Recuerdo
cuando tenía diez añetes bisoños y devoraba todo manga que aparecía a mi
alcance. Uno de los que más me fascinaba era el violentísimo “Alita, Ángel de
combate”, que mis padres ignoraban porque “si es de dibujos, seguro que es para
niños”. No es que quedara (muy) traumatizado de la experiencia, pero sí
recuerdo las toneladas de buenos ratos que me proporcionó. Éste fue siempre uno de los que siempre deseé
y temí que se pasara a acción real, fascinado por lo que sería capaz de
realizar el músculo financiero de Hollywood con todos los efectos especiales
necesarios, pero al mismo tiempo totalmente asustando ante el engendro que eran
capaces de hacer como había demostrado sobradamente la experiencia.
El
proyecto de Alita es uno de estos que lleva gestándose toda la vida. Cameron
compró los derechos poco después de hacer Terminator 2 y desde entonces se
lleva barumoreando que empieza con ello que si ahora sí, que me da palo, que
luego me pongo… Yo ya había dado por imposible cualquier posibilidad de verla
en la pantalla grande, pero parece que al final Robert Rodríguez convenció a
Cameron de que tenía la capacidad de llevarlo a cabo. Y aquí la tenemos.
La
película nos sitúa en un mundo futuro en el que todo se ha ido un poquito a la
mierda. Una élite vive en una plataforma a unos kilómetros sobre la superficie,
con todas las comodidades imaginables, mientras el común de los mortales
sobrevive como puede en la vieja Tierra. Hay los ecos de una guerra pasada que
cambió todo, pero nadie tiene muy claro qué ocurrió. En uno de los muchos
vertederos aparece una ciborg de ojos
grandes que, de alguna manera, parece tener escrito un destino glorioso una vez
es reparada. Se trata de Alita, un ángel de combate, una soldado perfecta
concebida con una tecnología que ya parece perdida…
Desde
un primer momento se puede ver que la parte visual es abrumadora. La técnica de
captación de movimiento está cada día más afinada y ya debemos acostumbrarnos a
que sea una técnica de rutina más del cine, eso está clarísimo. Además, toda la
imaginería está bellamente trasladada: la brutalidad tecnológica en que se
vive, la distinción de estilos entre arriba y abajo, la facilidad para pasar de
momentos super-cuquis a desmembramientos y cabezas volando con una facilidad
pasmosa. Ese es uno de los detalles de calidad de Cameron, el diseño de
producción de escenarios, tanto de la imaginería como de los personajes, es
sencillamente brutal, de los que apetece ponerse en la pantalla más grande
posible para apreciar todo lo que se ha llegado a meter (bien) en pantalla.
Además, Alita está perfectamente integrada dentro de la película, sin dar la
impresión de ser una piel puesta encima de una actriz, más allá del deliberado
efecto de sus ojos, no produce esa inquietud de notar que el personaje en
realidad no está allí cuando interacciona con algo.
El
poderío visual es también uno de los puntos a favor de Robet Rodriguez como
director. Dotado de una proverbial imaginación, es realmente bueno a la hora de
trasladar las viñetas a la gran pantalla con la mayor literalidad posible. Su
presencia también se nota en las escenas de acción, todo un prodigio de
acrobacias de primera, de las que molan sin llegar a cansar, con los fuegos de
artificio perfectos para disfrutar del espectáculo sin saturar. Una auténtica
flipada.
Sin
embargo, su presencia se nota también en el poco aprovechamiento de un guión
que tampoco se molesta mucho en desarrollar a los personajes, amén de una trama
romántica completamente gratuita que no importa a nadie, que parece estar
porque debe de haber una y si no, pues pasa algo. Además, se ha mantenido el
argumento general con una literalidad sorprendente, sin esmerarse a trasladarlo
a los gustos actuales. Mi sensación es que se ha cogido el guión que se
desarrolló en los años 90 y se ha presentado tal cual. Esto se nota en el
cyberpunk que impregna todas las imágenes, con la cruda rudeza propia de su
época, sin la estilización que se demandaría hoy día, de igual manera ocurre
con el ubicuo motor(roller)ball tan de moda en todas las distopías de 1985-1995,
que parece haber desaparecido en cualquier propuesta de hoy día. Pero bueno, no negaremos que sigue siendo
divertido.
El
estreno de la película tuvo su cierta dosis de polémica (como siempre) porque
se apostó decididamente por mantener el tono general del manga sin importarles
una calificación +18, incluso a pesar de que los pases previos tenían quejas
por su excesiva violencia (con el consabido enfado de las mentes
bienpensantes). Se estuvo hablando de hacer un posible estreno de una versión
+13, con el consabido enfado de los fans. Por mi parte, considero que hubiera
quedado raro ver una Alita sin las cafradas salvajes típicas del manga, con
cabezas volando y tripas colgando aquí y allá. Soy consciente de que alguno
puede quedar espantado (ay si mis padres hubieran sabido qué leía, jeje), pero
es una de las gracias adicionales del producto original y, claro…
Al
final queda una película irregular, llena de sus cositas y sus bastardadas
pasadas de página. Lo mejor del film estriba en su trabajadísimo apartado
visual y sus incesantes escenas de acción, dispuestas a un ritmo constante que
no deja lugar para pensar. Además se pasa tres pueblos de bruta y salvaje, con
una crudeza gratuida y desnortada, pero se le va tanto la castaña que se
convierte en condenadamente disfrutable. Peca de tener un argumento muy anodino
y unos personajes poco desarrollados, pero un servidor se lo ha pasado en
grande con esta versión supervitaminada del manga que me flipó de adolescente.
Nota:
6
Nota
filmaffinity: 6.4
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