miércoles, 18 de marzo de 2020

Harry Potter y el prisionero de Azkaban


Volvemos con nuestro niño-mago favorito. Ésta vez no ha habido que esperar tanto como con la entrega anterior. Apenas seis meses después, me pongo con Harry Potter y el Prisionero de Azkaban.

Reconozco que tenía cierto miedo cuando me puse el DVD en casa. De entre las ocho películas, ésta era mi favorita, pero no me había vuelto a acercar desde entonces. En su momento (hace ya,…) recuerdo salir maravillado por el cambio sufrido respecto a las dos películas anteriores, alejado del infantilismo de las dos primeras, con una historia más interesante sin por ello dejar de estar llena de imaginación. ¿Se habrá sostenido con el tiempo? Ahora lo veréis.

La historia nos sitúa en el tercer año de las aventuras de Harry Potter, que se ven afectadas por la fuga del preso más peligroso del país. Como no puede ser de otra manera, tiene ojeriza por el niño que sobrevivió, lo que obligará a tomar unas medidas sin precedentes para la protección del colegio.

Después de que Chris Columbus declinara continuar a cargo de la realización de las películas de la saga, los productores decidieron dar un buen golpe de timón y poner a un AUTOR que supiera imbuir de personalidad a la película. Se escogió para ello a Alfonso Cuarón, en aquel momento un director semi-desconocido, que sólo había hecho una preciosa historia de cuento de hadas (La princesita) entre un puñado de propuestas más cuestionables.  Ahora ya lo conocemos como un director consagrado y premiado, sus películas más famosas son buenas muestras de virtuosismo en el uso de la cámara, con complicadas puestas en escena e imaginerías trabajadas (Hijos de los hombres, Gravity, Roma). A toro pasado, la elección fue ideal, pero en aquel momento, fueron muchos los que cuestionaron la idoneidad del director mejicano.


Su mano se ve casi desde el primer momento. Se nota un cambio en la imaginería y los tonos utilizados en pantalla. La película se vuelve más sombría, muestra de que los tiempos están revueltos y el mal acecha en cada esquina. El guión también es un reflejo de ello, reduciéndose los sentimentalismos, con un tratamiento más realista (ejem ejem), se deja claro que la vida de Harry no es precisamente de color de rosa, haciéndose más llevadera casi sólo gracias a sus amigos. Los más pequeños lo pueden pasar realmente mal en bastantes escenas, que se acercan sorprendentemente al terror, algo muy inusual en una película pensada para toda la familia.

Se producen muchos cambios a la trama y a la coherencia interna de las películas, pero siempre con respeto. Con ello, el film gana consistencia y gana calidad por sí mismo, lo cual es inusual cuando se producen estos cambios (iluminaciones de producción, normalmente). Cuarón coge una trama juvenil y le dota de un ritmo vivo en el que siempre están pasando cosas, saltando de un lado y un tiempo a otro con bastante asiduidad, se mantiene la intriga con acierto e incluso se permite un par de cabriolas gratuitas de lo más resultonas.

Los protagonistas, por su parte, han crecido y ya no son unos niños. Esto se traduce en una mayor conciencia de lo que están realizando, lo que redunda en un aumento en la calidad de las actuaciones. Los gestos y las muecas se reducen y crecen las interpretaciones. Sin embargo, no todos los alumnos han pegado el cambio, lo que se traduce en que se mezclan adolescentes y niños, por lo que algunas escenas quedan un poco raras. Por poner un ejemplo, Dudley o Crabble y Goyle no son precisamente tan imponentes como habían sido, además de que la pubertad estaba tratando muy mal a Malfoy y ya no tenía (tanto) la pinta de rubio pijeras como había tenido hasta ahora. Los nuevos personajes, como siempre en la franquicia, están a cargo de actores británicos de primera línea, en este caso Gary Oldman y Emma Thompson. También como es habitual en la franquicia, los mismos realizan un trabajo impecable para dar vida a los mágicos personajes de Hogwarts.

