Guillermo del Toro es un director que me agrada. Sus
películas son fácilmente reconocibles y desbordan imaginación, sabe dotar a su
puesta en escena de poderío visual, contribuyendo a poblar nuestras pesadillas
con imágenes malignamente bellas, como deliciosos cuentos terroríficos.
Conociendo lo que me gustaban sus guiones, no me lo pensé lo más mínimo cuando
apareció este libro, comprándolo sin mirar y sin pasar por casilla de salida y
cobrar 20.000. Y bueno, es ahora, con un poco de retraso con que lo leo. Cosas
que pasan.
Título: Nocturna
Autor: Guillermo del Toro, Chuck Hogan
Título original: The strain (La cepa)
Traducción: Santiago Ochoa
“Un avión
procedente de Berlín aterriza en Nueva York. Sin embargo, algo no funciona bien
desde el momento en que toma tierra. Todas las luces del avión están apagadas,
nadie responde a las llamadas de la torre de control, nadie contesta a los
teléfonos móviles. Parece como si el avión estuviese muerto…
Lo que al
principio se considera un virus muy contagioso pronto se revela como algo
aterrador. Los infectados tienen mucha sed y sólo quieren beber…
sangre. La epidemia se propaga a una velocidad de vértigo, y en pocos días toda
la isla de Manhattan está invadida. Pero esto no ha hecho más que comenzar. Hay
un plan siniestro para conquistar rápidamente todo el planeta.
Los viejos
vampiros han regresado. La lucha entre el bien y el mal vuelve a encarnarse en
estas criaturas tan antiguas como actuales. La desigual lucha entre estos seres
sobrenaturales y un valiente grupo de héroes humanos nos arrastra a una
historia llena de acción, alianzas, traiciones y batallas que nos hace
reflexionar sobre la condición humana, en la mejor tradición de las películas
de su autor, Guillermo del Toro.”
El primer punto que no tuve en cuenta al empezar este
libro es que se trata de una novela de TERROR. Aquí los personajes lo van a
pasar mal y lo que quien los autores es hacerte sufrir un poco. Los hechos que
se narran son MUY brutos y a la que te pille con el pie cambiado, se puede
hacer desagradable. Obviamente, aléjense de ella los estómagos sensibles, pues
aquí hay carnaza a porrillo.
Las primeras páginas son un verdadero torbellino. Pasan
miles de cosas en un planteamiento original, que capta tu interés y te obliga a
seguir leyendo. Se realiza un inusual acercamiento al vampirismo lejos de
cualquier tipo de magia, sino como una enfermedad a erradicar, en una
aproximación cientifista, dando buen uso a los métodos médicos de contención y
control de plagas.
Lástima que después desbarre en el resto de aspectos.
Pasado este primer planteamiento en que se deja claro que la magia no tiene
cabida y el folklore es un simple mito, decides tirar tu coherencia a la basura
en un mata mata simplón lleno de espadas de plata y parafernalia similar sin
razón alguna. No es sólo que la supuesta plaga pase de una pesadilla fuera de
control a un pequeño asunto de una madriguera bien surtida, es que los vampiros
pasan de ser todopoderosos a morir con
un soplido por puras necesidades de guión, con capacidades que vienen y van
según toca. Tan pronto son incapaces de controlar su sed, como secuestran a
alguna dama en apuros y la mantienen una semana sin comérsela. Lo dicho,
incoherencias por todas partes que echan por tierra un inicio bien molón, pues
provocan que lo que estés leyendo ni se disfrute ni tenga sentido.
Además, los personajes son completamente planos. Leyendo
cuesta distinguir lo que hacen y dicen el médico protagonista (Ephrain
Goodweather), el anciano
cazavampiros Van Helsing Abraham Setrakian o el exterminador de ratas Vasily Fet. Ninguno de ellos tiene el más minimo atisbo de personalidad o
característica diferenciada, no siendo otra cosa que nombres que hacen cosas
para avanzar en la trama. Además, tan pronto están destrozados por una pelea
como se ponen a saltar muros como nada de una página a otra. No
entro en detalles de los dos personajes femeninos, simples mujeres en nevera
para hacer avanzar la trama (un poco vergonzoso).
La personalidad de los vampiros también se mantiene o no
según convenga en la trama, de la misma manera que la transmisión de la
enfermedad, que va y viene, no se te explica cómo ocurre, pero que todos los
personajes parecen conocer. En ese sentido, me parece curioso comprobar cómo el
libro tan pronto gasta dos páginas en explicarte el protocolo de aterrizaje de
un avión, la forma en que las ratas expanden sus territorios o se forja una
armadura de latón, para luego no explicarte cómo se mata un vampiro o qué son
esos gusanos que aparecen.
El
desarrollo del guión es conducido únicamente por las necesidades del autor, no
por los actos de los personajes. No voy a chafar algunos giros – si es que se
pueden considerar como tal – diciéndolos aquí, pero basta decir que se producen
tal cantidad de coincidencias imposibles en cuatro días que sería más probable
ganar cuatro veces seguidas el Euromillón.
La de vejes que he puesto los ojos en blanco viendo las estúpidas
decisiones de los personajes, que no hacen otra cosa que meterse en líos cada
vez más gordos y menos verosímiles.
No es que requiera un poco de suspensión de la
incredulidad, sino que apagues casi todas tus neuronas. Soy consciente de que
se trata de una novela de vampiros (o de zombies, dependiendo de tus
puntillosidades), pero agradezco que se mantenga cierta coherencia. No me gusta
que un vampiro sea capaz de lanzarte con velocidad sobrehumana más de diez
metros para luego ser contenido por un simple codo en el cuello. No me gusta
que un Señor de los Vampiros de varios siglos de edad mantenga una vendetta
personal con un humano que apenas ha importunado sus planes. Insisto, no me
gusta que un Señor de los Vampiros se entretenga en explicar sus planes a una
presa que no es más que un animal para él (lo recalca con ganas). ¿Quién hace
eso? Ningún Señor de los Vampiros que conozca, tenedlo por seguro.
Parece totalmente que se ha escrito a retazos por los dos
autores sin que se hayan puesto muy de
acuerdo. Luego se han limitado a coser un poco todo y no se han molestado lo
más mínimo en repasar la coherencia. Quizás no se trata más que una de las
pruebas de guión previa a la serie del mismo nombre, que luego se ha publicado
para aprovechar el tirón de la misma. No sé si será eso o que a partir del
concepto inicial, luego se contrató a un colaborador para novelizarlo y para
adelante como si no hubiera un mañana.
Lo
único que me hace gracia de las últimas 400 páginas es que los personajes
conocen el concepto del vampiro así de buenas a primeras, como parte de nuestra
cultura general, algo inusual en las propuestas del género. Y bueno, la
niña-vampiro, qué cosa más bruta.
Lo
que más me apena de este libro es que después de un inicio de lo más prometedor
y enfermizo, se desarolla hundiéndose más y más en el ridículo más espantoso.
Hay tantos cambios de tono y de vocabulario que estoy seguro de que el
traductor habrá pasado un mal rato con este libro. El final es también un
despropósito de los que hacen época, como no podía ser de otra manera, creado
única y exclusivamente porque debe haber dos entregas más y te tienen que dejar
con ganas (ejem ejem) de más. Totalmente des-recomendado. Con decir que
disfruté bastante más de Crepúsculo creo que ya queda todo dicho.
Nota:
1
Nota
goodreads: 3.78/5
No hay comentarios:
Publicar un comentario