía sobre la religión, sobre las que reflexionaba
-soterradamente- en sus libros: ¿Cómo se puede construir una utopía si se
olvida la dimensión más humana e inmediata? ¿Qué derecho tiene el ideal del
bien supremo para sobreponerse a las flaquezas sentimentales? ¿Es posible
inculcar un ideal universal en un mundo donde la gente tiene mil modos
diferentes de llegar a la alegría?
Por si imbuir tods estas ideas en el metraje os parecía
poca cosa, se debe añadir las múltiples lecturas que se pueden sacar del título,
tratadas de mayor o menor manera dentro del film: la última estación es tanto
el lugar donde muere Tolstoi como el estado de senectud y paz al que se llega a
una edad avanzada, como aquel estado de feliciadad al que cada persona debe aspirar y, ¿por qué no?, la propia sociedad.
En conjunto se trata de una propuesta agreste para un espectador que ofrece facilidades para implicarse a la historia a menos que uno ya venga motivado
de un inicio. Además, el recurso de tirar de un secretario para “suplantar” al
espectador a modo de vehículo para contarnos la historia está demasiado
forzado, pues su presencia en la casa –y en la historia- es un pegote que no
tiene la más mínima influencia o importancia, podría no estar en ella y
acabaría ocurriendo exactamente lo mismo. De la misma manera, no entiendo el
motivo de gastar un puñado de minutos de un metraje ya dilatado de por sí en
una trama romántica que no lleva a ningún lado más que a despelotar a una de
las actrices.
Sin embargo, la gran factura técnica de la producción
ayuda a sobrellevar la densidad de su mensaje. Cada plano es, en sí, un placer
para la vista y denota un esfuerzo econónomico y temporal notable. Es,
claramente, una película muy bonita de ver con multitud de planos de innegable
belleza, retratando con maestría la campiña rusa, la fastuosidad de los trenes
y sus mansiones y la bucólica vida del pueblo llano. De la misma manera, el
guión se ha trabajado enormemente para aportar frescura en un tema muy
farragoso, con un ritmo inesperadamente vivo –para tratarse de un biopic- que
impiden que lleguemos al aburrimiento. En todo momento da la impresión de que
va a ocurrir algo importante y eso nos mantiene con ganas de seguir viendo la
película.
Y luego están Christopher Plummer y Hellen Mirren.
Simplemente inmensos. Ambos logran una impresionante química como venerable
pareja y se nos hace muy fácil creer que efectivamente son la legendaria pareja
rusa. Sólo por disfrutar de su actuación ya vale la pena echar un visionado de
esta película, especialmente si eres de los que pueden disfrutar de un buen
trabajo actoral aunque la historia no te llegue a interesar. Lástima que el
resto de los secundarios no se lo tome tan en serio como ellos.
Mi impresión es que La
última estación no sabe qué película quiere ser y se queda a medio camino
entre el drama filosófico/histórico, el biópic y la comedia romántica. Ningún
aspecto técnico de La última estación se
aleja de la máxima corrección y pulcritud, pero no consigue
transmitir la pasión de unos hechos que aquí solo aparentan ser los desvaríos
de un grupo de gente un poco excéntrica. Suerte tiene el film que los actores
principales deciden realizar un trabajo deslumbrante que salva la papeleta de
una historia excesivamente densa para una película al uso y de un director que
cae demasiado en el academicismo. El disfrute que Plummer y Mirren proporcionan
convierten el film en una experiencia agradable a pesar de sus fallos.
Nota:
5
Nota
filmaffinity: 6.3
No hay comentarios:
Publicar un comentario