Llegamos ya al libro 8 de la Cesta, una edición vetusta
de un libro de ciencia-ficción de una era primigenia, dónde los autores
empezaban apenas a alejarse de la ingenuidad de las propuestas más idílicas y
utópicas.
Título: Los humanoides
Autor: Jack Williamson
Título original: The humanoids
“Llegaron
de un remoto planeta mucho más allá de la Tierra. Robots benévolos con el único
propósito de servir al hombre en todo momento, acabar con las guerras y las
enfermedades tanto físicas como espirituales, conseguir liberar al ser humano
de cualquier daño. Pero su actuación convirtió a los hombres en meros
espectadores pasivos de un mundo feliz en cuyo desarrollo ya no podían tomar
parte.
Así, un
grupo de anarquistas psíquicos decidió terminar para siempre con esos
invencibles benefactores. Y Clay Forester tuvo que enfrentarse al más terrible
dilema de su vida: luchar por el derecho de la humanidad a esforzarse y sufrir
por su destino, o rendirse al implacable imperativo de los humanoides sin hacer
absolutamente nada.”
Una de las cosas más curiosas -al menos de mi edición- es
que el libro contiene dos versiones de la misma historia, o al menos dos
historias basadas en el mismo concepto, pero que reciben un tratamiento
completamente diferente, que tiene origen en la propia génesis de este libro.
Concebido originalmente como un relato corto, “Con los
brazos cruzados” es el cuento primigenio. Sus exiguas treinta páginas se
acercan más al cuento de terror que a la ciencia-ficción, mostrándonos la
aplastante llegada de los humanoides, los robots perfectos, a la Tierra y como
destruyen cualquier resistencia al mostrar las bondades de su benigna
influencia… aunque rematadamente aterradora.
El relato gustó tanto al editor de Jack Williamson que le
exigió alargarlo hasta el formato novela. Éste, no muy contento con el
resultado que obtenía al continuar la historia, decidió darle una vuelta de
tuerca a partir de un acercamiento decididamente más cercano a la
ciencia-ficción, con un conflicto claramente representado e importantes
reflexiones sobre nuestra sociedad.
El "Yo, Robot" de Will Smith bebe mucho de ésta novela |
A pesar de su concepción como aparente novela de invasión
extraterrestre, Los humanoides afronta las transformaciones de la sociedad
que tienen lugar debido al progreso tecnológico. Su llegada va a revolucionar nuestras
existencias: la manutención y el cuidado de cada ser humano está garantizado.
El trabajar para vivir se ha terminado. De acuerdo con la pirámide de Manslow,
todo el mundo ha sido trasladado directamente al último piso, sin pasar por la
casilla de salida y sin cobrar los 20.000. Es el avance tecnológico máximo, que
protege para siempre el futuro de la humanidad. Sin embargo, seguro que el
lector sentirá un escalofrío subir por su espina dorsal cuando es consciente de
los inconvenientes que este avance trae consigo. Proponiendo una analogía,
¿cómo explicar el funcionamiento de Twitter o Facebook a un humano de los años
80? La influencia que han tenido en nuestra sociedad es abrumadora, cambiando
radicalmente nuestros modos de vida, arreglando muchos problemas pero creando
otros tantos conflictos. ¿Ha sido su aparición beneficiosa o no? Ahora bien,
¿realmente es esa la pregunta que nos debemos hacer, o es más importante saber
cómo mejorar nuestra sociedad una vez estos avances han aparecido?
Cada uno de los tres personajes principales representa
una manera diferente de enfrentarse a los cambios de la sociedad.
El principal es Clay
Forester, un científico dedicado que ha dedicado su vida a la investigación
de laboratorio, con el perjuicio que ello tiene para su familia. Pero Clay no
es feliz, ya que siente remordimientos por haber hecho infeliz a su mujer pero
también se lamenta cada segundo que no está en el laboratorio. Aunque al
principio parece contento con la llegada de los Humanoides, pronto será
consciente de las consecuencias de su influencia y luchará contra ellos. A
pesar de ser un tecnicista convencido, no está de acuerdo con todos los cambios
que implica la “benéfica” llegada de los Humanoides, rechazando su llegada e
intentando mantener su vida previa a la invasión.
La confusión que rige ahora la vida de Clay se ve
incrementada cuando contempla que la de Roy
Mackintosh es casi utópica. Antes de la llegada, es un matemático que
disfruta a su manera de la vida aunque muchos le considerarían un pringadete.
