lunes, 23 de agosto de 2021

Crónica sentimental en Rojo (Francisco González Ledesma)

Dentro del chillón de libros que tengo en el e-book (¿Hace cuánto que no leía ninguno?), seguimos con la saga de Ricardo Méndez, que serán de mejor o peor calidad, pero son siempre entretenidos.

Título: Crónica sentimental en rojo

Autor: Francisco González Ledesma

“Cuando aquella juez de Barcelona -mujer opulenta y dada a todas las vicisitudes del topless- descubrió en su casa de playa el pecho recién cortado de una niña, no sabía que iba a resucitar una historia de ambiciones familiares, de pactos subterráneos y de ambiciones secretas mantenidas con el sigilo de las mejores familias. No sabía, sobre todo, que iba a resucitar una desesperada historia de amor, una verdadera "Crónica sentimental" que desde el principio estuvo teñida con el amarillo de la nostalgia y el rojo de la sangre. Pese a la nostalgia y la sangre, esta novela es más mucho más, que un relato policíaco, por apasionantes que resulten su técnica y su suspense desde el primer grito hasta la última confesión y la última sorpresa. Es una historia social cuyas raíces se hunden en la entraña de Barcelona, en los despachos de sus abogados, las redacciones de sus periódicos, las residencias de los que tienen un futuro en forma de cuenta bancaria y los cuchitriles de los que sólo tienen un pasado en forma de ficha policial. Es una novela sarcástica y dura, tan directa como un impacto, dotada a veces de una elegante crueldad, pero también de una inolvidable ternura. El viejo inspector Méndez, que ya ha aparecido en otras novelas del autor, oficia en las tinieblas de "otra" Barcelona que el lector irá descubriendo poco a poco, emoción a emoción. Novela que se lee en una noche pero que se recuerda durante miles de noches, "Crónica sentimental en rojo" es uno de esos relatos que abren nuevos caminos en el arte de narrar y está destinado a marcar una época.”



Y mira tú por dónde, una gozosa sorpresa. Aunque se trata de libros entretenidos, uno de los mayores defectos que tuvieron los dos libros precedentes es que el autor se centraba más en retratar la Barcelona más sórdida de los bajos fondos que en presentarnos una investigación policial interesante. En El Expediente Barcelona ni siquiera hay un caso como tal y en Las Calles de nuestros padres la investigación está ahí porque debe haber una argumentalmente, nada más. Sin embargo, aquí tenemos un caso bien llevado, que perfectamente podría haber aparecido en un capítulo de Colombo patrio, con sus secretitos, revelaciones de última hora y charlas para pillar a los culpables.

La peliaguda resolución de una herencia de un muy honorable burgués catalán orgulloso dirigente de un conocido partido político catalán (jé) supone el punto de partida ver como los posibles herederos se arranquen la piel a tiras ver conseguir la mejor tajada. Mientras tanto, la brutal muerte de una adolescente pone a Méndez en movimiento en lo que debería ser su último caso en la policía. Dos tramas aparentemente separadas que, obviamente, van a verse relacionadas en su desenlace.

No sólo tenemos un caso concreto (dos), sino que también los personajes se hallan bastante mejor construidos de lo habitual.

Si en Las calles de nuestros padres Ricardo Méndez ya era un ser anacrónico, aquí ya está contando los días que le quedan para jubilarse. Chapado a la antigüisima, se dedica a soltar frases lapidarias entre bourbon y bourbon mientras lamenta que ya no se le levante ahora que ha conseguido ligar (de alguna manera inexplicable). Por otro lado, se trata de un personaje honesto consigo mismo y coherente con su anacrónico sentido del honor y la justicia. La comparación que he realizado con Colombo no es baladí, recordando en muchos momentos a una versión muy pasada de página del inspector de Los Ángeles.

 

Repiten algunos personajes ya conocidos del lector, como el abogado Sergi Llor, aquí limitado a ser el albacea del testamento y el periodista Carlos Bey, encargado de encontrar a los herederos con los que repartir la herencia, ambos intentando mantener algo parecido a la honestidad en el pozo de basura en el que se suelen mover aquellos que orbitan las altas esferas de la sociedad. Nuestro querido Amaro Amores vuelve a hacer sus pinitos como metepatas absoluto, precursor de un Rincewind salido de Mundodisco.

