Después de dos libros seguidos del “escritor” Coelho, tenía ganas de leer algo fácil, que reconciliara un poco con los libros de nuevo. Como le acabo de pegar un repaso a la serie de Sherlock de la BBC, me picó volver a leer (no sé cuántas veces ha caído) una novela de mi detective favorito.
Título:
Estudio en Escarlata
Autor:
Arthur Conan Doyle
Título original: A study in Scarlet
Traducción:
Álvaro Delgado Gal
“He aquí el nacimiento del
prototipo del detective, modelo de razonamiento deductivo: Sherlock Holmes.
Pocos personajes en la historia de la literatura se han afianzado tanto en el
imaginario colectivo, generando lazos afectivos con sus lectores que hoy se
expresan en clubes de admiradores, festivales y museos alrededor del mundo.
La estructura de la novela
policiaca que, tras los pasos de otros grandes de a literatura como Edgar Allan
Poe, siguió Arthur Conan Doyle, se resume así: se expone un hecho delictivo,
preferentemente un asesinato, que en un principio resultará indescifrable y
complejo. El detective, mediante la observación y deducción, logra desentrañar
el misterio hacia el final del relato, revelando la identidad del criminal. De
lo anterior se desprende que, en una novelo como "Estudio en
escarlata", sea crucial la atención a los detalles y la descripción
precisa de los objetos y personajes que figuran en la novela.”
Tal como dice el propio resumen de la contraportada, ésta es una de las novelas que sienta las bases del procedimental, creando el concepto del detective. No es el primero, existiendo un buen puñado de ejemplos anteriores, como por ejemplo Arsène Dupin. Sin embargo, es con el archiconocido Sherlock Holmes con el que se da el espaldarazo definitivo al género. Doyle lleva más allá al concepto y crea a un deductor puro, un personaje tan extremo que es imposible, pero al mismo tiempo tan lleno de carisma que mola por los cuatro costados. Es con Holmes que se crea el fenómeno fan como lo conocemos hoy día, haciendo la vida imposible al autor para que escribiera continuamente nuevos capítulos de sus aventuras…
No hace falta entretenerse en describir a los personajes, de conocidos que son: Holmes, el detective perfecto, de mente infalible, lleno de pedantería y arrogancia, tan genial como irritante. A su alrededor, el eficaz Dr. Watson, un hombre lleno de energía, resuelto y activo, que hace las veces de testigo y saco de boxeo del inspector, pero también válido e inteligente (muy alejado del regordete torpón de muchas versiones).
¿Cómo afrontar entonces leer Estudio en Escarlata hoy en día? Es la presentación original de los personajes. Ellos no se conocen, nosotros no los conocemos, pero hemos visto / leído esa escena mil veces. Y vaya si sigue funcionando. En tres páginas tenemos definidos a los personajes, con todas sus peculiaridades y manías.
Durante
la primera parte del libro, en 90 páginas, tenemos el caso de CSI a resolver de
la semana, el primero del detective. Es una gozada contemplar cómo se
establecen las reglas del relato de investigación, situadas con clara
meticulosidad, perfectamente válidas hoy día. Doyle escribe con un estilo muy
ligero, sabiendo captar la atención del lector describiendo con las palabras
exactas lo que se necesita para que el caso avance – no se gasta párrafos en
describir el escenario o convierte a sus personajes en cacatúas
innecesariamente. La historia atrapa y te permite pasar páginas como nada. Y es
justo su magia: Watson y Holmes se conocen y se nos revela la profesión de
Holmes. Un hombre es asesinado en una habitación vacía y empieza la dirección.
La policía está desconcertada y piden ayuda a Holmes. Éste quiere a Watson a su
lado en el viaje y a partir de aquí el resto es historia.
Lo que puede sorprender al lector primerizo es un interludio de 60 páginas en que se nos describe el pasado de unos personajes, lo que dará la explicación de porqué se produjo el asesinato. De repente, la novela se transforma en un Western bastante descarnado en el que no aparece ninguno de los personajes que conocemos. Más allá del desconcierto inicial, no hay más problema en su lectura que una demonización bastante salvaje de los mormones y su religión. Es un giro poco habitual a la explicación final del culpable que se produce (casi siempre) cuando es desenmascarado. En vez de tenerlo sentado en una silla explicando su pasado, el propio narrador hace el trabajo (sin avisarte de qué viene eso). Quizás es el recurso que menos me funciona del libro, sin por ello molestarme.
Como
sabemos, toda la historia está narrada desde la perspectiva de Watson, lo que
permite al mismo tiempo mitificar a Holmes y convertirlo en alguien menos
irritante. A pesar de sus manías, el joven doctor lo retrata con cariño. Narra
los hechos desde su punto de vista, añadiendo su opinión cuando puede, pero
siempre con meticulosidad científica. Para mí es un plus que le añade mucha
clase a la lectura. Me ha encantado comprender como aprecia él su casa en Baker
Street, su excéntrico compañero y cómo afronta los misterios que le acontecen.
Se les quiere a ambos.
A pesar de tratarse de una de las novelas más largas de Holmes, se ventila en nada. Son apenas 120 páginas de caso + 60 páginas de aventuras con los mormones. Si le unimos un estilo vibrante y una trama molona al carisma de los personajes, pues tenemos un clásico por derecho propio. ¿Quién no va a disfrutar del primer caso que el detective más famoso del mundo resuelve al lado del Dr. Watson? Una obra magna de la literatura, por importancia y por el placer que provee en su lectura.
Como
alguien que se ha leído una y otra vez todo lo escrito por Doyle sobre Holmes,
Estudio en Escarlata es probablemente la peor de las novelas. Esto no le impide
ser una estupendísima historia de detectives de capital importancia en el
género. Como también es la vez primera que aparece uno de mis personajes favoritos,
no puedo evitar tenerle un cariño especial. ¿y quién no?
Nota:
9
Nota goodreads: 4.16/5
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