De
vez en cuando cae un libro del e-book, y como había empezado la saga del
Inspector Ricardo Méndez (del que ya reseñamos la primera parte AQUÍ), decidí
contiuarla, que ya hacía mucho tiempo que había estado con él.
Título:
Las calles de nuestros padres
Autor:
Francisco González Ledesma
“Al periodista Amores todo le va
mal. Necesita cuanto antes encontrar el reportaje de su vida. Mientras lo
busca, decide ir con una prostituta, con tan mala suerte que en realidad es un
travesti y bajo su cama hay un cadáver. Se trata del cuerpo sin vida de María
Teresa Pau, secretaria de un importante banquero que trafica con divisas a
escala internacional. Será necesaria la intervención del inspector Méndez para
solucionar el misterio y esclarecer los hechos.”
A
diferencia de su predecesora, ahora sí tenemos una novela perfectamente
reconocible de Francisco González Ledesma. Hay un asesinato que resolver, unas
cuantas intrigas aquí y allá y los bajos fondos de Barcelona. Eso sí, no se
quita el ambiente de novela negra clásica (El sueño eterno y
tal), por lo que tenemos ambientes canallas, parajes sórdidos, vicisitudes
varias y personajes tan esperpénticos que provocan incluso alguna que otra
risa. Todo ello aderezado por comentarios sarcásticos del narrador que hay en
el fondo (entendemos que el autor). Sin embargo, la decadencia de la ciudad no
se come la trama como sí ocurría en El
Expediente Barcelona.
Como
barcelonés, me sigue haciendo mucha gracia reconocer todos los nombres y
repasar dónde estaban todos los prostíbulos y casas de mal proceder de la
ciudad. Todo ello en un ambiente decrépito y peligroso que no casa con mis
recuerdos de la ciudad en los ochenta, pero bueno, sin ello el libro pierde
mucha de su gracia.
El
Inspector Méndez
que ya habíamos conocido es ahora un policía curtido, que ha visto mucha más
mierda de la que cualquiera podría soportar. Su ego no ha cambiado, pues
continua siendo el súper-macho alfa que va siempre sobrado, sin perder una
oportunidad para recordar a los demás como eran las cosas antes, cuando los
tragos sabían a algo, las putas tenían clase y a él todavía se le levantaba.
Estoy seguro de que no se escribió así, pero provoca situaciones de comedia
involuntaria tan delirantes que cuesta contener las carcajadas en más de uno de
los embrollos.
A
su alrededor hay un par de pobres diablos que intentan siempre sonsacarle
información. El abogado Sergi
Llor y
el periodista Sebastián
Bei.
Dos personajes más o menos íntegros que tienen sus cositas (y una gran afición
a las prostitutas), intentando mantener la cabeza fuera del agua en un follón
que claramente les viene grande. Son los personajes más normales, que podríamos
ver en el día a día de nuestras vidas. Gente con defectos (claros), pero
mayormente bienintencionados que aspiran a hacer su trabajo con un mínimo de
decencia.
A
medio camino entre el alivio cómico y el motor para hacer avanzar la historia
tenemos al periodista recién incorporado Amaro
Amores, una suerte de patán al que siempre le pasa
todo. Si aparece en escena es para recibir, pero de alguna manera se las
arregla para estar en el meollo de todos los líos y se convierte (a su pesar)
en parte vital para la resolución del caso. A su manera, me recuerda mucho al
uso que le da Pratchett al personaje de Rincewind,
un desastre adorable que siempre la está liando.
A
pesar de tratarse de una novela negra que sigue un esquema clásico, puede
hacerse desagradable. Es grosera y zafia, describe un continuo de hechos
execrables y es incómoda tanto en lo que ocurre como con los personajes, a cada
cual más corrupto y oscuro. Al modo de la ciudad del pecado, pero sin tanto
glamour, Barcelona se convierte en una ciudad hostil llena de hipócritas de
intenciones funestas (todos quieren matarte, robarte o violarte, casi).
Además,
durante un buen trecho, cuesta ver hacia dónde va la novela. Parece dar vueltas
en torno a sitios oscuros sin avanzar hacia ningún desenlace concreto. Una vez
la trama empieza a desmadejarse, entré con ganas en ella, consiguió intrigarme
con el viaje que propone y entrega un final satisfactorio. La historia es la
que hemos visto mil veces pero no molesta en su desarrollo, pese a su
previsibilidad.
Esta
novela negra barcelonesa repasa todos los tropos del género sin dejarse ni uno,
aderezado con una correcta historia convencional, sin ningún alarde pero
tampoco errores de bulto. Cumple la función de entretener y las páginas se
pasan sin dificultad. Se gusta quizás demasiado con palabras y actos
gratuitamente soeces, por lo que su sordidez puede hacerse desagradable para
muchos.
Nota:
6
Nota
goodreads: 3.54/5
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