Ya sé que me he retrasado un poquito mucho –he estado ocupadillo- pero aquí
está la reseña de la película más esperada de 2015. Que conste que le tenía un
miedo atroz a Abrams pero a medida que avanzaban los meses y se sabían más
cosas de la película, le iba cogiendo ganas a la cosa. ¡Igual no estaba tan mal
y todo!
Supongo que con el machaque tan salvaje que se ha pegado no quedará nadie
que no sepa al menos de qué va la cosa. Por si acaso, lo recuerdo. Han pasado
más de treinta años desde la muerte de Darth Vader y el mundo ha avanzado.
Nuestros héroes han envejecido, el Remanente Imperial se hizo fuerte y se
llevan muchos años de un tira y afloja entre la República y la Primera Orden –los
restos del Imperio-. La cámara vuelve a acercarse a interesarse por este universo y nos conectamos con un
nuevo elenco de actores y personajes a quienes querer y odiar mientras luchan
por el triunfo de la luz, la caída del Imperio y todas esas cosas. Muy Star
Wars todo, como debe ser.
Supongo que para evitar lo que ocurrió con La amenaza Fantasma, que se parecía demasiado poco al Universo de
la Guerra de las Galaxias como para gustar a la mayoría, Abrams se ha ido al
lado contrario. Ha querido asegurarse de una manera exagerada que somos
conscientes de que éste SI es el mundo de El Retorno del Jedi. Incluso demasiado. Parece que J.J decidiera meter la trilogía
original en una coctelera, agitara, mezclara bien y luego abriera para ver qué
había pasado. ¿Es lo que debe ser La Guerra de las Galaxias? Sin duda, pero quizás se ha pegado tanto al canon que
pierde personalidad, sin diferenciarse demasiado de ser uno de los estupendos
videojuegos de la saga que hemos podido disfrutar últimamente.
A pesar de la falta de originalidad, sí que ha conseguido que sintiera ese
punto de fascinación, de querer asombrarme con un
mundo en el que sumergirme con avidez, que sí me producía la trilogía
original (y que no consiguieron las precuelas). La capacidad de maravillarme
que producen las letras iniciales o los primeros espadazos gratuitos es igual a
las aventuras de Luke, Han y compañía. Más allá de sus taras, ha molado, que es
lo que deseaba. A ver, que sí, que se ha tirado de nostalgia a muerte, pero se
ha hecho con respeto y cariño por unos personajes y una historia imborrable, lo
que se agradece y provoca que veamos la película con una sonrisita
condescendiente en los labios.
El anuncio de que J. J. Abrams iba a pasar directamente del Universo
Expandido me sentó un poco (muy) mal en su momento. Sin embargo, viendo el
resultado, no me quejo en exceso. Abrams es perfectamente consciente de que
existe y al trazar el guión ha decidido ser exactamente lo contrario. ¿Qué Han
tiene tres hijos? Aquí uno, y justo con el nombre que faltaba. ¿Qué está feliz
con su princesa? Aquí están divorciados. ¿Qué Chewie moría? Aquí no. ¿Qué Luke
es un héroe siempre presente? Aquí está desaparecido. ¿Qué el Imperio había
caído y la República imperaba? Aquí el Imperio permanece. Curioso.
Quién más ostias está recibiendo es el incompetente malvadísimo Kylo Reen. A
lo largo del metraje tenemos muestras de su estupidez y de su estampa de malote
que luego no es sino pura pose. Hay quién lo califica de ser el nuevo Jar Jar.
Ni por asomo. Jar Jar intentaba ser un secundario gracioso con el que quitar
tensión y refrescar las escenas (como fueron los droides en la trilogía original),
que luego fracasaba totalmente. No hacía gracia y daban ganas de atizarle cada
vez que aparecía. Kylo Reen no es un malo fallido. No intenta ser un
malvadísimo general (Grievous) ni un Sith astuto y artero (Dooku) que luego no
tienen carisma ni funcionan como antagonistas (ay, si Maul hubiera tenido más cancha).
Kylo Reen es un Jedi paquete, fanboy de un abuelo que conquistó la galaxia y
que, al no poder soportar ser una medianía con tres poderes, se refugia en una
máscara de rebeldía y maldad. Es exactamente lo que sus creadores quieren que
sea. Un pringao. Y eso lo hace muy bien. Y que conste que, una vez pasada la
sorpresa, yo les compro el personaje. Incluso su estúpida empuñadura cuadra con
el personaje: pura pose sin poso en su interior. ¿Qué no gusta a algunos fans? Qué
le vamos a hacer, el error -que no es tal- estaría en el diseño, no en un personaje fallido.
Dónde si no falla la saga es en la parte técnica. En la línea que uno se
podía esperar de una producción gigantesca, todo funciona como debe funcionar.
Se ha gastado dinero a espuertas y se ha gastado bien: las naves voladoras, los
personajes creados por ordenador, los escenarios… El mundo da la impresión de
estar vivo, de ser creíble, que es lo que importa. La banda sonora es genial,
como siempre en la franquicia. Puro mito.
Por el resto, más allá de unas cuantas incongruencias de estar por casa –esa
capitana plateada-, la película da lo que sus fans querían: más aventuras en el
Universo de fantasía más famoso del mundo. Rayos láser, un remanente imperial,
espadas láser, X-wing volando de aquí para allá…. Que sí, que no aporta nada
nuevo e incluso algunos detalles y soluciones se repiten den demasía –incluyendo
chistes autorreferenciales sobre ello- pero la historia mola lo suficiente para
que esperamos un Episodio VIII (y el primer spin-off) con más chicha y un Kylo
Reen menos negro y más oscuro.
Conozco a gente que salió indignada del cine. Por mi parte, he salido con
mucha mejor sensación que las precuelas. Ningún amago de decepción. Abrams me
ha dado exactamente lo que quería. No esperaba encontrar trascendencia o
grandilocuencia. Quería un entretenimiento bien hecho de acuerdo con la
coherencia del Universo y eso es lo que he tenido. Me ha divertido, ha tenido
respeto y abre bien lo que será un filón del que abusar al estilo Marvel, hasta que el público se canse.
Los ingredientes para el asado están claros, se vuelven a poner en la olla,
unos retoques con nuevos condimentos, sazonar al gusto del momento y a
disfrutar de un producto de entretenimiento como debe ser.
Nota: 6
Nota
filmaffinity: 7.1
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