miércoles, 16 de noviembre de 2011

Siete mesas de billar francés


Hacía tiempo que no caía una de buen cine español, que también hay cosas buenas (mas de las que muchos se piensan).



¿Qué nos ofrece esta película? Ángela se ve obligada realizar un viaje relámpago a Madrid, ya que su padre se muere. Cuando llega, no sólo se entera de que ya ha fallecido, sino que también su marido la abandona por otra. Más por desesperación que por voluntad, decide reabrir el bar de billares que tenía su padre e intentar recuperar el equipo profesional del mismo. Sin embargo, la vida no es fácil para nadie y cada persona tiene una historia y se haya en unos momentos de naufragio vital. El aparente imposible de reflotar un negocio ya caduco se convierte en una posible tabla de salvación a la que todos se aferran.

Es curioso como, en un primer momento, al contemplar las desventuras de Ángela, la película se presente como un simple drama de superación personal. Al pasar unos minutos y aparecer la voluntad de rehacer el equipo de billar, la película parece convertirse por momentos en una película de deportes en un ambiente algo duro, lo cual la convertiría en peligrosamente insulsa. El billar no es que tenga mucho tirón, y menos el billar francés (el de carambolas), pero es un simple espejismo. Apenas en un par de pinceladas, el paisaje cambia y se torna un drama existencialista sobre la vida de todos los participantes del equipo, siendo el billar simplemente el hilo por el que se desliza la película. Ahí es donde reside la gracia de la misma, una vez vas conociendo a los siete personajes, puedes acercarte a sus problemas y sus traumas, sintiendo seguramente algunos de ellos como tuyos y así contemplar como, en una suerte de canto del cisne, todos intentan salir a flote.

ACTORES: Una película intimista como ésta necesita de un buen elenco actoral y en este caso, se tiene. Todos colaboran para componer unos personajes altamente realistas y creíbles, muy cercanos y con los que es fácil identificarse. Maribel Verdú y Blanca Portillo se olvidan de petarderías y nos dejan dos grandes actuaciones en dos papeles ciertamente difíciles, sufridores y luchadores, que además evolucionan a lo largo de la película. Amparo Baró da otra muestra de su buen hacer como madre de Portillo y, en los pocos minutos que tiene, nos muestra al personaje más lúcido -a su manera- de la película. El elenco masculino no destaca tanto, pero cumplen perfectamente.

DIRECTOR: Gracia Querejeta ya había dado muestras en Héctor de su calidad para mostrar dramas intimistas y personales. Siguiendo su estela, Siete mesas es una obra continuista en la que se nos muestra, con muy buenas dosis de realismo, sin sentimentalismos ni efectismos, un retablo de las vidas de siete perdedores a los que la vida ha tratado mal. Todas las historias están bien caracterizadas y rezuman autenticidad, buscando el lado humano de unas historias llevadas al límite sin perder humanidad. Historias como la de Ángela, Charo, Evelyn, o la de Baró -tan terca como siempre- son historias muy cercanas, con mucho cuerpo y consistencia. A lo largo de toda la película, las escenas están bien rodadas, sin estridencias ni acrobacias visuales o narrativas. Como debe ser en una película que busca una óptica realista.

GUIÓN: El guión (a cargo también de Querejeta) destaca por su equilibrio en todas las historias. Todas están muy bien cuidadas y caracterizadas, fluyendo bastante bien unas con otras. Se puede ver esa necesidad de encontrar segundas oportunades en la vida, el saber tragar tu orgullo para pedir ayuda, la voluntad de seguir luchando, de ser pacientes y leales… Todos los personajes arrastran un pasado que les influye en sus decisiones y en sus reacciones y marcan su lucha por seguir hacia adelante. Pese a este gran trabajo, hay que reconocer que el ritmo de la película es muy lento, esto ayuda a presentar las situaciones con más claridad y acierto, pero puede hacerse un poco pesado para muchos, especialmente en su parte inicial, en la que le cuesta un poco arrancar. 

Es una película que hay que ver con ánimo de identificarse con unos personajes y unas historias duras y trágicas, pero muy realistas.  Si lo que deseas es una aventura vibrante, evidentemente, ésta no es tu película. Es adecuada para aquel que busca historias humanas, bien contadas e interpretadas, aunque tenga un ritmo quizás demasiado lento que obliga a cierto esfuerzo de atención.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.3

La película triunfó en San Sebastián y se llevó además dos Goyas a Actriz (Verdú) y Actriz de Reparto (Baró), totalmente justificados. Ambas actuaciones son estupendas. Emilia –Baró– es una anciana tan aguda como sabia que pregunta «¿para qué sirve una vieja?»; y Ángela es otra mujer fuerte, una “madre coraje” que tiene que crecerse ante la desgracia y que también tendrá que curar una herida emocional de la infancia.

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