Como personajes dentro del caso, tenemos a Carlos Bassagoda, hijo a heredar un buen puñado de millones que no ve con buenos ojos la aparición de nuevos bastardos que le quiten parte de lo que le pertenece por derecho. Carlos es un auténtico malnacido, como buen yuppie ochentero, sólo tiene interés para su egoísmo desmedido y sus vicios. Sin embargo, al haber sido criado entre algodones, se sorprende a veces de la dificultad para manejarse en sociedad cuando algo no se puede comprar con dinero.


Su hermana es Nuria Bassagoda, mujer que ha vivido siempre con la libertad de quién tiene más dinero del que puede gastar, pero que, al mismo tiempo, se avergüenza un poco de saber que sus orígenes son bastante turbios. Intenta ser consciente de que hay gente que ha tenido menos suerte en la vida que ella, pero no se trata de alguien que vaya a renunciar fácilmente a los privilegios de su clase, moviéndose entre arranques de egoísmo mezclados con arrebatos de buena conciencia que no puede acabar de equilibrar.

Está enamorada del Richard, un antiguo boxeador que acabó alquilando sus puños en los bajos fondos y metiéndose en más líos de los que él hubiera deseado. Tras salir de la cárcel, empieza a trabajar como guardaespaldas de Nuria, a la que acaba conquistando involuntariamente con su franqueza y su buen fondo. Tenemos aquí al buenazo un poco brutote que se ha visto siempre con malas compañías pero que no necesita más que una oportunidad para salir de la pobreza y la delincuencia.


También encontramos otros personajes deleznables, como el detective que contrata Carlos para limpiar su reputación, o el ex de Nuria, que se muestra incapaz de entender cómo ella pudo renunciar a su increíble p*ll*n y lo mucho que sabe usarlo (ejem ejem). Sin embargo, es la Juez Olvido la que merece un poco más de atención. Jubilada y retirada en su casita de la playa de Castelldefels, ve en Ricardo Méndez su reverso masculino, entablando con él una extraña relación de amor/amistad que ni ellos mismos acaban de comprender. Con el cinismo que dan los años, actúa en muchos casos de conciencia del inspector, si es que alguien así puede tener conciencia.

Cómo esta vez hay un caso que investigar, la trama se desarrolla (sí, hay trama), lo que permite que el libro sea capaz de captar la atención. El ritmo es acertado y atrapa bastante, consiguiendo que tengas ganas de saber quién es el responsable de todo el follón que se ha montado.

Esto no implica que tengamos buenas dosis de sordidez en la ciudad condal, ampliada aquí a los pequeños pueblos del litoral catalán. Me hace mucha gracia que reconozco casi todos los sitios que se nombran ^^. La cantidad de insultos, referencias obscenas y otras groserías gratuitas desborda cualquier medida, apareciendo muchas veces sin venir a cuento, lo que puede hacerse fácilmente desagradable. La verdad, es que no hay casi ningún personaje que no piense en fastidiar a los demás o en follar a todas horas. A esto tampoco ayuda que el narrador se entretenga en informarnos de la vida sexual de casi todos los que pasan por ahí, aunque su participación se vaya a limitar a un par de páginas.


No obstante, el retrato de los bajos fondos está realizado con el brío de las mejores obras de novela negra y González Ledesma no pierde comba a la hora de retratar las diversas clases que conviven en la ciudad, incidiendo en las diferentes inquietudes y ansias vitales que tienen unos y otros. Viniendo de las novelas de las que viene, sorprende que hilvane con tanta gracia una trama bien liada en la que se mezclan con coherencia tribus sociales que normalmente no tienen relación entre ellas.

Es una novela sucia, gratuitamente grosera y desagradable, que gusta de soltar palabras malsonantes sin venir a cuento. No obstante, tiene una historia que mola bastante, la investigación policial está inesperadamente bien montada y te mantiene en la tensión adecuada para disfrutar del libro. Inesperadamente disfrutable.

 

Nota: 8

Nota goodreads: 3.71/5

 

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