Los cómics no suelen
pasarse por aquí, pero de vez en cuando se leen algunas propuestas
suficientemente interesantes como para merecer un espacio, es el caso de “La
última cacería de Kraven”. Se trata de probablemente una de las más conocidas y
admiradas historias de Spiderman. Bueno, la verdad, se trataría de una de las
más conocidas y admiradas historias de Marven de toda su historia. Y después de
leerlo, puedo comprender el porqué. La siniestra imagen de Spiderman con el
traje negro, surgiendo de su propia tumba es un detalle suficiente para dejarte
claro que ésta no es tu típica historia de Spiderman.
El
legendario equipo creativo compuesto por J. M. DeMatteis y Mike Zeck elaboran
la historia definitiva de venganza, en esta revolucionaria e inigualable saga,
considerada la mejor aventura moderna de Spiderman. Kraven El Cazador ha
acechado y acabado con la vida de todos los animales conocidos por el hombre.
Pero hay una bestia que se le resiste: una que se burló de él en cada
encuentro: el superhéroe conocido como Spiderman. Ahora el tiempo de jugar ha
terminado. Acabará con la araña, la enterrará y se convertirá en ella. Empieza
la Última Cacería de Kraven.
Kraven se prepara
para su última cacería: Matar a Spiderman. Y lo hace en la tercera página. Ya
está, ya puedes cerrar el libro. Como esto no es tan fácil, en su retorcida
mente vencer a Spiderman no es sólo acabar con su vida. La victoria constituye
en ser capaz de triunfar allá donde Peter Parker ha fracasado. Por ello, se
lanza a por todos aquellos que le derrotaron, a ganar todas las batallas que
Peter Parker perdió. Así podrá dejar completamente claro que ÉL es superior.
Mientras acaba con todos los enemigos, sus demonios internos pelean contra el
propio concepto de Spiderman. ¿Cuánto está Kraven dispuesto a renunciar de sí
mismo para convertirse en la Araña Humana? Y, de fondo, una cuestión: ¿Está
Spidey realmente muerto? ¿Cómo es que su espíritu pugna por poseer al Cazador?
La importancia del
cómic no sólo radica en su excéntrica propuesta, sino que constituye uno de los
puntos culminantes de la época del traje negro de Spiderman. Esta época es una
de las más atípicas del héroe, en la que se separa de la simpatía optimista
típica de Peter Parker para acercarse a un tratamiento mucho más serio y
sombrío. Spiderman es ya un hombre pasada la treintena, ha vivido demasiadas
cosas chungas y empieza a estar ya muy de vuelta de todo. La última cacería de Kraven lleva toda la carga que Peter Parker
arrastra hasta sus últimas consecuencias, constituyendo un profundo retrato
psicológico sobre el auto-odio, la culpa y la necesidad de afrontar los miedos.
Peter Parker y Sergei Kravinoff se convierten en personajes complejos, con un
remanente psicológico muy bien trazado que sabe no dejar indiferente a nadie.
Además de tener al
Spiderman con más mala idea hasta la época, en esos años se estaba explorando
el concepto del Tótem Arácnido, que defendía que la picadura y los poderes de
la araña también incluían la contaminación con una bestialidad intrínseca, un
retorno al animal salvaje que era lo que provocaba la inaudita crueldad que el
personaje estaba mostrando en los últimos años. La última cacería de Kraven toma este concepto como suyo y articula
en torno a ello una diatriba especialmente interesante sobre qué es realmente
ser Spiderman y el deber de un héroe para con la gente normal, otro de los
detalles que realza magníficamente la importancia de este cómic en concreto.
Lo más curioso es
que una de las historias más importantes de la historia de Spiderman está
protagonizada por un malvado secundario que, hasta entonces, apenas había
servido de puching-ball cómico al estilo de los malvados del Batman de Adam
West. Pocos (por no decir nadie) hubieran esperado que se pudiera construir un
antagonista con tantas dosis de carisma como este Kraven, convertido de repente
en uno de los antagonistas más verosímilmente desagradables a los que se ha
enfrentado el hombre araña. Después de
que nadie le tomara en serio durante treinta años, este Kraven viene a
demostrar que no hay antagonistas estúpidos, hay guionistas vagos (o
incompetentes).
