Tanto Gru como Gru 2 cumplían
perfectamente como una película de entretenimiento refrescante. Prometían y
aportaban buenas risas, especialmente a cargo de unos bichejos amarillos tan
adorables como estúpidamente incompetentes. El merchandising lo dejaba claro:
los Minions son una mina de oro. Sacar una película propia para ellos es casi
obligado. Ahora bien, ¿se han cargado una franquicia o el resultado es digno?
Vamos a ver.
Todos los secuaces
necesitan un malvado al que adorar y servir. No son nada sin él. Los petisos
carambanales han existido desde el inicio de los tiempos y siempre han buscado,
incansables al jefe más terrible. A pesar del trailer, yo esperaba una película
en torno a la primera colaboración con un Gru novato que hacía sus primeros
pinitos en esto de la maldad. Lo que
nos encontramos son noventa minutos que condensan un batiburrillo de ideas con
todas la historias que acontecen a los Minions A.G. (Antes de Gru).
El cacao de ideas es
realmente grande, provocando derivas argumentales parecen no llevar a ningún
lado concreto, generando así la aparición escenas sin mucho sentido. Parece como si demasiadas manos hubieran
metido baza al escribir la historia y todos hubieran exigido que la escena o el
chiste que escribieron apareciera en la película. Tras unas cuantas
vueltas y revueltas de aquí para allá, aparecen por fin los malos malosos y la
atención se centra un poco pero ni
Scarlett Overkill y su marido Herb no pasan de ser unos antagonistas de tres al
cuarto, planos y con poca gracia a pesar del esfuerzo de Sandra Bullock
y de Michael Keaton al poner las voces. Ni rastro del carisma y de la mala
leche de Gru.
A fín de cuentas, es una
película encargada por la productora para sacar dinero, con unas fechas muy
ajustadas para su realización y un director que no estaba muy ilusionado
por la película. Y se nota. No negaremos que los minions se han ganado el
derecho a protagonizar su propia película, pero no es lo mismo servir de
recurso cómico secundario que genenerar sustento para noventa minutos por sí
mismos. El guión se debate
constantemente entre generar una secuencia de mini-sketches muy divertidos pero
con poca consistencia y tener una historia coherente sobre la que basar los
gags. Al final el argumento recuerda a los “… como puedas”
del trío ZAZ, un mero sustento para ordenar los chistes y poco más.
Es curioso que, a pesar
de todos estos defectos, la película
sea igualmente divertida. El compendio de chorradas y tonterías que
protagonizan los Minions es más que suficiente para que la veas con una sonrisa
y cualquier estupidez te saque la risa tonta. ¿Qué tienen estos bichejos amarillos para ser tan rematadamente adorables?
Si alguien aún dudaba que adultos e infantes adorábamos a estas criaturas, la
impresionante taquilla que están recaudando nos lo confirma. Sí, adoramos a los
minions; nos hacen reir, los queremos achuchar, los queremos adoptar,…los
queremos y punto. Como una multitud Frank Drevins que se han equivocado
de película, son ocurrentes, leales, conscientes de su deber… y metepatas como
pocos.
Derrochan tanto gracejo que te que ríes con cualquier pedo que se tiran.
Y de ello es de lo que abusa la película. En todo momento
mantiene un tono blanco para todos los públicos y se pasa del humor físico
slapstick al absurdo a una velocidad descomunal. Aunque la calidad de los
chistes se diluye en favor de la cantidad, acaba cayendo alguno que conecta
contigo y te hacer reír.
Además, al pasear a los
Minions por medio mundo, los animadores pueden añadir un buen puñado de chistes
a base de los tópicos de cada lugar, ofreciendo un espléndido nivel de detalle
en las construcciones. La recreación
del Nueva York y del Londres del 1968 es más que lograda, especialmente en la
capital inglesa, dónde el conocedor de la misma puede entretenerse reconociendo
la multitud de locales y monumentos que aparecen: Westminster, Hyde
Park, la Torre de Londres…Destaca especialmente el combate final en Trafalgar
Square, en el que aprovechan para destrozar medio British Museum porque sí (que
siempre mola).
Es obvio que es una
película que se ha hecho a toda prisa para aprovechar el tirón que ha generado
la fiebre de los Minions, pero tampoco es un film que busque la más mínima
trascendencia. Con sus obvios defectos
que no intenta ocultar, consigue ser un agradable entretenimiento veraniego
para apagar el cerebro y estar fresquito durante noventa minutos. Tiene sus
momentos gloriosos y otros que te ríes a mandíbula batiente, pero el conjunto
es demasiado irregular. Es el problema de hacer las cosas con prisas y
sin una verdadera historia de fondo.
Nota: 4
Nota
filmaffinity: 6.0
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