Como otras veces, creía que iba a ver otra película. No
estoy seguro de porqué pero la tenía ubicada en otro lado. Luego al ver el logo
de Ghibli ya vi que la El recuerdo de
Marnie no era lo que creía. Pero bueno, el estudio es garantía de calidad,
¿no?
Además, de acuerdo con los créditos, detrás de las
cámaras estaba Yonebayashi, uno de los jóvenes talentos del estudio, que ya dio
lugar a la bellísima (e irregular) Arrietty en el mundo de los diminutos.
Y pasan los primeros cinco minutos y el corazón se me
encoge un poquito. Vemos a una niña, Anna, que lo está pasando mal. Solitaria,
refugiada en sus dibujos, repudiando casi cualquier contacto humano, suplicando
hablar con alguien y al mismo tiempo aterrada ante la propia idea de hacerlo.
Se odia a sí misma, odia al mundo, su desolación es absoluta, rechazando además
cualquier tipo de consuelo. Ha llegado al punto en que rehúye cualquier atisbo
de confianza, como si fuera anatema, o sólo fuera a acabar ahondando en una
herida (sospechamos) que atesora como quizás, la única prueba de que sigue
viva. Apenas se siente segura en ningún lugar fuera de su cuaderno, ese pequeño
rincón del universo donde nadie le hará daño. A raíz del enésimo incidente en
el instituto, sus padres (adoptivos) la envían con unos familiares lejanos, a
un remoto pueblecito en el que podrá relajarse y, quizás, sanar un poco su
alma. Una vez allí, en un lugar donde se siente todavía más extraña, conoce a
una chica que se llama Marnie con la que, extrañamente, no se siente amenazada,
convirtiéndose rápidamente en su mejor amiga. La turbadora Marnie destila tanta
vida que la hechiza y la saca de ese mundo maldito en el que se había recluido,
la embelesa y la deslumbra, condiciéndola a sentir emociones que creía haber
olvidado, como la ilusión, la fe en la realidad y el amor. Pero… hay algo
extraño en Marnie. ¿Es totalmente sincera con quien dice ser?
Hay que reconocer que Yonebayashi tiene un par de
narices. Pocas películas para niños se atreven a mostrar el fantasma de la
depresión, así de buenas a primeras. Entre nuestros tabús y la propia gravedad
de la enfermedad, se requiere un talento de virtuoso para no caer en
maniqueísmos que desdibujen la devastación que sufre Anne. En raras ocasiones
se ha mostrado tan bien, con tanta delicadeza y sensibilidad como en esta
película de animación japonesa. Más curioso todavía es que coincida en el
tiempo con el también fabuloso proyecto de Pixar Del Revés, con el que comparte temática, virtuosismo y delicadeza.
Sin embargo, mientras la joya de Pixar se centra en
“fantasear” qué ocurre dentro de la mente de un niño deprimido, El recuerdo de Marnie se presta a
confundirte entre la delgadísima línea entre realidad y fantasía. Tal como
tiende a ocurrir en las mejores novelas del escritor británico, cada elemento
es exactamente el que es y, al mismo tiempo, esconde un recóndito pasadizo a un
mundo en el que nada es lo que dice ser. Esta exploración del “mundo a una
vuelta de la esquina” se produce con una naturalidad que asusta, funcionando
como un estupendo vehículo para que conozcamos a Anne y sus problemas.
Ya os podréis imaginar, entonces, que no se trata de la
alegre y vivaz película de aventuras característica del estudio. Entre manos
tenemos un drama intimista que paladear con calma en el que el sufrimiento se
mezcla con la belleza, bien capaz de sacar lágrimas a una piedra a la que
conectes con sus melancólicos personajes. Es por ello también que puede
aburrir. A decir verdad, no “pasa nada” en toda la película, con el
consiguiente resultado de que el intimismo se convierta en ñoñería para los
espectadores menos sensibles. El parsimonioso ritmo, muy característico de las
películas japonesas más contemplativas, no contribuye tampoco a captar la
atención de un espectador poco voluntarioso. Asimismo, la película adolece del
mismo “defecto” de Arriety, pues redunda un poco en sus ideas en las escenas que
conducen al desenlace final del argumento.
Por otro lado, la historia de las dos chicas de desarrolla
con toda su grandilocuencia, gozando de unos personajes bellamente descritos,
con sus ansias, miedos y esperanzas, tan adorables a su modo que no puedes si
no quererlo. Su relación de “amor-amistad”
conmueve cuando se ve y maravilla cuando se comprende todo lo que hay detrás. A
pesar de su muy calmado ritmo, debo reconocer que me ha encantado. Ir
atravesando, capa a capa, la pétrea coraza de Anne para descubrir su alma llena
de honestidad y buenas intenciones es una experiencia ante la que es dificil
permanecer impávido, especialmente tras desvelarse todos los secretos de
Marnie.
Toda esta profundidad no impide que siga tratándose de
una película infantil. Quizás no de las que poner a tu hijo para que no
moleste, sino de las que ver con los más pequeños (8-10 años) y luego comentar.
Incluso podrá servir de catalizador para expiar según qué temas. Es más, no lo
dudo. Lo dicho todo un ejercicio de virtuosismo.
La animación muestra el mismo desmesurado mimo que
encontrábamos en Arriety. Yonebayashi convierte la excursión por las emociones
de Anne en pura poesía visual, pues cada fotograma deviene un pequeño cuadro en
el que detenerse para poder admirar. El entorno rural en que se desarrolla la
película ve revolucionado su hermoso bucolismo con elementos oníricos que
juegan a mezclar la cotidianeidad con la maravilla, generando misterio sobre
qué es real y qué es emoción.
Pocas películas mezclan el drama existencial con el
realismo mágico más lleno de lirismo mientras realiza una profunda exploración
emocional. Ideal para ver con tu pequeño y hacer un mini “cine-forum” a
continuación, requiere quizás una exploración previa por parte del adulto, para
conocer previamente que resortes pulsa y qué emociones puede hacer saltar. Esta
obra llena de virtuosismo deja una sensación agridulce, principalmente por la
melancolía del tema a tratar, pero no deja de ser una obra que fácilmente se
clava en alma y te acompaña durante el resto de tu vida. Con talento de este
calibre entre sus “jóvenes” autores, la continuidad del estudio Ghibli está
fuera de toda duda (bueno, ya me entendéis). Sacad el pañuelo y no la dejéis
pasar. No os arrepentiréis.
Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.1
Obviamente consiguió su correspondiente nominación al
Oscar de animación. Sorprendería ver que no se lo llevó, pero es que coincidió
con la exultante “Del Revés”, que a fin de cuentas, va de lo mismo, pero con un
guión todavía más redondo (que ya es decir) y toneladas de imaginación
buenrollera tan llena de entusiasmo que permitió que la obra de Pixar se
llevará el premio gordo. Por cierto, coincidió también con “La oveja Shaun” y
“Anomalisa”. Pedazo de año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario