La calma de los Juegos Olímpicos de Munich’72 se rompió
cuando un grupo de palestinos irrumpió en la villa olímpica y secuestró a once
atletas del equipo israelí. Cuando las autoridades alemanas realizan un intento
de rescate, mueren todos. En respuesta a estos actos, el servicio secreto israelí
decide enviar a un comando secreto que debe ejecutar a los once responsables
del secuestro. Una vez empezada la misión, vamos siguiendo todos y cada uno de
los pasos de los asesinos para llevar a cabo su sangrienta misión. Lo que en un
principio es una misión casi sagrada, pronto se convierte en una cacería en la
que los fines se empiezan a confundir, mientras los agentes empiezan a dudar de
lo adecuado de su venganza.
Spielberg se aleja de su edulcorado estilo para ofrecernos
una película oscura y violenta. Nos encontramos con un thriller duro y contundente
que empieza con mucha fuerza recreando el secuestro de Munich con todo detalle.
Posteriormente, al empezar la misión, se torna una película ciertamente lúgubre
y atormentada. Los asesinos empiezan a tener remordimientos de conciencia y
empiezan a dudar de que su camino sea el correcto. Sin embargo, han llegado a
una situación en que no pueden dejar las cosas sin más, deben acabar el
trabajo, aunque ello les destruya por completo. Ahí reside la gracia de la película,
pues hay un gran trabajo de estructuración dramática para plantear un dilema
moral sobre el círculo vicioso que conlleva la violencia y la sed de venganza.
ACTORES: A pesar de que Eric Bana ya había sido un
convincente héroe en Troya, no es un
actor al que pueda ver en un papel de asesino, tiene demasiada cara de boy scout como para hacer de agente
implacable. Quizás esta sensación provoque cierta extrañeza en el inicio de la
película, en el que le veo demasiado encartonado. Sin embargo, a medida que su
humanidad se va destruyendo y se va desquiciando, compone un papel mucho más
convincente y efectivo. Daniel Craig es el más sanguinario del grupo y, será
por haberlo visto como Bond, me parece mucho más efectivo y contundente.
Destacaría el papel de Geoffrey Rush, que a pesar de ser un secundario, sabe
ser tan desapasionadamente desalmado como su personaje le pide, poniendo los
pelos de punta en algunos momentos. A grandes rasgos, todos cumplen con su papel con suficiencia. La mayoría no tiene papeles fáciles y no desentonan en absoluto.
DIRECTOR: El Rey Midas de Hollywood decide pasar de su
mercantilismo habitual y se desmarca con un thriller con claros tintes
políticos. Se sumerge en un tema bastante peligroso y consigue realizar una película
con una solidez narrativa más que notable, en la que, sin olvidarse de la trama
en ningún momento, deja clara cual es su posición sobre la espiral de violencia
del conflicto judio-palestino. El trabajo de fotografía es notable y la
composición de escenas es magnífica durante toda la película: el atentado del
telefono, el piso franco en Grecia, el dormir en el armario, el detenerse en un
escaparate suspirando por una vida perdida… escenas que son toda una declaración de principios, que recuerdan que estamos viendo el trabajo de uno de los grandes. Técnicamente
es impecable, está explicado con todo detalle y sin asomo de la sensiblería típica
del autor. Spielberg ha rodado este filme sobre la barbarie con una contención
excepcional y un pulso narrativo que alcanza a lo largo de las dos horas y
media que dura la proyección cotas casi documentales. Lejos de efectismos, que
podría tenerlos y muchos, “Munich” es una crónica pausada y oscura donde la
violencia está filmada a raudales, de una manera realista y conmovedora.
Spielberg ha decidido ser objetivo por esta vez y no se implica en la historia,
dejando hablar y moverse a los personajes con total libertad.
