Santos Trinidad -toma nombrecito que le han buscado- es un
policía a ratos perdidos y un borracho la jornada entera. Y tiene malísimo ron.
Y lleva pistola. Y no le importa nada. Una pésima y explosiva combinación que
solo espera una pequeñísima mecha para mandarlo todo a tomar por culo, que es
como él se siente, por cierto. Así que una noche cualquiera aparece en el lugar
equivocado, a la peor hora de la madrugada, con el pie cambiado y la garganta
seca, y se encuentra con un chulo tocahuevos y estúpido, que no distingue las
señales, y confunde a Santos con un policía acabado y digno de lástima. La
conmiseración de un cabrón sin escrúpulos es la chispa que colma su vaso sin
fondo y prende el último cartucho de orgullo y dignidad que le quedaba. En mala
hora y con fatales consecuencias. No, definitivamente, no era su noche ni la de
los que se cruzaron con él. Pero el mayor problema de Santos es que un testigo
de la masacre ha escapado. Si quiere salvar el pellejo, no le queda otra que
encontrarlo y acabar con él. Para ello tendrá que recuperar todas sus
capacidades de investigador que ya creía olvidadas e involucrarse en un caso de
tráfico de drogas que lleva cada vez a territorios más turbios.
Ante todo, hay que reconocer que estamos ante una rara avis en nuestro cine. La película
es todo un ejemplo de thriller negro y amargo, de ambientes turbios y antihéroes que no
tienen más remedio que dar todo de sí en busca de algo parecido a la redención.
Se trata de una película que perfectamente habría podido rodar Denzel
Washington o Bruce Willis pero no, es española y lo hace José Coronado (toma
ya). No es una película de tiros, ni de acción, ni de actores guaperas; es una
película de descenso a los infiernos, que me recuerda
mucho a El fuego de la venganza, pero ubicada en los suburbios de Madrid y teniendo en cuenta que Urbizu no es Scott ni tiene su dinero, pero le da para hacer una película
muy sólida en un género que se estila muy poco en nuestro cine, cosa que se agradece
como agua de mayo.
ACTORES: Se trata de una película prácticamente
mono-actoral, con un José Coronado que acapara toda la atención. En los
primeros momentos puede pillar algo fuera de juego ver a Coronado haciendo un
papel tan alejado de su galantería habitual, pero una vez acostumbrado, se come
todas las escenas como nada. Personalmente, lo veo uno de los favoritos a los
Goya de este año (falta ver lo que queda por salir). Lamentablemente, los
secundarios son excesivamente planos y monocordes. Aunque su guión tampoco da
para mucho, uno esperaría un poco más de los personajes de Juanjo Artero y
Helena Miquel (Las Flores azules), muy
robóticos.
Me sorprende la capacidad de Coronado de construir un
personaje tan destruido y avergonzado de si mismo, pero al mismo tiempo pasado
de vueltas y orgulloso. Antiguo miembro de los GEOs, supercondecorado -vamos,
el equivalente castizo del típico exmarine de las pelis yanquis- venido a menos
por unos sucesos en Colombia que de vez en cuando sale de los bares para ir a
dormir a comisaría. La construcción de tío duro a la manera Hartigan queda bien plasmada en su
manera de pedir cubatas -que se toma- y en una serie de frases lapidarias que,
sorprendentemente para el cine español, son podidamente creíbles.
DIRECTOR: Después de sorprendernos con la brutalmente
fresca y admirable La caja 507, Enrique Urbizu se había dedicado a sus quehaceres. Ahora, después de muchos años de
silencio, nos sorprende con un thriller seco y amargo, inesperadamente sólido y
desolador. Hace recaer todo el peso de la película en un Coronado de fuertes hombros, aprovechándolo y dándole cancha para que se luzca. Es de destacar como
construye un film tan redondo con los pocos medios -perfectamente aprovechados-
de los que dispone. Las escenas de acción son de una sobriedad destacable,
recordando a las películas de Hollywood de los 70 -probablemente porque no
tiene medios para hacer cosas más trabajadas-. No intenta hacer grandes alardes
de fuegos artificiales y sabe dar todo lo que tiene sin dar un paso en falso; error en el que caen muchos cineastas españoles que intentan rodar a lo
Hollywood sin dinero, mostrando una cutrez excesiva. La dirección está
realizada con gran corrección, la gestión de los tiempos y la elección de
escenas es más que correcta, haciendo lo posible por intentar sacar algo de los
actores secundarios, a pesar de la penita que dan.
Tanto la escena inicial del bar de alterne, como el
interrogatorio del juez son escenas muy destacables en su solidez y
consistencia. Sobretodo en la primera, que transmite una sensación de “aquí se
va a armar la de Dios” sin hacer nada más que pedir un cubalibre…
GUIÓN: Después de un inicio bastante rompedor y confuso, la
trama se divide rápidamente en dos partes: en la primera vemos como Santos
investiga quién es el posible delator y va arrasando con todos para conseguir
la información, mientras tanto, se va dando cuenta de que el tío al que persigue no es
precisamente un muerto de hambre. En la segunda, tenemos la investigación de
una jueza que intenta saber quienes son los muertos del club de alterne, desembocando en una caso de tráfico de cocaína que esconde una
trama aún más turbia. Urbizu -también guionista- consigue hilvanar hábilmente
las dos tramas en las que Santos investiga a
la antigua usanza -a lo bruto- y la juez, que básicamente cumple las funciones
de narrador de la historia, se vale de todos los medios de la justicia.
El ritmo, aunque lento y pausado, no permite un momento de
distracción, pues cada detalle es importante para el desarrollo de la película.
Sin embargo, al avanzar la investigación, el guión da un giro inesperado -justificado
en la historia, pero bastante inverosímil- añadiendo una vuelta de tuerca mucho más
depravada y no muy creíble que no acaba de casar con el inicio de la película, sin
embargo, Urbizu consigue resolverlo decentemente, dejando caer por ahí un par de
comentarios respecto a la falta de colaboración entre diferentes cuerpos de
investigación, que siempre trae desgracias…
¿Qué le echo en falta? Una mínima explicación de porqué
Santos pasa de ser un superpolicía a ser un alcoholico, aunque fuera tirando de
tópico. Viendo la película, es posible que esa elipsis sea totalmente
deliberada ya que lo que importa es que ahora es un desastre de persona que se
avergüenza de sí misma, pero me hubiera gustado verlo. Además, el inicio tan
deliberadamente confuso me dejó un poco con la sensación de que me han escamoteado
-¿de manera voluntaria?- un par de escenas, me faltaría alguna explicación de porqué Santos
empieza a investigar a los colombianos. Por otro lado, el giro que pega la película,
aunque justificado, puede parecer un poco patillero a muchos.
En resumen, No habrá
paz para los malvados es un thriller muy sólido y muy bien realizado para
ser una película española. Un Coronado en estado de gracia nos sorprende
haciendo un gran papel de antihéroe yanqui a la manera castiza y nos recuerda
que aquí también se puede -de vez en cuando- hacer películas de calidad.
Evidentemente, con una mayor cantidad de recursos se podría haber hecho algo
mejor, pero es de destacar como Urbizu aprovecha lo poco que tiene.
Es lo que se suele llamar un “thriller de oficio”, que nos
llega de vez en cuando desde el cine yanqui. Simplemente, es una película
que cumple con todos los tópicos del género, bien filmada, sin errores de
consideración, pero sin intención de rizar el rizo ni de complicarse la vida.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.1
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