En los afanes completistas que me dan a veces, decidí
recuperar la última de las películas que me faltan de Iñárritu. Hasta que saque
su próxima propuesta, se puede decir que estoy al día con todas las películas
del personalísimo director mexicano.
Unax no tiene (ni ha tenido jamás) una vida fácil. Malvive de
trapicheos, de intermedario entre las mafias chinas, los vendedores
subsaharianos y los ejemplares más corruptos de la policía. Tiene que sacar
adelante a dos pequeños mientras su exmujer, drogadicta y medio loca, oscila
entre su casa y la de su hermano. Para rematar la faena, se le diagnostica un
cáncer incurable que acabará con su vida en pocos meses, por lo que redoblará
sus esfuerzos para dejar todo el dinero posible para sus hijos.
Debo reconocer que me he pegado unas siestas de las que
hacen época con esta película. Han sido necesarios un par de intentos para
acabar con ella. Iñárritu se regodea en mostrarte el dolor en el que vive su
personaje principal y no se esfuerza en proveer al espectador de vías de escape
con las que mantener su interés. Básicamente, aburre.
En su momento, esta película fue tildada de pornografía emocional. Después de su
visionado, estoy completamente de acuerdo cn el término. ¿Qué objeto tiene la
película sino la de impactarnos continuamente con las desgracias de sus
personajes? El film no guarda una trama a seguir ni un simple desarrollo. Sólo
contiene seres que sufren, sufren y vuelven a sufrir. Encima, Iñárritu no se
esfuerza en provocarnos algún tipo de empatía con los protagonistas. Oye, que
sí, que Bardem tiene cáncer y eso es muy malo. Pero las desventuras de un
mafiosete de tres al cuarto y otros marginados de la sociedad no tienen porqué
importarnos. Somos arrojados a una tragedia cancerígena que nos resbala en la
que embute continuos golpes al riñon para que soltemos la lagrimita.
Además, los problemas del día a día se confunden con
escenas propias del realismo mágico, con excursiones al más allá, dramas
homosexuales no correspondidos, esclavitud y libertad, tetas-cara y sustancias
estupefacientes en un batiburrillo que no parece tener sentido. Las escenas se
alargan innecesariamente, convirtiendo la película en interminable.
Sin embargo, si por algo merece la pena ver la película
es por Bardem. Vaya monstruo. Carga (o parece) con todos los males del mundo a
sus espaldas en una actuación portentosa, de las mejores de su carrera. Dónde
no hay un personaje coherente, se saca de la manga una expresión que nos
impregna de muerte, de tristeza, muriendo un poquito con él a cada segundo que
pasa. Es una auténtica animalada. Puede caerte como el culo, pero nadie puede
negar que este hombre es un pedazo de actor.
De la misma manera, la dirección de Iñárritu es también
meritoria. La construcción de cada escena, individualmente es una auténtica
clase de como construir un escenario, creando una fealdad desagradable que se
te clava. Se nota que se trata de una nueva sacada de chorra del director. Un
continuo alarde de calidad, con la intención de impresionar a los académicos y
que le llueven premios y premios. Sin embargo, esta vez se ha olvidado de tener
algo que contar, de proporcionar algún incentivo al espectador para que siga
unos minutos más prestando atención. La película se convierte en un tremendo aburrimiento. Además, la
sucesión de desgracias sin sentido no ayuda a pasarla con menos dificultad. Que
sí, que se nota qué director hay detrás, pero vaya pesadez de peli.
Aunque nunca se lelga a decir, la película transcurre en
Barcelona y está rodada en los diversos barrios de la misma. Como me la conozco
bastante bien y me estaba aburriendo bastante, acabé entreteniéndome jugando a
reconocer en qué calle de Barcelona estaban en cada momento y cuántos
kilómetros caminaban con cada cambio de cámara (a veces un buen puñado).
Me ha hecho gracia comprobar que el castellano se mezcla
con el catalán en buena cantidad de momentos, propios del bilingüismo de la
ciudad. Como nota curiosa, un amigo de Texas que había visto la película
desconocía la existencia del catalán. Por ello, estaba convencido de que se
trataba de una ciudad onírica de México, en el que el castellano se mezclaba
con una lengua ancestral (un Quechua, por ejemplo). No veáis la cara del pobre
cuando le saqué del error ^^.
Biutiful no deja de ser una sacada de chorra más del director.
Apela e nuestros instintos más bajos para que saciemos nuestras ansias de
morbo, regodéandonos en las miserias de un hombre miserable. Me ha encantado su
fotografía y sus espectaculares actuaciones, pero la falta de un guión con un
mínimo de sentido impide aprovechar una historia que daba mucho más de sí.
Tanto efectismo y tanta desgracia acaba haciéndose desagradable. Probablemente
la película que menos me ha gustado de este director, que sólo recomendaría a
aquellos con afán completista.
Nota: 3
Nota filmaffinity: 6.5
La espectacular actuación de Bardem y su cuidadosa
factura técnica fue destacada con sendas nominaciones a los Oscars (mejor actor
y mejor película de habla no inglesa).
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