Ésta es una de las
pocas películas Marvel que se me escapó completamente del cine. Como ya he
comentado más de una vez, el Capitán América no ha sido nunca uno de mis
personajes favoritos, la primera película El
primer Vengador era una propuesta algo justita y recordaba el disgusto
con El Reino Oscuro,
por lo que no me interesé en exceso por ella. Fue tiempo después, cuando vi la
fama que estaba cogiendo por lo que decidí que tocaba ponerme al día. ¡Vaya
película me había perdido!
La organización
SHIELD está en uno de sus mejores momentos, expectante con el inminente
lanzamiento de tres “Helicarriers” gigantes que pueden permanecer en órbita de
manera indefinida mientras están dotados de tal cantidad de armas que prometen
dejar obsoleto cualquier estrategia de guerra previa. Supervisando el proceso
desde sus flamantes oficinas, están el director de SHIELD Nick Fury (Samuel L.
Jackson) y el senador Alexander Price (Robert Redford), protector de la
organización y cabeza visible del Consejo de Seguridad Nacional. Mientras
tanto, Steve Rogers busca su lugar en un tiempo que le es ajeno, consciente de
que no pertenece a este mundo. Sigue trabajando para SHIELD, gracias a su
enlace con la Viuda Negra (Scarlett Johansson), pero parece que nadie sabe qué
hacer con él. El rotundo fracaso en el lanzamiento de los Helicarriers hace
patente que alguien se ha infiltrado en la organización militar, lo que
obligará al Capitán América a ponerse el traje para averiguar quiénes son los
traidores que han posibilitado la catástrofe.
¡Qué película tan
diferente! El soldado de invierno
supone un soplo de aire fresco dentro de la franquicia, alejándose (ejem ejem)
de las acrobacias gratuitas típicas de las películas de súpers. Los hermanos
Russo, que luego han ostentado el liderazgo de la franquicia, debutaron en el
MCU con esta estupenda película de espías a la antigua usanza, muy seria y sin
asomo de los infantilismos que estamos acostumbrados a ver.
Se trata de una
película que se aleja (ejem) de las acrobacias típicas de súpers, sin asomo de chorraditas, que te brinda una seria película de espías de lo más estupenda. De
la imaginería de los cómics se aprovecha a la organización Hydra para hacer un
paralelismo con la guerra fría y sumirnos en un bonito estado de genuina paranoia,
en el que se hace difícil saber quién maneja los hilos de quién y quienes, más
allá del escudado personaje, no tienen buenas intenciones. Desde un punto de
vista del Universo Marvel, es una película que añade trasfondo importante a una
de las figuras centrales de la franquicia que, además, es una película como
Dios manda, en vez de una sucesión de fuegos artificiales y oohs y aahs para
los fans. De hecho, ya le gustaría a James Bond poder firmar películas tan redondas
como éstas.
El concepto de la
película parte del cómic de mismo nombre que hace no mucho tiempo reseñé.
Sin embargo, no es que se parezca demasiado, ni en planteamiento, ni en
desarrollo. Solamente se mantiene el concepto de Bucky y el desenlace de la
propia película, ambos calcados de las estupendas viñetas de Brubaker. Esto no
impide que se mantenga (y mucho) el espíritu del cómic en cuestión. Se nota que
los guionistas lo han leído con cariño, adaptando con mucho respeto, dejando un
buen puñado de pildoritas (como la aparición de Zola) para que el fan entendido
se regocije en ello sin por ello hacerse extraño (en lo más mínimo) para los
profanos.
Quizás porque aquí
tienen una película para ellos y el guión les da una profundidad más allá de
hacer el saltimbanqui, tanto Scarlett Johansson como Chris Evans parecen mucho
más cómodos en sus mallas. Dan lustre al personaje, mucho más metidos en sus
papeles y conscientes de todos los matices que deben mostrar para que el
Capitán América y la Viuda Negra funcionen como personajes, incluso para los
que desconocen el trasfondo. Por su parte, Samuel L. Jackson se mueve en su
salsa y roba (como siempre) cada escena en la que aparece, desbordando
putoamismo por los cuatro costados. Es el rey del cotarro y se nota.
Esta película supuso un chorro de agua fresca al tono que tenía la franquicia. Después del exitazo de Los Vengadores, las dos películas siguientes fueron bastante flojillas (Iron Man III y Thor: El mundo oscuro) y relativamente similares. Se necesitaba tocar algunas teclas para dar una sensación de diferencia, de que se podían hacer películas buenas con los súpers. Ahí entraron los Hermanos Russo, en su primera película de gran presupuesto, para romper con lo establecido y hacer esta película de ritmo frenético, tensión bien conseguida y una acción espectacular que no cuesta nada seguir, siempre al servicio de la historia y no al revés.
A ello contribuyen
unos efectos especiales inesperadamente físicos para los estándares del cine
actual y una música que sabe acompañar cada escena de manera notable. Si acaso,
se le echaría en falta un tema reconocible para alguno de los personajes a modo
de leit-motiv, un mal que se puede achacar a todo el MCU.
En resumen, El soldado de invierno es una notable
película de espías a la antigua usanza de lo más inesperada, que adapta
libremente el cómic original, captando la esencia del personaje. Se debe destacar el mérito de no funcionar
como un sacacuartos y atraverse innovar dentro del MCU, constituyendo una
película perfectamente disfrutable por sí misma (incluso para los más
profanos).
Nota: 8
Nota filmaffinity: 6.6
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