La DPM del mes nos trae una película de Alexander Payne. Ya desde los
tiempos de Election, siempre he tenido una relación de amor-odio con este
director. Por un lado, admiro su capacidad para hacer que
una historia trivial,sin ningún interés, de gente normal y sin pretensiones, guste.
Por el otro, siempre acabo con ganas de aislarme del mundo y no hablar con
nadie durante una semana. No siempre tengo la disposición mental para ver sus
películas.
Y Nebraska no falla y nos cuenta una historia cotidiana, de un hombre de
triste figura al que de tanto fantasear con la fortuna se le ha secado el
cerebro y se ha convencido de haber ganado un premio millonario a reclamar tres
estados más a la derecha. Su familia sabe que chochea y no puede permitir que
Woody se embarque en una aventura estúpida. Pero ¡ay! Todos saben que es quizás
el último resquicio de ilusión que le queda a un hombre derrotado. A
regañadientes, todos aceptaran este viaje inusitado, forzándose a convivir
durante una semana sin posibilidad de escape. Probablemente el mayor tiempo que
han pasado juntos en los últimos veinte años.
Pero quizás lo menos importante es la historia (aunque sí es importante).
Estamos ante un hijo que descubre quién es su padre, al que, huraño y
alcohólico, nunca ha llegado a conocer a pesar de haberse criado con él. Un
padre que descubre quién es su hijo, al
que ha criado pero siempre ha ignorado. También una madre que descubre a un
hijo… En resumen, una familia ha habitado siempre el mismo techo, pero en el
que nunca ha convivido. Gracias a este viaje sin sentido, encuentran cierto resquicio
para que el afecto entre. Aunque sea por la fuerza de la costumbre. A pesar de
las estupideces de cada uno.
Realmente, la historia es mínima, pero la naturalidad con que se relata es
pasmosa. Si bien la realidad es deprimente y patética, Payne te la filtra con
un sentido del humor negro muy bien encontrado, convirtiendo unas escenas
terriblemente trágicas en agradablemente entrañables. El guión se halla
asombrosamente intrincado, guardando el momento adecuado para la risa tonta, la
memez y la chorrada mientras te muestra verdades crueles y la mezquindad del
ser humano. Abundan los diálogos bien afilados, llenos de amargura, separados
por silencios que hablan más que las palabras.
El blanco y negro en que está rodado no tiene rastro de granulosidad, dando
a la fotografía un aire extraño, antiguo y nuevo a la vez. La puesta en escena
se vuelve impecable, mostrando el EEUU que nunca sale en las películas. El de
los rednecks de las zonas deprimidas del centro del país, que, en el fondo,
constituye una realidad para casi toda la población. Un blanco y negro
desvaído, del color de la vida que se apaga. Blanco y negro en que se viven las
vidas vividas sin más motivo ni objetivo que el de despertar cada mañana. Existencias
rutinarias construidas en torno a la costumbre y el deber, sin rastro de amor y
cariño, que han sido reemplazados por la frustración y son alimento de envidias,
chismorreos y cuentas pendientes y chismorreos, sin atisbo de piedad con
aquellos que se atreven a salirse un poco de la normalidad.
El protagonismo recae con maestría en un Bruce Dern que calca (y nos
recuerda, con amargura) lo que es, supone y hastía la vejez. El hecho de notar
que ni tu cuerpo ni tu mente son los que fueron y que la fecha de despedida
está muy próxima. Tiene muchísimo
mérito para un actor de su edad tener la capacidad de seguir haciendo este tipo
de cine. Me ha encantado su trabajo. Frente a él, un actor que no conocía de
nada, Will Forte, mantiene el tipo, convirtiéndose en el hijo que todos somos.
Es facilísimo identificarse con él, con sus frustraciones y sus sueños y,
sobretodo, con el amor incondicional a un padre al que no soporta.
Mención aparte para June Squibb, otra veterana que nos brinda una abuela
impagable. Que mala leche, qué resentimiento y qué buen hacer. Aunque en un
primer momento es un poco odiosa, se mete poco a poco en nuestros corazones por
su desparpajo y su mala uva. Capaz de guardar un comentario cruel para CASI
cualquier persona del pueblo y al mismo tiempo hacerse querer por todos. De
antología la escena del cementerio, que resume con mucho humor mucha de esa
nostalgia que posee la película. Vale la pena verla.
No lo parece, pero es capaz de generar un montón de emociones a lo largo de
sus minutos. La desesperación que trae la vejez se intercambia con sonrisas
amargas desde el minuto uno hasta el final. Todo ello mezclado con todo el
abanico de las emociones humanas: la mezquindad, la fuerza de voluntad, la
ilusión, la envidia… Todo ello con el armazón de una historia mínima, con una
sencillez abrumadora en la que parece imposible imbuir tanta profundidad,
demostrando que no se necesitan fuegos de artificio para llegar al interior del
espectador. Es un estupendo retrato del ser humano, capaz de lo mejor y de lo
peor con apenas cinco minutos de diferencia.
Toda la película transcurre a través de pueblos desiertos, carreteras
cutres y paletos a mansalva. El pueblo, tan alejado de las bulliciosas ciudades
que siempre vemos en las películas, es aburrido. Un lugar desolado y árido, con
un ambiente casi muerto, donde nunca parece pasar nada. Me recuerda demasiado
al páramo dónde he pasado tantos veranos de pequeño, con las conversaciones
vacías con parientes que ves una vez cada año, con todos los tejemanejes de los
lugareños y, sobretodo, con la palpable sensación de que no hay NADA que hacer
(y es que no lo hay), sólo quedando la opción de ver la televisión o
emborracharse. Suerte de mis primitos, que los quiero mucho, que si no ^^.
Una historia tristísima y desoladora, que, sin embargo, ha conseguido dejarme
con una sonrisa en la boca. Belleza de final,
belleza de último plano. El final de Nebraska se une a los que me vienen a la
mente siempre que quiero recordar. Finales felices no necesariamente felices. Desenlaces
que quizás no te dejan satisfecho, que quizás te dejan un vacío en el alma,
pero ciertamente, te deja la sensación de que has visto una película
hermosísima.
Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.4
Nominada a mejor película, director, Actor Principal, Actriz secundaria,
Guión original y fotografía. No se llevó nada. ¡Lástima!
Publicada previamente en cinéfagos AQUI
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