lunes, 21 de febrero de 2022

La fiesta del Chivo

Y de una adaptación chorra de un libro chorra, nos vamos a una adaptación seria de un libro muy serio. Suelo tener mucho miedo de las adaptaciones de las obras complejas que me gustan y ésta no era una excepción.

La fiesta del Chivo nos cuenta los últimos días del dictador Trujillo, de la República Dominicana, explicándonos todos los avatares que llevaron a la generación del complot contra él. Pero no lo hace de una manera normal, no. Empieza mostrándonos como una mujer regresa a la que fue su casa tras muchos años de ausencia, pues su padre está a punto de morir. ¿Qué la alejó de su hogar? ¿Qué tiene que ver el odio de una hija hacia su padre con la muerte de un dictador? A través de sus recuerdos y de todos aquellos que participaron en la conspiración, tendremos una narración (muy) fragmentada dónde se nos cuenta como cinco personas de distinta clase social tienen tantas ganas de ver caer al dictador que están dispuestos a jugarse su propia vida (y más) en el proceso.

Si habéis llegado hasta aquí y no sabéis quién fue el dictador Trujillo, podéis pasear un poco por Wikipedia y ver hasta qué punto llegaba la crueldad de uno de los dictadores más sanguinarios que ha habido al otro lado del charco. Gobernó República Dominicana con puño de hierro durante demasiados años, haciendo una cantidad de salvajadas de primer orden. Pero bueno, era una garantía contra el comunismo y eso siempre suma puntos para que tengas una vida tranquila.



El libro de Vargas Llosa basa su calidad en una espléndida descripción de los personajes y sus motivaciones. Esta película, firmada por su primo Luis Llosa no se queda precisamente atrás, componiendo un relato costumbrista del día a día bajo el pesado yugo del dictador. Llegamos a conocer fielmente a todos los protagonistas (y al propio Chivo), siendo testigos de hasta dónde llega el miedo en el alma de las personas. Nadie sabe quién puede ser un delator, en quién se puede confiar o qué palabras mal dichas pueden hacer caer una reputación.  Se ven las diferencias entre los fanáticos, los interesados y los vendepatrias, pero al mismo tiempo, todos bailan ante los caprichos de su señor, que puede tener a su bien pegar un par de disparos por diversión o fijarse en alguna que otra jovencita de buena situación.

Tal cantidad de matices puede apreciarse especialmente gracias a la buena actuación de gran parte del elenco actoral. Juan Diego Botto, Tomás Millán, Paul Freeman hacen todos un gran trabajo. A destacar especialmente a Stephanie Leonidas. Si bien no tiene los 14-15 años que se supone debe tener su personaje, mezcla espléndidamente la cándida inocencia con las ganas de sentirse querida y apreciada que pide su Uranita, convirtiéndose en el fulcro de toda la trama.



La verdad es que al inicio es fácil liarse con lo que ocurre, como si fueran un puñado de tramas independientes entremezcladas. La innecesaria cabriola de dar saltos en la vida de uno y otro personaje puede confundir, especialmente con los caprichosos giros que indican un cambio de punto de vista en la acción. Sin embargo, el trabajo de orfebrería para cuadrar todas las historias está muy bien conseguido, reflejando las influencias que unos y otros tienen en las vidas de los demás, que van convirtiéndose de protagonistas a secundarios según la acción lo requiera, siempre presentes, pero sin mezclarse por pertenecer a diferentes estratos sociales –hasta que el odio los junta, claro-.

Si bien es fácil conseguir una película con enjundia es más fácil si partes de una buena materia prima –y aquí se tiene-, Luis Llosa realiza un notable trabajo contándonos esta extraña mezcla entre thriller y drama costumbrista que refleja bien como el miedo y la desesperación son fuentes de malas decisiones, reflexionando sobre el merecimiento (o no) del perdón y, sobretodo, sobre qué se debe pagar por mantener el status o la dignidad. Vargas Llosa hace un mejor trabajo cuando apostilla sobre la inacción de los hombres justos y el terror que nos impide actuar (qué bien escribe y qué mal me cae), pero eso no impide que esta propuesta sea más que interesante.


La fiesta del Chivo  realiza una buena adaptación de los últimos días de un dictador repugnante. Si bien no llega al nivel de la novela original, juega a realizar un par de acrobacias innecesarias resueltas con cierta gracia. Puede que su complicada puesta en escena lleve a cierto desconcierto, que no se arregla con un ritmo no excesivamente brioso, pero en conjunto tenemos una historia tremebunda bien contada, con buenos actores y cierto saber hacer tras las cámaras.

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.1


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