Valora trabajar en lo que le gusta antes que el éxito o el poder y siempre
tiene un momento para ayudar a alguien en apuros. Más allá de ello, no es
alguien que tenga enfrentamientos o un espíritu reivindicativo, limitándose a
ser objeto de las bromas de unos y otros que lo tratan como un bicho raro. Curiosamente,
su manera de vivir parece casar muy bien con la que los Humanoides fuerzan para
la sociedad, por lo que los recibe con una alegre indiferencia, adaptándose al
instante a las nuevas condiciones. La confrontación con Clay es inevitable: a
pesar de que Clay aprecia algunas de las ventajas que los Humanoides aportan,
le aterra las implicaciones que éstas conllevan. Sin embargo, Mackintosh era
feliz antes y es aún más feliz ahora, al parecer ignorante de las desventajas
de la nueva sociedad, que parecen afectar a todos menos a él.
La oposición viene por parte de Mr. White, el líder de la resistencia anti-humanoides. Como los anteriores, es también un
hombre de saber, en este caso un filósofo. Sin embargo, desde el primer momento
desconfía de la aparente bondad de los recién llegados. De carácter visceral y
carismático, ha estado implicado en todos los movimientos de resistencia contra
la opresión y los abusos de los poderosos. Ya era alguien resentido e infeliz
antes de la llegada de los robots, con lo que su llegada añade más leña al
fuego de su ira.
Los humanoides no son tan sanguinarios como Terminator pero... |
La reflexión que se puede sacar del libro está basada en
la adaptación (o falta de ella) : todo aquello que ya existía cuando nacemos es
considerado natural y forma parte del mundo en que vivimos. Todo lo que se
inventa desde tenemos entre quince y treinta años es nuevo, excitante y
revolucionario. Sin embargo, todo aquello que es inventado después de que
pasemos los treinta rompe el orden natural de las cosas y debe ser evitado. Es
algo que nos ocurre, pero el mundo cambia, queramos o no, así que (el libro
propone) que más que repudiar los avances tecnológicos, debemos intentar
adaptarnos a los cambios que provocan y, sobretodo, luchar por sacar lo bueno
de ellos mientras reducimos las desventajas que implican.
Todas estas reflexiones, propias de la ciencia-ficción
más clásica, se plasman en un libro cortito y muy fácil de leer. Las
inquietudes del autor pasan por los peligros de la energía nuclear y el
desarrollo tecnológico sin control, aspectos muy propios de los años 40-50, en
los que se escribe el libro. Para los lectores más avezados en el género, el
planteamiento peca de obvio y poco dado a la reflexión, con muchos detalles sin
considerar. No en vano, no ha llegado aún la tendencia de escribir mega-tochos
de mil páginas en los que se debe detallar hasta la más ínfima arista que pudiera
provocar cierta repercusión en la sociedad. Sin embargo, para el lector más
primerizo en el género (o para los que no necesiten desarrollos de treinta
páginas sobre el mundo futuro), Los
Humanoides puede proporcionarles material para reflexionar sobre la
tecnificación sin sentido y los objetivos que las personas tienen (o deberían
tener) en la vida.
Las factorías que producen humanoides sin descanso |
En esta onda de no entrar mucho en detalles, resulta
curioso para el lector actual como no se provee de una explicación cientifista
del origen del rodomagnetismo o de cómo se llega a él. Funciona y punto. Es una
de las premisas sobre la que se basa el libro para empezar a desarrollar la
historia y, por ello, Willliamson no cree que sea necesario gastar tiempo en
ello (como sí haría un Simmons o un Hamilton de la actualidad). Una de las
consecuencias es que el libro se lee en un suspiro, conteniendo apenas los
resortes imprescindibles para que nuestro inconsciente salte y así captar
nuestra atención, pero claro, también peca de ingenua y poco detallista, lo que
puede ser insuficiente para satisfacer al lector actual.
Con los
brazos cruzados se convierte en
un relato de terror brutal, realmente impresionante, que consigue provocar una
sensación de mal rollo constante, de los que cuesta olvidar. Por su parte, la
novela de Los Humanoides plantea una
reflexión diferente, llegando a un final quizás un poco forzado como novela de
ciencia-ficción clásica.
Sin embargo, una vez leidas ambas, unas reflexiones:
¿Realmente hemos leído dos historias diferentes, o es la misma historia contada
dos veces? ¿Es Los Humanoides una continuación de Con los brazos cruzados o una simple
versión?
El libro se lee muy fácilmente, Capaz de agradar tanto a
los fans del género (siempre que sean capaces de apreciar una propuesta de
menos de 200 páginas) como a los profanos (que no se asustarán con una desmedida
cantidad de letras xD). Es realmente interesante y permite reflexionar y
detenernos sobre aspectos de nuestra sociedad en los que no habríamos reparado.
Sin embargo, su reducida longitud, la obviedad de su mensaje y su excesiva
simpleza le impiden dejar poso y marcarse en nuestra memoria tanto como
“debiera”.
Nota: 8
Nota goodreads: 3.75/5
No hay comentarios:
Publicar un comentario