Hacía tiempo que no caía una de buen cine español, que
también hay cosas buenas (mas de las que muchos se piensan).
¿Qué nos ofrece esta película? Ángela se ve obligada
realizar un viaje relámpago a Madrid, ya que su padre se muere. Cuando llega,
no sólo se entera de que ya ha fallecido, sino que también su marido la
abandona por otra. Más por desesperación que por voluntad, decide reabrir el
bar de billares que tenía su padre e intentar recuperar el equipo profesional
del mismo. Sin embargo, la vida no es fácil para nadie y cada persona tiene una
historia y se haya en unos momentos de naufragio vital. El aparente imposible
de reflotar un negocio ya caduco se convierte en una posible tabla de salvación
a la que todos se aferran.
Es curioso como, en un primer momento, al contemplar las
desventuras de Ángela, la película se presente como un simple drama de
superación personal. Al pasar unos minutos y aparecer la voluntad de rehacer el
equipo de billar, la película parece convertirse por momentos en una película
de deportes en un ambiente algo duro, lo cual la convertiría en peligrosamente insulsa. El
billar no es que tenga mucho tirón, y menos el billar francés (el de
carambolas), pero es un simple espejismo. Apenas en un par de pinceladas, el
paisaje cambia y se torna un drama existencialista sobre la vida de todos los
participantes del equipo, siendo el billar simplemente el hilo por el que se
desliza la película. Ahí es donde reside la gracia de la misma, una vez vas
conociendo a los siete personajes, puedes acercarte a sus problemas y sus
traumas, sintiendo seguramente algunos de ellos como tuyos y así contemplar como,
en una suerte de canto del cisne, todos intentan salir a flote.
ACTORES: Una película intimista como ésta necesita de un
buen elenco actoral y en este caso, se tiene. Todos
colaboran para componer unos personajes altamente realistas y creíbles, muy
cercanos y con los que es fácil identificarse. Maribel Verdú y Blanca Portillo se
olvidan de petarderías y nos dejan dos grandes actuaciones en dos papeles
ciertamente difíciles, sufridores y luchadores, que además evolucionan a lo
largo de la película. Amparo Baró da otra muestra de su buen hacer como madre
de Portillo y, en los pocos minutos que tiene, nos muestra al personaje más lúcido
-a su manera- de la película. El elenco masculino no destaca tanto, pero
cumplen perfectamente.
DIRECTOR: Gracia Querejeta ya había dado muestras en Héctor de su calidad para mostrar dramas
intimistas y personales. Siguiendo su estela, Siete mesas es una obra continuista en la que se nos muestra, con
muy buenas dosis de realismo, sin sentimentalismos ni efectismos, un retablo de
las vidas de siete perdedores a los que la vida ha tratado mal. Todas las
historias están bien caracterizadas y rezuman autenticidad, buscando el lado
humano de unas historias llevadas al límite sin perder humanidad.
Historias como la de Ángela, Charo, Evelyn, o la de Baró -tan terca como siempre- son
historias muy cercanas, con mucho cuerpo y consistencia. A lo largo de toda la película, las escenas están bien
rodadas, sin estridencias ni acrobacias visuales o narrativas. Como debe ser en
una película que busca una óptica realista.
GUIÓN: El guión (a cargo también de Querejeta) destaca por
su equilibrio en todas las historias. Todas están muy bien cuidadas y
caracterizadas, fluyendo bastante bien unas con otras. Se puede ver esa
necesidad de encontrar segundas oportunades en la vida, el saber tragar tu
orgullo para pedir ayuda, la voluntad de seguir luchando, de ser pacientes y
leales… Todos los personajes arrastran un pasado que les influye en sus decisiones y en sus reacciones y marcan su lucha por seguir hacia adelante. Pese a este gran trabajo, hay que reconocer que el ritmo de la película
es muy lento, esto ayuda a presentar las situaciones con más claridad y
acierto, pero puede hacerse un poco pesado para muchos, especialmente en su
parte inicial, en la que le cuesta un poco arrancar.
Es una película que hay que ver con ánimo de identificarse
con unos personajes y unas historias duras y trágicas, pero muy realistas. Si lo que deseas es una aventura vibrante, evidentemente, ésta no es
tu película. Es adecuada para aquel que busca historias humanas, bien contadas
e interpretadas, aunque tenga un ritmo quizás demasiado lento que obliga a cierto
esfuerzo de atención.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.3
La película triunfó en San Sebastián y se llevó además dos
Goyas a Actriz (Verdú) y Actriz de Reparto (Baró), totalmente justificados.
Ambas actuaciones son estupendas. Emilia –Baró– es una anciana tan aguda como
sabia que pregunta «¿para qué sirve una vieja?»; y Ángela es otra mujer fuerte,
una “madre coraje” que tiene que crecerse ante la desgracia y que también
tendrá que curar una herida emocional de la infancia.
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