Y de estruendoso espectáculo de efectos especiales a estruendoso espectáculo de efectos especiales, que en las vacaciones sientan bien estas memeces para apagar el cerebro.
Después del relativo éxito de Godzilla y de Kong: Isla Calavera, se impone seguir expandiendo el Universo Compartido de monstruos gigantescos. En este caso, tras la destrucción provocada Godzilla en el mundo, un insensato grupo de científicos con poco seso acaba resucitando a un gran número de bestias titánicas con la idea de poder domarlas. Entre ellas destaca King Gidorah, el único capaz de destronar a Godzilla mucho tiempo atrás, antes de quedar atrapados bajo el hielo. En cuanto recupera la libertad, buscará retornar a su puesto de privilegio, derrotando al resto de monstruos en una serie de gigantescas batallas que pondrán a la Humanidad al borde de la extinción.
Sí, otra vez un argumento lleno de sentido. Encontramos aquí una orgía de tortas entre monstruos gigantescos de lo más espectacular, con grandes coreografías, destrucción desmedida y molabilidad por todos lados. Si lo que quieres ver son tortas descomunales (recordemos a Pacific Rim, por ejemplo), aquí lo tienes. Lástima que de vez en cuando son interrumpidos por un puñado de humanos que hacen sus cositas, provocando que lo único que desees sea que se mueran todos y dejen de molestas, que los grandes tienen que resolver sus asuntos. En cierto modo, me recuerda mucho a una peli porno, con escenas “interesantes” entrelazadas con diálogos que han de aportar contexto y argumento, pero están hechas con pocas ganas y menos talento, por lo que dan ganas de avanzar rápido hasta la siguiente escena con chicha.
Y
no es porque los actores sean gente de tres al cuarto. Aunque sean famosos de
series, como Millie Bobbie-Brown o Charles Dance, parecen sólo haber aparecido
para coger el cheque. Es verdad que el guión no tiene especial sentido y no
parece ser capaz de darles un diálogo con un mínimo de coherencia, pero el
esfuerzo de hacer ver que te interesa aparecer en pantalla es inexistente.
Es curioso comprobar el problema que tiene la película en su guión. Por un lado, sabe molar con los bichotes y entendemos sin dificultad porqué Godzilla es EL REY, con coreografías y tiempos bien trabajados y fuerza en las imágenes. Por el otro, tenemos humanos sin personalidad correteando por allí, diálogos que parecen escritos por un niño de seis años y un mensaje algo confuso compuesto de un pastiche anti-proecologista que se mezcla con el sacrificio por el bien común y la decisión individual por encima de todo. A veces el fin justifica los medios, a veces no, las familias deben permanecer unidas, pero no, el sacrificio es tontería, pero sí… Un agujero negro tan repleto de despropósitos que echa por tierra cualquier esfuerzo realizado en el resto de aspectos de la película. Pocas veces he visto auto-sabotear tu propio trabajo de esta manera.
Ya que el otro día hablábamos de Armageddon, uno podría pensar que estamos ante el mismo tipo de película, no es el caso. El film de Bay es perfectamente consciente de ser muy mamarracho y se regodea de ello con gusto, pero Godzilla: Rey de los monstruos se toma en serio a sí misma. Ambas son mamarrachadas argumentales, pero en una los interludios sin acción funcionan de primera, y en la otra, bueno, la verdad… Ni siquiera utiliza a los humanos como excusa argumental, como sí hizo Kong: Isla calavera. No hay humor autoconsciente, no hay trascendencia, no hay buenos personajes ni hay chorradas con la idea de hacer gracia. Parece que estemos viendo dos películas, cada vez que sale un monstruo es cremita de la buena y luego tenemos un puñado de memeces protagonizadas por humanos que no vienen demasiado al caso.
Pero bueno, vamos a los monstruos. Cada uno de los titanes destaca por su diseño, con un barroquismo visual muy trabajado, impactando en cada una de sus apariciones. Todos ellos se notan diferenciados y llamativos, reconociéndose estilos de lucha variados y adaptados para las características de cada bicho. Las coreografías tienen toda la épica que se les pide y las tortas son contundentes, algo no habitual en las creaciones totalmente digitales. Si lo que quieres ver es monstruos gigantescos dándose tortas, lo vas a tener, a lo grande. La banda sonora –molesta en el resto del metraje- cumple a la perfección durante las toñas, ideal para añadir más épica al asunto.
Godzilla es, sin duda, lo mejor de la película. El puto amo. Pero también decir que Godzilla es el personaje mejor actuado de todas debería indicarnos que hay algo que no cuadra. Y es que la película naufraga a lo bestia en prácticamente el resto de cosas. Al final se trata de una película que ver en la pantalla más gigante posible, con la que debemos evitar torcer mucho el gesto ante sus muchos sinsentidos y dedicarnos a entrar en bucle y disfrutar mientras nos hacen creer que estamos a punto de ser aplastados y devorados por Godzilla y sus amigos.
Nota: 2
Nota
filmaffinity: 4.9
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