Un precioso ejemplo de cine negro. De estos que se vuelven un clásico al instante.
En plena Gran Depresión (años 30), Michael Sullivan es el asesino a sueldo de más confianza del anciano mafioso irlandés Rooney. El hijo de Rooney, Peter, es un engreído incompetente y está robando dinero a espaldas de su padre. Cuando el mayor de los niños de Sullivan es testigo de un asesinato cometido por Peter, éste decide acabar con Sullivan, matándo a toda su familia. Sin embargo, no consigue matar a Sullivan ni al niño. Éstos, obligados por las circunstancias, emprenderán un sangriento camino a la venganza, un camino a la perdición.
La historia es quizás la típica de una película de gangsters, pero es la calidad de los actores y el inmenso trabajo de dirección y de puesta en escena que recuerda a todos esos estupendos ejemplos clásicos del cine negro de antaño. Dos horas para disfrutar con esta preciosidad, con un aire de tragedia griega de los que no dejan indiferente a nadie.
ACTORES: Lo primero de todo: ¿Tom Hanks un mafioso asesino? Lo siento, pero no me pega. Un hombre que se ha dedicado por todos lados a hacer papeles de buena persona, no puede ser un asesino sin escrúpulos. Por mucho que lo intente, no consigo ver a Forrest Gump dedicarse a pegar tiros. ¿Significa acaso que haga una actuación? Ni modo. Su trabajo es estupendo, a pesar de lo extraño que se me haga verle en ese papel. Luego tenemos a Paul, Paul Newman. Todo un maestro que se despide con una portentosa actuación. Apenas aparece diez minutos en toda la película, pero su John Rooney es simplemente magnífico. Los otros dos secundarios, Jude Law y Daniel Craig nos sorprenden también con muy buenas actuaciones alejadas de sus registros habituales y nos demuestran que, si quieren, también pueden ser buenos actores (cosa muy inesperada de Craig, lo reconozco).
DIRECTOR: Sam Mendes maravilló a todo el mundo con American Beauty. Mucha gente esperaba con ansia su segunda película y sorprendió a todos con un acertado retorno al cine negro. Toda la película desprende un aire seco, de decadencia y muerte. Exceptuando los pocos momentos alegres, el resto de la película está rodado con una curiosa gama de grises que ayudan a dar ese efecto desolador. Hay multitud de escenas perfectamente construidas, los diálogos padre/hijo en el hotel, los asesinatos de Michael Sullivan, el cobro al moroso… Cosas que sólo los genios saben hacer, y Mendes es de los buenos. Estéticamente muy trabajada, consigue dar una sensación de desasosiego e intranquilidad logradísima. Solemne y seca, casi árida, es de estas películas que dejan huella.
GUIÓN: La película nos deja algunos momentos imborrables: el “me alegro que seas tú”, los acuerdos con Al Capone… Su trama, bien construida, está soportada por unos actores en estado de gracia y sabe mantener la congoja y la tensión. Sabes que va a ocurrir, pero aún así no puedes evitar el querer verlo, aunque vaya a ser incluso doloroso. El aroma a tragedia griega hace que pueda ser algo predecible, pero sigue siendo una película altamente atractiva. Sus diálogos son cortos, pero con sustancia, reflejando perfectamente las extrañas relaciones paterno-filiales. El mayor pero que se le puede poner es que el ritmo es lento, a veces casi inexistente, y en algunos momentos puede llegar a cansar.
Cada palabra tiene su importancia, cada diálogo reverbera y influye en lo que va a pasar posteriormente. Todos los personajes toman decisiones. El director consigue mostrarnos cómo cada personaje es consciente de lo que dice y hace, sabe de la importancia que tiene cada acto en su destino. Están sellando su sentencia de muerte. No lo ignoran, pero siguen adelante porque es lo que deben hacer. Podemos incluso ver cómo los personajes evolucionan y avanzan conducidos muy a su pesar hacia su inevitable destino.
Las relaciones padre-hijo son también de vital relevancia en la película, añadiendo profundidad a la misma. Michael Jr. sabe que no es el hijo favorito de su padre, pero ello no le impide idolatrarle. Su padre es el mejor y es muy bueno, aunque sea un asesino a sueldo sin escrúpulos. A veces cree que no le quiere, pero, a medida que avanza la película, es capaz de vislumbrar el amor de su padre hacia él, tan imposible de transmitir a veces. El viejo Rooney se encuentra también en una situación agónica. Sabe que su hijo es un arrogante incompetente de gatillo fácil. Sabe que no es un buen hijo, que le odia y no quiere más que verle muerto pero aún así, con todo el dolor de su corazón, no es capaz de dejar de quererle. Sigue siendo su hijo, a pesar de todos sus defectos y de lo que ello significa para su vida.
Es todo un películón que mereció quizás más gloria en los Oscars (6 nominaciones, 1 premio) de uno de los años más flojos que recuerdo. Su excesiva lentitud lo aleja de las producciones de acción y del público palomitero, pero es un buen ejemplo de saber hacer. A nivel de actuación es un portento de película, así como estéticamente (Conrad L. Hall se llevó el oscar a la mejor fotografía póstumamente, puesto que falleció en enero y la gala de entrega fue en marzo).
Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.6
Me encanta ver a Hanks como un gánster, un reto que ha sabido asumir con una extraordinaria profesionalidad. De Newman...qué decir.
ResponderEliminarTyler Hoechlin pese a su juventud no desmerece a la hora de enfrentarse a Newman o Hanks.
Totalmente de acuerdo Alicia, todos los actores están en estado de gracia en la película.
ResponderEliminarGracias por pasarte por aquí!
Mt