A raíz del programa correspondiente de Carne de Videoclub, cogí unas ganas enormes de recuperar esta película, que recordaba haber disfrutado un puñado de veces en mi infancia, sin haber vuelto a la misma ya más mayor.
A ver, ¿qué tenemos aquí? Estamos a mediados de los 80. Después de una serie de experimentos, el ejército estadounidense encarga a un ordenador (llamado WOPR, toma chistaco), el control de la defensa del país. Por su parte, un chaval muy espabilado que se las da de hacker en los albores de Internet se dedica a meter las narices en todo lo que encuentra. Cuando conecta con WOPR, lo confunde con un videojuego, empezando una serie de partidas, aparentemente inocuas, pero que el ordenador militar confunde con reales, amenazando con el lanzamiento de misiles nucleares y empezando la Tercera Guerra Mundial.
Lo
que más me ha llamado la atención es cómo ha pasado el tiempo, especialmente en
todo lo que a informática se refiere. Juegos
de Guerra es contemporánea de su tiempo, con lo que tenemos Internet
conectada a un teléfono, pantallas de 16 colores, menús presentados en DOS (con
suerte)… Me pregunto si un espectador actual que, pongamos, tenga 14-16 años
reconocerá o siquiera entenderá qué está ocurriendo en los diferentes momentos.
No creo que vaya a fastidiar la experiencia de nadie, pero se hace extraño.
Personalmente, nada más empezar me sitúo en 1983 y me divierto con la
experiencia de un Hacker armado con un Spectrum para colarse en los ordenadores
más seguros del mundo mundial y provocar una crisis nuclear. Por cierto,
debemos estar ante una de las primeras películas centradas en un hacker tal
como los entendemos hoy día, ¿no?
Otro factor de su tiempo que he notado que suele resbalar a las nuevas generaciones es el escenario de Guerra Fría en que se mueve la historia. Los más jóvenes no han vivido nada de este ambiente, ni siquiera de oídas, porque le queda más a la generación de sus padres. Por ello, muchas veces fallan al reconocer patrones y se trata de una idea que no les resulta tan interesante como a los chavales de mi generación. Cosas de la historia, que avanza a su modo.
Pero
bueno, esta película, generacional para todo aquel que naciera en la época
adecuada, cuna de cientos y cientos de informáticos, funcionaba como un tiro en
su momento. El argumento se mueve a buen ritmo, continuamente ocurren cosas
relevantes en la trama y no tiene apenas tiempos muertos. Además, los
adolescentes hablan y se comportan como adolescentes, sin imposturas raras, tratando
al espectador con respeto, tanto en el desarrollo de la trama como en su
relación con los adultos. Destaca en ello un (esta vez sí) jovencísimo Matthew
Broderick que me cae mucho menos mal de lo normal. Ally Sheedy encarna con
naturalidad un papel que tenía muchas posibilidades de ser un incordio,
convirtiéndolo en una persona y no un florero, además de tener mucha química
con Broderick. ¡Si hasta John Wood está bien como “malo maloso”!
Finalmente, lleva a un desenlace lógico, del
que se pueden sacar conclusiones interesantes, sin los happy endings gratuitos que tanto le gusta a Hollywood. La película
fluye y se disfruta con insultante naturalidad para un adolescente de los 80 y
los 90. Como remate para este divertimento, fue reconocido con nominaciones a
los Oscar a mejor fotografía, sonido y guión original, siendo como es, una
película de aventuras juvenil sin pretensiones. Lo dicho, que bien hecha lo
está. El conjunto es compacto, bien cohesionado, avanzando a suficiente
velocidad
Hoy
día la cosa ha cambiado mucho. Cualquier referente temporal se ha perdido y
muchos jovencitos no notarán como suya esta cosa viejuna. No obstante, los
adolescentes siguen siendo adolescentes y es fácil que se identifiquen con las
aventuras d elos personajes, especialmente si son capaces de hacer el esfuerzo
mental de abstraerse a la época. Si aceptan Hogwarts como un lugar verosímil,
¿cómo no van a aceptar los 80 como algo plausible si tienen la voluntad de
ello? Al final queda a expensas de la capacidad del espectador aceptar estos
juegos o no.
Juegos de guerra es
una estupenda película juvenil. Con los años ha perdido todas las referncias
temporales, pero no por ello se hace mala. Si un espectador voluntarioso es
capaz de soportar la ambientación (contemporánea) de los 80, pasará seguro un
tiempo entretenido.
Nota:
8
Nota
filmaffinity: 6.5
PD: Genial el final cuando WOPR afirma que la Guerra Nuclear Mundial (Y las 3 en raya como paralelismo simple) es un curiosos juego donde la única forma de ganar es.... no jugar.
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