lunes, 31 de octubre de 2011

Margin Call


Margin Call (o margen de riesgo en castellano) es una película que nos sitúa en una agencia de inversiones los días previos al gran crack de la economía que sucedió en 2008. En ningún momento intenta dar una imagen global de los acontecimientos. Se centra en una parte de los mismos, se centra en los momentos previos al petardazo que supone la quiebra de Lehman Brothers. Pues es esto lo que nos cuenta la película: una quiebra. Descubierto el agujero contable por parte de un par de “novatos” -que sólo cobran 250k al año-, el argumento se centra en mostrar las distintas actitudes de todos los jefes y ejecutivos, que de una manera jodidamente rápida empiezan a maniobrar bajo el lógico pero poco ético sistema de “pásale el marrón a otro”. Lo que importa es sacar toda la pasta posible antes de hundirse, poco importa si eso pasa por intoxicar todo el sistema y reventarlo hasta provocar un colapso financiero.

Es decir, la película no se centra en problemas económicos ni teorías financieras. De hecho, la parte financiera se desliza de puntillas: Básicamente, alguien ha metido la pata hasta el fondo y… La manera de funcionar durante los últimos 10 años ha dejado de existir. A partir de ahí, la trama se centra en las reacciones de los 8 personajes: los dos novatos, el jefecillo intermedio sin escrúpulos, el exejecutivo despedido y resentido con ganas de desquitarse, el jefe de sección con un mínimo sentido del deber, los dos tiburones que mandan en la empresa y, finalmente, el Big Boss que lleva años disfrutando de sus millones. Como en una obra de teatro filmada, contemplamos sus reacciones, sus miedos y su manera de afrontar la destrucción de su mundo, un mundo para el que han sacrificado todo asomo de humanidad con tal de ganar más dinero.

ACTORES: A primera vista, sorprende un elenco de actores tan sólido para lo que parece una obra menor, pero el serio y concienzudo trabajo de todos los actores es tremendamente consistente. Irons cuaja la que quizás sea la mejor actuación que le he visto. Spacey es tan bueno como siempre. Baker, Badgley y Moore construyen personajes asombrosamente deshumanizados y despiadados. Finalmente, hay que destacar los sorprendentes trabajos de Bettany y Quinto, de los cuales no esperaba que fueran a estar a la altura de lo que se les exigía, y menos que lo hicieran tan bien. Destaco a Paul Bettany, que quizás compone el papel más cínico e impío de todos, demostrando al mismo tiempo que no es más que un ser humano desgraciado al que no hay nada que le importe.  La película es una obra de actores que están perfectamente a la altura.

DIRECTOR: ¿Chandor? ¿Quién es este joven guionista y director? Con un simple un corto (Despacito) y es capaz con apenas 4 millones de presupuesto de convencer a LionGates y a las vacas sagradas de Spacey y Irons para rodar un guión suyo sobre el "comienzo" de la penúltima crisis que nos azota. Misterios de una industria esclerotizada que es capaz de lo mejor y a menudo de lo peor. El montaje se encuentra lleno de primeros planos, reuniones donde la tensión es palpable y ambientes agobiantes en el interior de los mastodónticos edificios donde se decide el futuro de la economía mundial. Maneja hábilmente la cámara entre el vértigo, las prisas y los sudores fríos de los personajes.

GUIÓN: En ningún momento entra a explicar los motivos económicos que producen el colapso. Esto hace que sea mucho más fácil de seguir para los legos en la materia que otros trabajos similares. Sin embargo, también provoca que queden muchas cosas en el tintero y haya muchas ideas apenas esbozadas de las que se le podría haber sacado mucha más punta. Hay que destacar un gran dominio de los tiempos y el discurrir de la trama, que va avanzando sin prisa, pero sin pausa, dando tiempo a que los hechos se aposenten y se pueda seguir sin esfuerzo. La construcción de los personajes es magnífica: todos son sorprendentemente humanos a pesar de vivir en un ambiente tan deshumanizado. Todos han renunciado a la felicidad, los amigos o el amor con tal de progresar en un ambiente malsano e intoxicado dónde lo único que importa es ascender y añadir ceros a tu cuenta corriente.

No obstante, se le puede echar en cara con justicia que la película en ningún momento toma un tono de denuncia o crítica explícitas para narrar los hechos. El filmado es frío y desapasionado, sin intentar transmitir emoción ni empatía. Es responsabilidad del espectador estar atento en todo momento a lo que ocurre, siguiendo a unos personajes con los que no se puede identificar en unas situaciones que, evidentemente, le dejan indiferente. A pesar de sus diálogos inteligentes, esta crónica de las veinticuatro horas anteriores al colapso está orquestada más bien como un telefilm, necesitando de un contexto concreto para cobrar sentido y que fácilmente puede provocar la desafección del espectador.

A lo largo de la misma, va dejando caer una serie de frasecitas e ideas que, cual migajas de Pulgarcito, se pueden ir siguiendo -requiere cierta atención- y que muestran las incoherencias del mundo desarrollado en el que vivimos. Encontraría entre ellas unos cuantos momentos magníficos que pueden pasar desapercibidos:


- Cuando Will explica que, a pesar de cobrar 2.5M al año, apenas puede disponer de 125k para vivir, mientras que el resto se le va… en otras cosas.
- Los dos poderosos diálogos en los coches, entre Peter y Seth primero y luego entre Will y Seth. “¿Ácaso toda esta gente tiene idea de lo que se le viene encima? + Si te estás preguntando eso, es que no comprendes en qué trabajas…”. Son dos momentos en que parece que los personajes van a dejar salir la ética y la decencia, evitando el seguro desastre aunque signifique su obvia ruina personal, pero todos van transigiendo ante la necesidad de rescatar todo el dinero posible. Curiosamente, no es por avaricia, sino que es por miedo y terror, pues están individualmente tan endeudados que, simplemente, necesitan ese dinero con desesperación.
- La escena del lavabo entre Seth y Jared, junto a la de Sam y Peter en la entrada. En ellas, los dos novatos son perfectamente conscientes de que van a ser despedidos. Están tristes y necesitados de apoyo, pero lo único que encuentran a su lado es a un jefe al que lo único que le importa es su propio trasero y que contempla, indiferente -me encanta Simon Baker ahí- la desesperación de su empleado.
- El diálogo casi final entre Sam y Tuld, en el que dejan claro que no les importa mandar el mundo a la mierda, siempre y cuando ellos salgan bien parados de ello.
- El detalle de que, excepto los dos jefazos, ninguno de ellos es economista. Todos son ingenieros y científicos cualificadísimos y deben rebajar el tecnicismo de su discurso para hablar con los economistas y explicarles que ha pasado (cosa que enlaza con una de las ideas de Michael Moore sobre los desmanes que la falta de educación pública ha provocado en EEUU).
- La inmensa soledad en la que viven todos. ¿Acaso alguno tiene algún tipo de vida fuera del trabajo? La película deja bien claro que no.

Se trata de una película muy interesante que narra unos hechos muy concretos. No critica ni ofrece responsables, aunque indica que hay algo que no se ha hecho bien. Eso sí, una pequeña advertencia, que nadie busque tensión al límite, un ritmo trepidante ni nada parecido. Margin Call es una película sesuda, que necesita mucho de la atención del espectador para apreciar sus diálogos, dónde reside la gran esencia de esta película.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.5



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