Durante casi todas
sus páginas, el cómic se aleja de las aventuras o la acción típica del género, abordando
un terror que busca incomodar ante la confusión que provoca la historia. Los
creadores emplean un desarrollo hipnótico, con viñetas que muestran una acción
repetida (a seguido, cada página o a cada número) en las que se van produciendo
pequeños cambios, que llenan de expectación o temor ante lo que está por
suceder. El narrador omnisciente que está siempre por encima de la acción se
torna aquí delirante, retratando obsesivamente la propia voz interior de Kraven
como leit-motiv machacón, llenando al lector de desasosiego mientras retrata admirablemente
qué ocurre en la mente del cazador definitivo. Todo el tomo se convierte,
entonces, en una secuencia onírica pesadillesca en lugar del hermoso relato
heroico que esperaríamos encontrar. A modo de un enfermizo cuento de hadas, la
malignidad impregna cada viñeta, dejando claro que esto no puede acabar bien.
Incluso podría
decirse que la historia es también una reflexión de porqué los superhéroes son
capaces siempre de ganar (y sobrevivir) en la realidad de los cómics, ya que en
ella los supervillanos no actúan o reaccionan como los criminales de la vida
real. Los supervillanos tienden a sobrecargar sus planes y sus tácticas para
atrapar (o matar) a los héroes, provocando así barrocas conspiraciones que son
desmontadas por el protagonista. Y es que al final, una simple bala puede hacer
el trabajo (y vaya sí lo hace).
Moviéndonos a temas
más prosaicos, un primer vistazo a las páginas nos situará rápidamente a
finales de los ochenta. El dibujo es fácilmente reconocible como de su época,
lo que podría echar para atrás a alguno de los lectores más primerizos. Sin
embargo, la innegable calidad de Mike Zeck con los lápices es más que
suficiente para que te olvides de ello a la que pasan unas pocas páginas. Zeck
aprovecha todas las herramientas de la época para transmitir la ominosa
sensación de fatalidad que la historia pide, ilustrar brillantemente las
(pocas) escenas de acción del tomo y acompañar a la perfección al lector en el
viaje a través de sus páginas.
Si uno indaga en los
orígenes del cómic, se trata de una idea de J. M. DeMatteis cuando trabajaba en
DC, que tenía la idea de enfrentar a Batman con Killer Croc. Esa idea quedó
posteriormente desesimada (se eligió el Año Uno como historia). Posteriormente,
DeMatteis volvió a intentar contar la misma historia utilizando a Wonderwoman,
pero también fue rechazada. Fue años más tarde, ya en Marvel cuando recibió luz
verde para la creación de este proyecto. Desde arriba se presionó para que el
malvado que acaba con Spiderman fuera Venom, pero DeMatteis insistió para que
fuera un villano menor, Kraven el Cazador, el epicentro de esta poderosa
historia. Estoy seguro de que no hubiera quedado tan bien con el simbionte por
medio.
Su publicación
también fue un poco extraña para los cánones de finales de los ochenta. En
aquel momento había tres publicaciones diferentes de Spiderman, que se
centraban en diferentes momentos vitales del héroe arácnido. Para La última cacería de Kraven se
interrumpió la historia normal para poner esta obra, en vez de imbricarla dentro
de la trama general (como se suele hacer actualmente). Si querías leerlo,
tenías que comprarte cada mes las tres publicaciones, asegurarte de cuál era el
orden correcto y así poder avanzar. Un lector despistado se habría encontrado
que se había abandonado la trama del cómic que seguía para poner un relato de
terror, así de un día para otro. Estoy seguro de que más de uno se tuvo que
indignar. Sin embargo, la inmensa calidad de la obra le procuró un merecido
éxito y pronto se convirtió (con toda justicia) en una de las obras más
recordadas de Marvel.
Su éxito se debe a
tener una historia vibrante, que lleva al lector muy lejos de los trillados
caminos de Marvel. Presenta un profundo retrato psicológico de dos personajes
llenos de carisma y está aderezado con uno de los mejores dibujos de su
momento. Podemos decir que esta rara avis
en la franquicia (y más dentro de Spiderman) es un cómic que cuesta
disfrutar, pero se trata de una propuesta absorbente, que te atrapa y te obliga
a sufrir a lo largo de sus páginas mientras intentas entender cómo Kraven ha
podido derrotar definitivamente a uno de los héroes más queridos de la casa de
las maravillas.
Si conoces bastante
a Spidey, o te gusta un buen cómic, a por este libro, no te dejará indiferente.
Una vez leído, es fácil comprender por qué es una de las historias que más se
han clavado en la mente de los fans clásicos del hombre arácnido.
Nota: 10
Nota goodreads:
Una
bala, un ataúd y un cadáver.
Una
formula simple para meter el miedo en el cuerpo del héroe más valiente.
Y
cuando es realizada por un villano como Kraven, el cazador definitivo, pero aun
así un humano sin poderes metahumanos, el concepto completo se vuelve todavía
más escalofriante.
Esta
es la belleza de La última cacería de Kraven.
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