Además, el ritmo es exageradamente pausado y reposado, para
que tengas tiempo de captar las ideas que Spielberg ha dejado caer, se posen y
puedas pensar sobre ello mientras transcurre la siguiente escena. Sin embargo,
esta lentitud que al inicio se agradece, se torna muy exasperante en el tramo
final de la película, en el que todas las acciones se desencadenan sin que se gane en agilidad, continuando igual de impersonal y reposada, haciéndose agónicamente pesada en su desenlace.
GUIÓN: El guión es realmente magnífico en sus primeras dos
terceras partes. El esquema inicial es perfecto, el desarrollo ético por el
cual los israelíes toman la decisión de vengarse hasta las últimas
consecuencias está suficientemente argumentado y sopesado. Las coreografías de
los atentados, que deben ser lo más limpios posibles -al principio- están muy
trabajadas y pensadas. Y sobretodo, ese trasfondo moral que supura por toda la
película. Cuando Israel decide emprender la senda de la venganza, empieza la
cacería. Se identifican once objetivos que deben ser eliminados y se asigna a
un grupo de agentes para ello. Ninguno de ellos es realmente un soldado, no han
matado, pero no dudan en cumplir su deber. Están obligados a convertirse en
asesinos por amor a su patria. Spielberg recrea con su precisión y minuciosidad
habituales unos momentos en los que el mundo se detuvo y provocó una serie de
carnicerías surgidos del odio exacerbado entre israelíes y palestinos. Pero, por encima de todo, sobrevuela la idea de haber convertido a hombres corrientes en criminales, aprendiendo
el arte de matar. Tienen miedo, vacilan al disparar, al activar el control remoto,
sienten compasión, pero deben eliminarla antes de apretar el botón. Y se
hunden mientras la ruina moral, el desgaste por la tensión, el deterioro psíquico
y los remordimientos los van consumiendo. Porque la misión es mucho más dura de
lo que habían previsto, y cada vez que eliminan a algún cargo, aparece alguien
aún peor al que también deben eliminar mientras que ellos empiezan a estar en
el punto de mira.
Durante sus dos primeras terceras partes, el tratamiento es
perfecto, sin embargo, a partir de la muerte de la chica, la película empieza a
desarrollar su desenlace y ahí algo falla. Será porque Spielberg quiere dejar
claro, remarcar y destacar su mensaje para que no haya asomo de duda, error o
confusión en lo que dice, pero la película se transforma en una insistente
disertación sobre la inutilidad del camino de la venganza y el odio, que
conduce a la devastación interior y al aumento del dolor mientras que en la película
no hay ya nada para contar y sólo estás esperando que acabe. Pero no se acaba y
sigue dándole vueltas durante tres cuartos de hora totalmente innecesarios que
aburren y, para mi gusto, deslucen mucho el magnífico trabajo anterior (no digo
que no sea cierto lo que se defiende, sino que la película se vuelve muy pestosa). Además,
tiene tres (¡) epílogos. Y no son cortos.
Munich pertenece al cine “serio” que Spielberg hace de vez
en cuando. Es un thriller con un trabajo técnico magnífico y un guión
espectacular en su parte inicial. Spielberg no se casa con nadie, enfurece a
todos los implicados y realiza una obra tan “imparcial” como conservadora. Sin
ahondar mucho en el pasado de un conflicto que cada vez más parece que no
tendrá un final claro y cercano, resulta ser un filme necesario para levantar
polémicas y asperezas. A ninguno de los implicados no les debe gustar mucho la
verdad o una parte de la misma. Sin embargo, la hora final de sus exageradas tres
horas de metraje se convierte en una agonía inacabable que amenaza con echar
abajo, como película, el gran trabajo inicial. Hacía tiempo que una película no
me hacía estar tan pendiente del reloj, y menos después de dos horas tan buenas.
Nota: 5 (aunque
la película exhale calidad, el desenlace es demasiado horrendo. Lo siento, no
le puedo poner mejor nota)
Nota filmaffinity: 7.2
Nominada a mejor película, director, guión, banda sonora y
montaje que premian su espectacular trabajo técnico. No se llevó nada en un año
MUY flojo, probablemente debido al bajón provocado por su desenlace inacabable.
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