Ridley Scott se aventura con el problema del terrorismo islámico a traves de los entresijos de la CIA en Oriente Medio. Con el agente especial Ferris en el campo, la CIA prepara trampas, busca contactos e impide atentados. Ningún civil es importante en esta guerra contra el terror. Sin embargo, la pérdida de mejor amigo y confidente de Farris, unido a la indiferencia de su superior en Washington, le llevará a reconsiderar sus ideas sobre lo innecesariamente despiadada que es esa guerra con el pueblo. Mientras tanto, deberá tramar una última red de mentiras sobre mentiras que permita atrapar al terrorista mas peligroso de Oriente Medio y así poder retirarse.
Como todas las películas de Scott, que le pueden salir mejores o peores, nunca puedes decir que están mal hechas. Una ligera crítica (sin poner mucho mordiente) al mostrar lo que es capaz la CIA (es decir EEUU) por ganar su “guerra”. Un buen ejemplo del cine de espías –que no de acción- por un director de calidad. Lo que quizás acongoja de esta película es sobretodo su realismo. Aunque sabes que estás viendo una película, se consigue dar un aire de verosimilitud que sorprende (e incluso, aterra). El tramo final de la película se vuelve algo más fantasioso, pero su inicio desprende un aura de veracidad muy bien conseguida. La sensación de que la vida de un civil, un agente o un terrorista no vale nada en esta guerra absurda es abrumadora.
Eso sí, no espereis un Rambo o un James Bond, la película no es de acción ni lo intenta. Es mas bien un retrato despojado de épica o glamour sobre el trabajo de espía y la relación con los que tienen a su alrededor, especialmente con aquellos que no saben nada, el pueblo llano, recordando en mucho a “El espía que surgió del frío” en versión desértica.
ACTORES: El protagonista absoluto del film es DiCaprio. De un tiempo a esta parte se está dedicando a hacer una serie de films de gran presupuesto pero con cierta leve denuncia social. Éste es otro de ellos, en el que nos deja una buena actuación con un personaje bien construido. Crowe, en un papel muy alejado de su habitual tío duro, no resulta creíble en ningún momento. Aunque su personaje es perfectamente posible, no parece esforzarse gran cosa en hacerlo verosímil. En cuanto a los secundarios, Mark Strong hace un sorprendente buen papel como capo mafioso –o lo que sea- jordano, mientras que la obligada pareja femenina de diCaprio no hace gran cosa en un papel que no daba para más.
DIRECTOR: Ridley siempre ha sido el más grandilocuente y arriesgado de los dos hermanos. El que ha intentado hacer cosas más raras y el que se ha estrellado más veces. Aquí nos deleita con una buena película. Como en todas sus películas, la parte técnica está cuidadísima. La fotografía y la recreación del desierto son espectaculares. El uso de la cámara es magnífico, genial, consiguiendo un montaje frenético y vibrante en todas las escenas del desierto. Las escenas situadas en EEUU, en cambio, son un contrapunto lento, frío y pausado. A veces quizás en exceso, rompiendo demasiado el ritmo de la película. Lo que más se le puede achacar es que, siendo una crítica al modus operandi yanqui, Scott no le haya metido un poco más de mordiente. Aunque bueno, conociendo al autor de obras tan patriotas como “La teniente O’neal” o “Black Hawk, derribado” no esperaría mucha acidez. Esto no quita que sea un trabajo magnífico -como siempre- de un director tan sólido y eficaz como es Ridley Scott.
GUIÓN: Con 4 personajes sólidos, una historia que contar y un puñado de actores decentes, a la que el guión sea sólido saldrá una película maja. A pesar de los parones en el ritmo que suponen las escenas en Washington, el desarrollo de la trama es correcto y lógico. Fantasean un poco con según que aspectos tecnológicos, lo cual desluce un poco toda la segunda parte de la película. No obstante, de acuerdo con la lógica planteada en la película, se cuida de que no haya ninguna escena sobrante ni ningún diálogo sin justificar debidamente. Sin hacer unos aspavientos espectaculares, es un guión bien hecho y trabajado.
Lo que está más logrado es la implicación de diCaprio –bueno, su personaje- en la vida de los civiles iraníes. Una vez despierta y se da cuenta de las barbaridades que se ordenan desde un sofá, a miles de kilómetros de allí, intenta seguir haciendo su trabajo, pero manteniendo siempre un ojo en las personas inocentes, que bastante tienen con levantarse cada día para ir a trabajar y traer comida a sus familias. Son principalmente los indeseables –de uno y otro bando- que dan órdenes interesadas y contraproducentes desde sus confortables despachos, centrados en la burocracia y que cuadren las cosas, alejados de la realidad y de lo que la gente de la calle necesita, aquellos que convierten las disputas en luchas enconadas, donde sufren todos, especialmente los que menos tienen.
En resumen, es una buena película de espías, que bebe bastante de los clásicos del género adaptándolos a las nuevas realidades de nuestro tiempo. Desprende un aroma de realidad descorazonador en su parte inicial, volviéndose algo más inverosímil en su desenlace. Una película que, sin ser una obra maestra, está muy por encima de la media y entretendrá sin duda al espectador.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.6
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