La familia Addams es uno de los clanes familiares ficticios más conocidos dentro de la cultura general de occidente. Surgidos allá por los años cuarenta, aportaba un punto de vista siniestro y fantasmagórico a las relaciones familiares, escandalizando al respetable ante las burricidades que la amantísima familia se profesaba. Nadie hasta entonces se había atrevido a sajar, destripar, torturar y reventar de una manera tan gráfica y con tanto amor. Tanto el cómic original como la serie posterior era pura provocación ante una manera diferente de ser una familia “funcional” en la que el cariño se demostraba a base de espadazos y escalofríos.
Esta nueva revisión de la propuesta trae a la familia a los tiempos modernos. El pequeño Pugsley debe completar la “Mortal Mazurca de la Muerte de Matamatón a cinco espadas” como ceremonia de iniciación, pero éste prefiere los explosivos antes que los mandobles, para incomodidad de su padre. Mientras tanto, la siempre adorable Miércoles llega a la etapa rebelde en la que no acepta la autoridad paterna, en este caso, haciendo nuevas amigas e imitando el comportamiento de las demás niñas del colegio. Entremedias, la familia al completo se ve involucrada en una trama de corrupción urbanística a manos de una fenómeno de la televisión que quiere echarlos de su castillo para pegar un buen pelotazo.
Evidentemente, no estamos ante la misma sociedad que la de los felices e ingenuos años sesenta (sí, la familia tiene más años) y los excesos que perturbaban entonces causan más risa que escándalo. Conscientes de los tabús que deberían romper hoy día para causar los mismos estragos, los creadores han optado por endulzar el tono y lo que antes era provocador, se ha vuelto cuqui. No hay acidez, no hay mala leche ni ganas de meter el dedo en el ojo, convirtiendo la película en un espectáculo para todos los públicos. La familia clásica es bien reconocible, pero nada que ver con la serie o las películas de Raul Julià y Cristina Ricci.
Eso
no quita que la serie sea muy divertida. Los chistes abundan y funcionan
estupendamente bien. No en vano tenemos tras las cámaras a la gente que trajo La fiesta de las
salchichas y Monstruos
contra alienígenas, por lo que podemos imaginar el tono chusco y
desternillante que va a tener la película. Una vez cambiamos el chip, lo que
tenemos entre manos es una agradable película para toda la familia, que trata
con gracia el tema de ser “diferente” y como ello afecta a los lazos
familiares, además la eterna confrontación entre tradición y modernidad.
Aunque
el detonante de la acción es Pugsley, es Miércoles quien carga a sus hombros
todo el peso argumental, especialmente en su socarrona excursión hacia las
cosas monas, que conduce a un puñado de gags gloriosos.
Sorprende comprobar como ambos padres no entienden a sus hijos adolescentes como ocurre con casi cualquier familia, con la salvedad que la discusión aquí yace en el uso de explosivos en vez de espadas para los bailes familiares, junto con la colorida rebelión de Miércoles, que asusta a Morticia, al ver a su hija apartarse del camino de oscuridad que ella cree correcto e ideal.
El
negrismo y la imaginería siniestra se presenta claramente deudora de las
referentes originales, con una animación que fluye con naturalidad,
construyendo un universo agradable a la vista. Sin embargo, se le da un toque
decididamente slapstick pasadísimo de vueltas, que deja claro que en esta
película (casi) todo vale, lleno de detalles tan ingeniosos como absurdos,
gracias a las bastardadas que se pueden mostrar sin miedo al tratarse de animación.
No
es más (ni menos) que una película de aventurillas para toda la familia, tal
como podemos encontrar muchos ejemplos recientes (Madagascar,
Kung-fu Panda) con
el extra de tener a los Addams como gancho extra para ser entretenido.
Disfrutable para los más pequeños y con un puntito (bien disimulado) para que
los papis recordemos a aquellos Addams de nuestra infancia.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 5.2
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