Lo que más destaca en toda la película es la excepcional fotografía que retrata la academia mágica. Está claro que Cuarón sabe cómo aprovechar el músculo financiero del que dispone, realizando probablemente la imaginería más bella de toda la saga. A ello se une el invento recién desarrollado de la cámara virtual, que permite al director realizar una suerte de travellings imposibles, que además se utilizan para añadir información a la película, como las tomas del Sauce Boxeador que se usan como conectores temporales e indicar el paso de las estaciones. Escenas comoxel bus nocturno o la caída de Lupin saben dar el malrollo que la escena pide, pero caso aparte es el uso de los Dementores. Vale que son un trasunto de los Nazgul, pero Cuarón consigue que den realmente miedo y sus dos grandes escenas (la patrulla del tren y la lucha final se hagan muy desagradables, de los que hacen escuela. Es sorprendente como estos personajes virtuales quedan tan bien hoy en día, igual que Buckbeak (el Hipogrifo), pues en 2004 (¿tan antiguo, ya?) estas técnicas todavía no estaban tan desarrolladas y habitualmente cantaban demasiado.

Echando la vista atrás, recuerdo ver extasiado esa cámara virtual que se movía por todos lados. Aunque consigue imágenes de gran belleza, me da la impresión de que Cuarón había encontrado un juguete nuevo y aprovechaba cualquier oportunidad para ponerse con él. Aprovecha cada escena para hacer un travelling con esta herramienta, y ahora tengo la conciencia de qué es lo que está haciendo con la cámara, por lo que se me ha hecho bastante cansino. Años después, en Gravity, haría un ejercicio de estilo muy similar, pero con mucha más conciencia de qué está haciendo, con un resultado apabullante.  Ahora bien, en 2004 nadie había visto nada así, lo que llamó mucho la atención.


La película también goza de tener una de las bandas sonoras más icónicas. Es aquí el momento en que se definen todos los leit-motifs que acompañarán a todos los personajes (o casi) de aquí hasta el final de la saga. Se trata de la última en la que está John Williams en la batuta, notándose una bajada en la calidad posterior.

En todo este rato, estamos hablando de un cierto cambio de estilo (notorio) que, sin embargo, no fue del todo bien recibido por los fans. Aunque alejarse del canon establecido previamente dio lugar a una película de más calidad, provocó cierto rechazo tras el estreno. Por ello, la colaboración con Cuarón (que ya había empezado a trabajar en El Cáliz de Fuego) se truncó, contratándose posteriormente a un mucho más anodino Mike Newell, con resultados más cuestionables. El tiempo ha tratado bien a El prisionero de Azkaban, que se suele nombrar siempre como de las más logradas de toda la saga.

Como prueba de su huella metacinematográfica tenemos el puñetazo de Hermione a Malfoy. Después de un puñado de intentos en que Emma Watson se mostró incapaz de simular que golpeaba a Tom Felton, Cuarón le dijo a nuestra bruja favorita que, simplemente, atizara con todas las ganas. De ahí la reacción y la cara de sorpresa del actor, propiciando un momento que nos dejó a todos muy a gusto (mira que le teníamos ganas).  En un momento dado de la novela Harry Potter y el misterio del príncipe, la narración recordaba el puñetazo que Hermione le propinaba a Draco en los morros. Pero lo cierto es que aquello no había ocurrido así en el libro de El prisionero de Azkaban (sobre el papel, Hermione abofeteaba a Draco en lugar de estamparle los nudillos) sino en la película que adaptó dicha novela. Rowling había mezclado inconscientemente el recuerdo del film con el de su propia novela.

Otro de los detalles que hacen la película más apreciable en castellano es que Ron cambia de actor de doblaje. Por primera vez tiene una voz normal, no de niñato insoportable al que dan ganas de abofetear, lo cual hace de él un personaje bastante más apreciable de lo que habíamos tenido que aguantar hasta entonces.

Es probablemente la película que más cosas cambia respecto del libro, ya que Cuarón insiste en meter su “toque personal” a casi cada escena, pero establece el ambiente mágico característico de la saga. En Harry Potter y el prisionero de Azkaban, todo está preparado para sorprender, emocionar y cautivar con éste universo del cual te gustaría formar parte. No fue del todo bien recibido por los fans, ya que Cuarón se alejaba del canon que había propuesto inicialmente Columbus, pero el tiempo la ha situado como la película de la saga que más se sostiene por sí misma. Yo la recordaba con mucho cariño y, quince años después, me alegra comprobar que me sigue gustando de igual manera.


Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.9

Tanto la banda sonora como los efectos especiales fueron reconocidos con sendas nominaciones a los Oscars de sus categorías, que perdieron frente a Spiderman 2 y Descubriendo Nunca Jamás, respectivamente.

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