Mi relación con Los
Juegos del Hambre siempre fue curiosa: Los libros me encantaron, pero nunca
me sentí atraído por las películas. Ya desde las primeras imágenes lo sentí
como algo muy alejado de mis intereses y no me preocupé por ellas. Acabé yendo
a la segunda película de rebote, saliendo algo más contento de lo esperado. Sin
embargo, tampoco me llamó para investigar el resto de entregas. El otro día me
dio por echarle un ojo a la primera.
Después del exitazo de los libros y la posterior
película, supongo que no hace falta explicar mucho sobre la historia, ¿no?
Básicamente, el país en que sucede la acción está dominado por un elitista
Capitolio que explota los recursos de Doce Distritos que viven aplastados bajo
su bota. Entre los muchos abusos está la obligación de que dos de sus adolescentes
tienen que participar en un letal concurso llamado “Los Juegos del Hambre”.
Katnis Everdeen es una joven rebelde que ha sido escogida para participar este
año. Como es nuestra heroína, su actuación servirá para romper el statu quo en
que vive la sociedad.
Cualquiera que haya leído los libros será consciente de
que para adaptar la historia se necesita un buen despliegue de medios, tanto
para plasmar la rica imaginería que genera como para los efectos especiales que
darán vida a la acción. Mi primera impresión es que el presupuesto es mucho más
reducido del necesario. No hay pasta. Escenas que deberían ser deslumbrantes,
como el desfile en el Capitolio o las propias instalaciones de los Juegos, son
muy, muy cutrillas. En ese sentido, la diferencia que hay con el montón de
propuestas similares que podemos encontrar es bien grande.
Esto se hace evidente con las extrañas decisiones de
cámara que se pueden encontrar a lo largo de la película, especialmente al
inicio. ¿Era acaso necesario este abuso tan descomunal de la cámara en mano?
Aparte de marear, su uso en las tranquilas escenas iniciales es casi
desagradable. Entiendo que hay que disimular que los Juegos del Hambre se han
reducido a una fiesta de costillada, pero el efecto te impide apreciar los
escenarios o los momentos épicos, sacándote fácilmente de la película.
A pesar de la plétora de actores competentes que hay aquí
y allá, Jennifer Lawrence destaca como la única que se toma en serio la
película. Quizás era consciente de que estaba ante la oportunidad de su vida y
fue a fondo a por ello. Hay que reconocer que se lo curra, a diferencia de la
indiferencia que causa el resto del elenco, ya sea por falta de calidad (el
resto de concursantes) o pasotismo puro y duro (los organizadores).
Para rematar la jugada, el guión hace aguas por todos
lados. Dejando de lado la nula profundidad de (casi) todos los personajajes,
nos encontramos que sólo los que nos hemos leído el libro entendemos que
ocurre, los profanos no se enteran de la misa la mitad: no se explica cuál es
la situación política, no sabemos de los privilegios del Capitolio ni del
funcionamiento de los Juegos, las reglas cambian porque sí cuando conviene, los
sucesos son deus ex machina continuos… Detalles todos que se cuentan
acertadamente en los libros, ¡claro! Incluso un personaje desaparece sin dar
explicaciones (el chico negro) ¡y no pasa nada!
Curiosamente,
el esquema de tres actos del libro se sigue a la perfección, pero sin ningún
esfuerzo por mantener un ritmo vivo. Especialmente al inicio, en el que el
director se lo toma con mucha calma. Cuando una película se acerca a las tres
horas, se agradece que encontremos escenas con épica o empaque suficiente para
justificar la duración. Sin embargo, la película transcurre bajo una total
falta de trascendencia que se vuelve cansina y obliga a mirar el reloj
demasiadas veces, especialmente en los dilatadísimos primeros dos actos.
La sorpresa con esta película es el taquillazo que
consiguió. Derivado supongo por la excitación producida por los libros. En
cualquier otro caso, esta sería la película típica que concluye una saga antes
de que empiece. La compañía no parecía confiar mucho en la película y no le
dotó de los medios que hubiera necesitado. Por momentos se hace difícil de ver,
sin acercarse a la corrección que sí tendrá su secuela.
Nota: 2
Nota filmaffinity: 6.2
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