Nada más ver el tráiler de esta película, me dije que
tenía que verla. Sí, el grupete de actores es propio de comedia de humor
grueso, pero había tal cantidad de frikismo encerrado en ese minuto y medio que
se seguro que la película me haría gracia. Al final con la tontería se me pasó
verla en el cine, pero pasó por ahí una tarde tonta y claro…
Una vez más (ejem), la tierra padece una invasión
extraterrestre. En vez de naves inmensas o invasiones subrepticias, los aliens
han escogido tomar la forma de videojuegos míticos de los ochenta (PacMan,
Donkey Kong, Space Invaders, Paperboy…) para acabar con la humanidad. Si en
Independence Day, Will Smith se convertía en el improbable encargado de dar
sopas con honda a los incompetentes invasores alienígenas, en ésta, su versión
arcade ochentera, Adam Sandler se convierte en el líder de los Nerds. Este
experto perdedor no posee otra cualidad que la de matar a los marcianitos como
nadie, convirtiendo la inmensa cantidad de horas dejadas en las añejas máquinas
recreativas en el mayor valor para dar la paliza que los extraterrestres
merecen.
Esta película me ha dejado una extraña mezcla de
sentimientos. A ver como lo explico. Tenía claro desde un primer momento que la
premisa argumental es una patata, así que mis expectativas en cuanto a calidad
no eran muy altas, ni mucho menos. A pesar de ello, nada me había preparado
para un desarrollo tan patillero y pasado de vueltas. No es sólo que los
diálogos sean escasos o que sus personajes no brillen por su personalidad, es
que la sucesión de escenas que causan vergüenza ajena es bien gordota. Como en
muchas obras de Sandler, han embutido todo lo que se les ha venido a la mente y
luego no han filtrado si debe estar allí. Así pues, tenemos presidentes pasteleros,
charlas (des)motivadoras, un momento karaoke “inolvidable”, por no hablar de
los cheats videojueguiles. En fin,
una sucesión de tópicos muy manidos, cuando no estupideces directas.
El ¿trabajo? actoral tampoco ayuda demasiado. Adam
Sandler sigue haciendo el papel de bobalicón simpático de los últimos veinte
años (¡que mayor que empieza a estar!) que, en este caso, desborda (ejem)
coherencia al lado de los descontrolados Kevin James y Josh Gad. ¡Qué ganas de
atizarles en cada escena, oiga! En cuanto a los actores de verdad, cuajan
actuaciones dignas de peli porno, poniendo bien rapidito la chequera,
aprovechándose del tirón que generan sus papeles en otras producciones (si, Sr.
Dinkale, me refiero a ti especialmente, aunque el resto no es que se lo curren
mas xD).
Todos estos elementos dan pie a pensar que la película es
de lo más vomitiva, ¿no? Pues no, es decididamente simpática. Aunque sus
defectos son descomunales, desprende tanto amor friki que se me hace imposible
no quererla. Sólo por presentar la premisa de poner en la palestra, como
salvadores de la humanidad, a los frikis ochenteros, durante tantos años
marginados y puteados por sus congéneres, merece mi cariño.
En ese sentido, los primeros quince minutos constituyen
un sentido homenaje a la diversión de los años ochenta, sus salones recreativos
y el cine familiar de esa época. Todo el que haya crecido en esos tiempos sabrá
sentirse identificado. Seguro. Además, no podemos sino reconocer que las
traslaciones a la “realidad” de las pantallas videojueguiles está más que
lograda. El resultado de convertir Nueva York en una pantalla de PacMan
(nombres y pastillas incluidos), el enfrentamiento contra Donkey Kong Jr o la
descontrolada melée final contra todo bicho videojueguil imaginable es de lo
más rechulón.
El humor es algo más fino (ejem) de lo habitual en las
películas de Sandler, con dos o tres momentos de inspiración que casi provocan
que me caiga de la silla del descojone. No obstante, no niego que en otras
escenas hay ganas de tirar la televisión (o a los actores) por la ventana. Con
estos actores, tampoco vamos a pedir más.
En fin, me ocurre como en Ready Player One. La propuesta está realizada con tanta nostalgia
ochentera y tanto amor por los 8-bits que se me hace dificil no perdonarle
todos sus errores y ver la película con cariño. Ni los actores ni la historia
sobreviven al más mínimo escrutinio, los diálogos parecen escritos por besugos
pero… hay tanto frikismo desbocado que he acabo viendo la película con una
sonrisa de oreja a oreja. Jué, que risas. Evidentemente, si no os van los
videojuegos ochenteros… ni os acerquéis.
Nota: 2 (le
subo un puntito por el descojone que me ha provocado, pero que cosa más
malucha!)
Nota filmaffinity: 4.7
Mención especial para los títulos de crédito del final.
Un bonito demake de escenas de la película a 8bits. Supercuqui.
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