Aunque a alguno le
parezca contradictorio, el cine español goza de muy buena fama aquí en Francia,
con estrenos de importancia y críticas más que favorables para las propuestas
de mayor envergadura –de las que hemos tenido unas cuantas en los últimos años-.
Teniendo en cuenta el éxito cosechado en San Sebastián, la crítica y cierta
parte de la taquilla, la segunda película de Carlos Vermut tenía que llegar a
los cines de aquí. Y vaya sí lo ha hecho, re-bautizada como “La niña de Fuego”
(el título está en castellano y es diferente del original, cosas de los gabachos)
y lo ha petado a lo grande. Había que hacer el esfuerzo de verla, ¡que seguro
que valía la pena!
Es difícil hacer un
resumen de Magical Girl. Simplificando
podemos considerar que pone en contacto, por azares del destino, a dos personas
destruidas por la vida: un maestro de escuela viudo, con una hija terminal y
necesidad de dinero para cumplir el último sueño de ella, y una mujer casada
con problemas mentales y un pasado turbio y perturbador –en el mejor de los casos-.
Ambos están desesperados y están dispuestos a todo, dando pie a una historia
que mezcla la prostitución, el chantaje, el maltrato y la desesperación.
Explicar más es dar
demasiados detalles. Simplemente se debe remarcar que es una película que rompe
y desmonta esquemas preconcebidos. La narración se va desde un primer momento
hacia lugares extraños, desarrollándose hacia terrenos sombríos dónde uno no
querría estar y, sin mostrar nada, te obliga a afrontar las pesadillas que se
alojan en tu interior. Aun siendo aplastantemente lógica, nada ocurre tal como
debería ocurrir, torciéndote el culo de manera prácticamente continua.
No sólo el guión provoca
desasosiego, la puesta en escena es inquietantemente descolocante. Por decirlo
de alguna manera, es como si un director con las ínfulas de Wes Anderson se
hubiera metido a hacer un thriller de Fincher. No sabes por dónde o con qué te
va a salir, con eso es lo que juega Vermut. Es perfectamente consciente de que
es diferente, que ofrece una experiencia inusual y se recrea en ello. Cada
detalle, incluso los que parecen puestos al azar, guarda importancia: la
decoración en la habitación de la niña, lo que hay –y lo que falta- en la
habitación de la mujer, dónde están y dónde no están las pistolas…Medio segundo
de distracción y estás perdido. Asimismo, la música contribuye a crear, en su
minimalismo, una sensación de desasosiego que te acompaña todo el metraje.
Los dos personajes
principales, a fin de cuentas, somos nosotros, son un cualquiera: con nuestros
problemas, nuestras taras y nuestras limitaciones, llevados a un plano de la
realidad donde nadie quiere entrar y forzados a soportar unos castigos que
nadie merecería. Están correctamente interpretados por Luis Bermejo y Bárbara
Lennie, semidesconocidos ambos, pero no por ello exentos de calidad. Frente a
ellos, el carisma y la capacidad de transmitir haciendo nada de José Sacristán.
Roba cada escena en la que aparece obligándote a exprimir cada neurona para
intentar entender qué pasa por su inquietante mente.
A toro pasado, la
historia es sencilla y clara, pero su insana cristalinidad revienta todos los
esquemas y las reglas que se supone deben cumplir los guiones. Te castiga, te
esconde cosas, te premia con cuestiones que no querrías plantearte y te oculta
una historia narrada a base de elipsis que te obliga a llenar mediante lenguaje
no-verbal y lo que tú, experto espectador, crees o esperas saber sobre lo que
ocurrió, ocurre y ocurrirá. Los tres actos en que está dividida (Mundo, carne,
diablo) guardan muchos significados ocultos y guiños que quizás, sólo quizás,
se comprenden en un segundo visionado.
Sabe ser inquietante y
perturbadora. Si entras en su juego, te va a tener dos horas literalmente
pegado a la pantalla. Si bien es verdad que a posteriori puedes comprobar que hay
más artificio que contenido, rompe tanto los esquemas que se convierte en una
experiencia diferente. Eso sí, exige mucho de tu parte, echándote fácimente si
no entras en la película.
De las que
hay que ver por lo diferente que sabe ser.
Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.2
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