domingo, 16 de octubre de 2011

Ilión II: La rebelión (Dan Simmons)


Título: Ilión II: La rebelión
Autor: Dan Simmons
Título original: Ilium

“La historia del asedio de Troya (Ilión), reconstruida en un lejano futuro: los dioses son post-humanos que disponen de una divina tecnología cuántica, el monte Olimpo está en Marte y los nuevos robots moravecs, de más allá del cinturón de asteroides se interesan por la inusitada actividad que se observa en el planeta rojo.
Mientras tanto, los últimos humanos de la Tierra viven una insulsa vida de eloi bajo la atenta vigilancia y supervisión de unos misteriosos Voynix de origen desconocido.”

Después del gran sabor de boca que me había dejado la primera parte de la saga, era casi obvio que la segunda parte (de 4) iba a caer pronto.

Como ya comenté en la reseña de la primera parte, se trata de un libro único partido en dos, con lo que el final del libro anterior no era un final al uso, si no que quedaba todo truncado, partido en medio de la acción. Por ello, éste empieza en medio de la acción, a fondo y dejando sin aliento desde la primera página.

En Troya, Hockenberry empezaba a darse cuenta de que las cosas se empezaban a salir del camino marcado por la Ilíada. Las cosas empeoran y se salen de madre del todo, pues Hockenberry se ve obligado a intervenir en el curso de los acontecimientos, provocando que la línea temporal se rompa del todo y que, a partir de allí, se cancelen todas las apuestas, y entonces cualquier cosa puede (y va a) suceder.
Los moravecs habían conseguido llegar a Marte pero una vez cerca del monte Olimpo, son capturados por Apolo. A partir de ese momento, tendrán que centrar sus esfuerzos en escapar de los palacios de Zeus…
Finalmente, los humanos de la tierra se han encontrado a Odiseo y deciden dividirse: Ada volverá a su casa con Odiseo para mostrar al mundo la mentira en la que viven, mientras que Daeman y Harman volarán hacia la estación espacial de la Tierra, dónde habitan los dioses -según las creencias del momento- y allí afrontarán horrores que nunca hubieran imaginado.

En esta segunda parte Simmons sigue mezclando con maestría diversos géneros literarios, pues encontramos épica futurista en la guerra de Troya y novela de aventuras exóticas con los moravecs, mientras que la novela ética de los humanos se transforma en una historia de terror que te deja sin aliento a cada página.
Simmons en ningún momento renuncia a sus momentazos peliculeros, buscando y consiguiendo páginas y páginas de situaciones espectaculares que te obligan a seguir leyendo. Las tres tramas separadas empiezan a hilarse -aunque pareciera imposible- y a relacionarse poco a poco entre ellas, como dirigiéndose hacia un punto en común que aún no llega.

Lo que es curioso es que la trama más floja de la primera parte se transforma en una apasionante historia de terror llena de tensión y que, junto a la espectacularidad de la fabulosa trama Troyana, provoca que la historia de los moravecs pierda algo de interés frente a las otras dos aunque siga siendo entretenida y divertida,.

En cuanto a los personajes, al tratarse del mismo libro que la parte anterior, apenas tiene personajes nuevos. No obstante, algunos ya existentes empiezan a evolucionar, siendo aún más interesantes.

Thomas Hockenberry: Nuestro socarrón intelectual que tantas perlas nos había dejado como locutor deja de ser poco a poco un mero espectador y se ve obligado a actuar. Esto provoca que sus narraciones pierdan objetividad y podamos comprobar como un tímido, cobardica y más bien patoso profesor de universidad se ve obligado a aprender -a las malas- cómo debe ser un héroe de la época. Reconozco que le he cogido cariño al ver la cantidad de veces que, aterrado, no le queda otra que sacar valor donde no tiene y seguir haciendo lo que hace.

Daeman: El guaperas egoísta de la Tierra también se ve obligado a transformarse en la estación espacial. No sólo descubrirá lo que es el miedo y el dolor, si no que también se verá obligado a luchar por su vida de una manera que nunca hubiera imaginando. Estos hechos provocan un endurecimiento de su carácter, consiguiendo que el personaje madure y evolucione de una manera muy coherente e interesante, contribuyendo a construir un personaje mucho más atractivo.

Próspero, padre de los diez mil hijos: Próspero es (fue) un Dios que habitó en la Tierra, surgido a partir de la evolución de la logosfera (Internet) que consiguió tener consciencia de si mismo y tener un ávatar físico. Ahora no es más que el eco grabado de la sombra de una sombra. Antaño todo poderoso, sabio y compasivo, ha perdido todo su poder y su capacidad de acción, encerrado en su estación espacial, siendo un simple holograma omnisciente consumido por los remordimientos que no puede hacer nada para detener a su hijo más querido, Calibán.

Calibán, el ángel caído: Siendo el hijo de Próspero, se esperaba de él que se convirtiera en el adalid de una nueva humanidad. Sin embargo, su ansia de violencia y sangre lo convirtió en un monstruo que masacró a todo lo que tuvo a su alcance quedándose encerrado en la estación espacial, donde espera paciente… Malvado, cruel y retorcido, encuentra regocijo en la caza de su presa, con la que juega como un gato haría con un ratón, hasta que decide devorarla.

La novela sigue siendo tan brutalmente espectacular como su predecesora, manteniendo ese gusto por mezclar cosas imposibles, no sólo consiguiendo que sean coherentes, sino haciendo que sean realmente impresionantes. Las tramas siguen siendo muy adictivas y nuevos personajes se unen a los anteriores para añadir más salsa a la diversión. Además, la abundancia de momentazos brutales peliculeros sigue en danza y no baja el ritmo en ningún momento, acabando además en un clímax troyano apoteósico que es de lo más impactante que he leído en mucho tiempo.

Transcribo un par de fragmentos que me hicieron mucha gracia:

¿Qué está diciendo?, preguntó Orphu.
Os desafío dioses, bla bla bla… Y ahora invoco al caos y desato los perros de la guerra…, recitó Mahnmut.
Espera, dijo Orphu. ¿Ha usado de verdad esa cita de Shakespeare?
No, dijo Mahnmut. Estoy traduciendo libremente.
Fiuuu, dijo el ioniano. Pensé que teníamos un plagio sorprendente entre manos.

¿Quieren una receta para perder toda la autoestima? Intenten permanecer desnudos enfrentándose al Dios de Todos los Dioses que va vestido con botas altas, grebas doradas y armadura de batalla. Además de esta obvia diferencia está la cuestión de la altura. […] y Zeus mide cinco metros esta tarde. ¡La maldita puerta fue hecha para estrellas de la NBA que lleven a hombros a otras estrellas de la NBA, y Zeus ha tenido que agacharse para pasar!

En resumen, una magnífica continuación -que no lo es como tal- que acaba un fabuloso libro que mezcla géneros y tiempos con una alegría y una maestría sorprendentes. En cuanto pueda me cojo los siguientes.

Nota: 9

No hay comentarios:

Publicar un comentario