miércoles, 19 de agosto de 2020

Quien a hierro mata

Después de unas vacaciones bien merecidas, toca volver a la rutina y a la gran ciudad. Por lo menos parece que tengo unos días con tiempo para estas cosas. Hoy nos centramos en una de las películas más celebradas del cine español de 2019 (buena cosecha ese año, por cierto), en la que la droga, los ajustes de cuentas y la venganza se entremezclan para crear una interesante película.

Quien a hierro mata nos sitúa a un capo de la mafia gallega que sale de la cárcel por motivos de edad, siendo destinado a una residencia para pasar allí sus últimos días. Sus codiciosos hijos buscan la manera de acabar con él para así heredar el negocio, mientras que él se aferra a los últimos hilos de poder. Lo que sería una situación tensa, se pone al rojo vivo cuando el enfermero jefe encargado de cuidar de él le guarda unos cuantos agravios del pasado y se los va a cobrar uno por uno…

Paco Plaza es uno de los directores del cine patrio con un historial más sólido dentro del cine de terror y de intriga, por lo que no es de extrañar que fuera contratado para llevar a la gran pantalla este guión de Jorge Guerricaechevarría. La historia, que recuerda a las venganzas implacables de los thrillers asiáticos, es aprovechada por el director para hacer una verdadera película de género, algo poco habitual (cada vez más ^^) en este país.

Se trata de una propuesta con un presupuesto abultado para lo que se estila por estos lares, dentro de un proyecto que Plaza conoce, con lo que la parte técnica despliega músculo usado con eficiencia. La puesta en escena denota buen hacer, con una atmósfera malsana bordeando el terror, presta a dejarte el culito prieto. La oscura fotografía transforma los bajos fondos gallegos en lugares ideales para una película noir, llena de mala gente y muchas ganas de joder a los demás.

Además, tiene la suerte de contar con la inmensa habilidad de Luis Tósar de hacer de hijo de puta. Aunque aquí hace de hijodeputa bueno (ejem), sigue sorprendiéndome la habilidad para pasar de tener una sonrisita de buena persona a desplegar explosiones de violencia en apenas un fotograma. Puedo achacarle que lleva quince años haciendo el mismo papel, pero qué bien lo hace, coñe. Sin duda, la película no sería lo mismo sin él, pero el clan mafioso goza también de grandes interpretaciones. El desaparecido Xan Cejudo borda el papel patriarca lleno de rencor, con una interpretación muy trabajada a base de miradas (muchas veces de odio), mientras que el grupito de impresentables de sus hijos no se quedan atrás, brillando especialmente Enric Auquer como el más joven del clan, en un papelazo descomunal como un mafioso alocado y pasadísimo de vueltas, de los que te vuelan la cabeza sin pestañear ni darse cuenta de que le ha caído medio cerebro tuyo encima.

Con una atmósfera brillantemente conseguida, un ritmo que te pega al asiento y unos actores en estado de gracia, uno esperaría estar ante una película de las que hacen época. Lamentablemente, la historia no llega a estar a la altura, conteniendo un exceso de casualidades demasiado increíble, con una intención más efectista que efectiva. La subtrama de los chinos no funciona especialmente bien, ni los problemas con las bandas de la cárcel ni, sobretodo, la senda que lleva al desenlace, tan increíble que se hace difícil de tragar, con sobreexplicaciones que ni son necesarias ni aclaran demasiado. El envoltorio es precioso, los ingredientes son de primera, pero el sabor final tiene el deje de haber podido ser mejor.

Otro detalle a destacar de este descenso a los infiernos de Luis Tosar está en que el guión y, sobretodo, él, se esfuerza en que quede claro que es consciente de que no va a salir bien parado de ésta. Sin embargo, a él le vale, pues lleva tanta rabia dentro que sólo desea desatarla sin importar las consecuencias que vendrán después. Recuerda mucho a cualquiera de las películas de la trilogía de la venganza de Park Chan-Wook, en la que el rencor que corroe al vengador es tan devastador que las consecuencias son atroces para todos.

La película consiguió tres nominaciones a los Goya: Mejor actor para el estupendo Luis Tósar, mejor actor revelación para el fabuloso Enric Auquer y mejor sonido, como muestra del músculo técnico desplegado. Al final, solamente el joven actor catalán se llevó el premio gordo.

Este thriller presenta fallos gordos en el guión, pero destaca tanto en el resto de aspectos que permite que el viaje se disfrute y la experiencia valga la pena. Una historia de venganzas llevada hasta el infinito y más allá, con toneladas de mala leche, buenas dosis de angustia, explosiones de violencia y un puñado de actores que hacen muy bien su trabajo. Aún con sus errores, una película muy aprovechable.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.6 

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