Me apunté este libro
tras haber visto su adaptación a la gran pantalla, reseñada aquí.
Como uno se da mucha prisa en estas cosas, pues ha tardado lo que ha tardado en
llegar a estas reseñas, pero bueno, es lo que tiene ser tan masoquistamente
sistemático.
Título: Wakolda
Autor: Lucía Puenzo
“En
su camino hacia la Patagonia en 1959, un científico alemán conoce a una familia
que lo acoge en su nuevo hostal. Pronto el interés entre ellos crece, aunque la
familia ignora que este hombre sofisticado y culto no es otro que el criminal
nazi Josef Mengele, perseguido por el servicio de inteligencia israelí. Su
carisma y misterio seducen sobre todo a la hija, cuyo físico a su vez fascina
al médico. Lilith es una adolescente rubia, de piel muy blanca y grandes ojos
azules, casi perfecta para Mengele, pero que apenas mide algo más de un metro.
En Llilith, como en las muñecas de asombroso ideal estético ario que fabrica
artesanalmente el padre, Josef revive todas sus obsesiones sobre la pureza y la
perfección.”
Quizás el mayor
problema que me encuentro al enfrentarme a este libro es que sé bien qué va a
ocurrir, conociendo muchos de sus secretos, por lo que se pierde algo del
efecto sorpresa que busca el libro. Pues justo a lo que juega Wakolda es a no
contarte todos los detalles, buscando generar un poquito de confusión omitiendo
según qué hechos, obligando a que el lector imagine, elucubre y se rebane los
sesos entendiendo qué ha pasado realmente fuera de foco. La comezón que generan
estas pequeñas elipsis se bastan para que te rebanes los sesos y reconstruyas
la acción a partir de los diálogos anteriores y posteriores está muy
conseguida. Lucía Puenzo quiere generar mal rollo y vaya si se queda a gusto,
acercándose peligrosamente al terror en algunas páginas.

Para ello parte de
una ficción inventada por la propia autora pero que destila una verosimilitud
tal que “bien podría haber pasado”. Se lo compramos. Así, tenemos al conocido
Dr. Mengele escondiéndose en un pueblecito recóndito de Argentina donde, en
principio, busca pasar desapercibido. Sin embargo, la cabra tira al monte y
pronto empezará a hacer de las suyas, convirtiéndose en el médico/veterinario
local y, sobretodo, dedicándose a la fabricación de siniestras muñecas de
porcelana. A partir de ahí se va construyendo un retrato del mal absoluto sobre
todas las atrocidades que puede hacer el hombre, personificado aquí en uno de
los rostros visibles de los malos por antonomasia del siglo XX.
Como he comentado,
ignoras cosas, te faltan datos, pero todas las páginas están impregnadas de una
atmósfera malrollera realmente desasosegante. Muchas interacciones son de un
racismo desatado, personajes glorifican al régimen nazi, los actos
perturbadores se suceden… Todo ello regado con la seguridad de que ahí hay un
monstruo capaz de cualquier cosa. Aunque a la hora de la verdad se te describe
poca perversión, ocurren tantas cosas (o se te hace ver que ocurren) fuera de
plano que puede hacerse difícil de leer. En palabras de la autora, una de las
cosas que quería reflejar en el libro es un recordatorio del clima pro-nazi que
se vivió (se vive) en determinadas zonas de Argentina y que no debe olvidarse
de la existencia de colegios alemanes con esvásticas en las banderas y saludos
en honor a Hitler.

Pero bueno, el libro
vicia, su maligna fascinación ante lo que puede ocurrir te retuerce el estómago
y te impide dejar de leer. Puenzo sabe transmitir la sensación de que Mengele
se comporta como un monstruo, como un Dios para el cual el resto de gente a su
alrededor son meros juguetes con los que entretenerse, manipulando sus
emociones, atrayéndolos a su maligna influencia… Si bien meterte en su mente no
es algo apto para corazones sensibles, se basta y se sobra para mantener la
atención del lector y crear un ambiente de suspense de lo más molón. Quizás no
dedica mucho tiempo a describir a más personajes que al propio Mengele, pero
200 páginas dan para lo que dan.
Sin embargo, el
juego narrativo no es precisamente fácil para el lector. En la historia faltan
cosas, hay saltos temporales y mensajes dentro de mensajes. Al leerse tan
fácilmente (por el vicio y por su longitud), te puedes zambullir con demasiadas
ganas y confundirte con su falta de detalles. Después de todo, la mezcla de
tramas no ayuda a hacer el libro más comprensible: Enzo (padre
de familia) y su fábrica de muñecas, Eva
(madre)
y su embarazo, una red de espías que busca capturar a huidos nazis, la
seducción de la pequeña Lilith…
Y los tentáculos de Mengele por todos los rincones. Cualquier lector se muere
por saber más y observar todas las intrigas que adivina, que se imagina, pero
que rechaza creer. Es tarea del lector rellenar todos los huecos dejados por le
estupenda prosa de la autora y comprender la realidad a través de lo que
sabemos y lo que podemos deducir.

Se le puede criticar
un atropellado final en el que pasan muchas cosas sin que se te expliquen qué
relación tienen unas con otras. Se aturulla la acción y no acaba de quedar
claro como concluyen las diversas tramas. Intentaré responder lo que creo de
algunos interrogantes que no son del todo explícitos.
SPOILER
¿Qué
significa Wakolda, la muñeca de trapo?
Como hemos visto,
esa muñeca tiene algo de magia sobre lo que tiene que venir y, al ser una
muñeca embarazada, viene a significar que Lilith está embarazada, confirmando
indirectamente lo que Mengele ha hecho con ella.
¿Quién
desenmascara a Nora?
El plan de los
judíos salta por los aires sin que, en ningún momento se nos diga quién es el
traidor, aunque sí sabemos que lo hay. Sin ninguna prueba, apuesto que Lilith
dijo lo que no tenía que decir en presencia de alguien, pero esto es
elucubración pura.
¿Qué
pasó en el hotel tras recoger las muñecas desmontadas?
Cosas muy feas.
Sangre derramada. Ese hotel no seguirá abierto mucho tiempo.
FIN DEL SPOILER
Una cosa que sí hace
bien la película es cambiar el orden de algunos hechos, provocando que las
relaciones causa-efecto estén mucho más claras y sea todo más comprensible. El
desenlace es injusto, repugnante y confuso, enfadando con ganas al lector. Pero
bien, todo el libro tiene el mismo tono, fascinando y repugnando con una
maligna belleza, provocando que cada vez que cierres el libro tengas el
estómago encogido.
Wakolda
no
es recomendable, no es en absoluto agradable. Leer este libro no es un placer y
no se pasa un buen rato con él, pero fascina. Además, su confusa trama hace
imposible el clasificarlo en un género concreto. Por momentos es ficción
biográfica, por momentos es una historia de espías y en otras páginas salta al
terror (pero del que duele, del que sabes que es real). Lo que sí es Wakolda es una historia perturbadora,
una reflexión talentosa sobre la fascinación del mal y su influencia.
Nota: 8
Nota goodreads: 3.75/5