Cuando era apenas un mocoso, flipé como todos con
Terminator 2. Obviamente no la vi en el cine, sino algo después en vídeo.
Casualmente, a los pocos días estrenaron esta película. Maravillado como estaba
con Chuache, exigí “un poquito” a mis padres que fuéramos a verla. En mi
ingenuidad infantil, creía que si estaba Chuache, tenía que molar. Y no me
gustó nada. Tanto que durante muchos años no he querido ni acercarme a ella.
Con el tiempo, me han insistido en lo reivindicable que es, que debía darla una
nueva oportunidad. Y bueno, algún día tenía que decidirme.
Después de verla de nuevo, entiendo por fin los motivos
que hay para reivindicarla, pero también comprendo a la perfección por qué no
me gustó en su momento y porqué era muy difícil que lo hiciera.
Si algo destaca de El
último gran héroe es el amor por el cine que hay en ella. Realiza un
sentido homenaje al cine de acción ochentero, cumpliendo el sueño que podría
tener cualquier niño de la época: Entrar dentro de la película para conocer a
tu héroe favorito. Es lo que le ocurre al juvenil protagonista del film. Danny
es un auténtico devorador de películas que se ve arrojado dentro de los films
de Jack Slater. Como nada en esta vida es fácil, tendrá que aplicar todos los
trucos que ha aprendido en el cine para resolver el caso y salvar a su querida
estrella.
McTiernan, en un ejercicio de desvergüenza, pervierte las reglas del montón de películas de acción que ha dirigido (de las que tantas veces hemos cuestionado su particular lógica…) y las traslada a un mundo “real”. En él, estas particularidades son válidas, consideradas como normales, pues son la pura realidad. Al mismo tiempo, la presencia de Danny nos recuerda nuestra lógica, remarcando la absurdez en que se mueve el mundo de Slater. Esta pequeña gamberrada hila algunos puntos con bastante mala leche, especialmente con un Chuache de lo más autoparódico. Sus chascarrillos y sus caretos son canela fina, especialmente el cameo que tiene consigo mismo.
No podían faltar unas estupendas escenas de acción con el
sello de los McTiernan de toda la vida. Se demuestra que podemos tener toñas y
disparos de lo más fantasma sin necesidad de artificios extraños ni cámaras
girando a toda velocidad. Sólo con un poco de cabeza, un poco de mimo artesanal
y buen cuidado con las coreografías de combate. Como buen homenaje al cine
ochentero, se nota que se ha puesto cuidado en que esto quede bien.
Además, se permite arrear un par de guantazos bien dados
al mundo real. En este mundo, los malos pueden ganar. En este mundo, los héroes de acción no
existen. En este mundo, casi todos son egoístas y la miseria campa a sus
anchas. Toma ya, ahí bien metidito.
Con todos estos mimbres, ¿cómo es posible que no me
gustara? Pues porque la película tiene unos defectos de lo más exagerado. Más
allá del carisma que el Chuache es capaz de aportar, la película no tiene
ningún sentido. El guión hace aguas por todos lados con un desarrollo que
consiste en los desvaríos que se le iban ocurriendo al guionista. Se vive en un
continuo Deus Ex Machina que enlaza
burrada tras burrada sin ningún orden. Aunque los instantes de inspiración son
sublimes (las tías buenas, el alquitrán, la grúa…), las fumadas se llegan a
hacer intragables en casi toda la película (los minutos del comisario, Bigotón,
el ladrón del inicio…). Además, se produce
el mismo efecto que Super Mario Bros,
tiene niño y parece apelar al público infantil, pero luego es bastante adulta y
sus chistes presentan muchos dobles sentidos y guiños de dudoso gusto que no
siempre son fáciles de captar. Al final, es demasiado seria para los pequeños y
demasiado chorra para los grandes.
Para
rematar, el trabajo de los actores es de lo más vergonzoso. Son perfectamente
conscientes de que están rodando una gigantesca chorrada y actúan en
consecuencia. Vamos, normal que de pequeño no me gustara nada. Vaya bajón que
fue después de la redondísima Terminator 2.
Coge
cositas del cine fantástico, tiene toques de ciencia-ficción, apuesta
decididamente por la comedia, pero tiene un montón de acción. Todo ello se
arrejunta sin molestarse mucho en buscar equilibro, con lo que el poti-poti
resultante es un engendro que uno no sabe por dónde coger. Ahora ya más maduro,
he podido apreciar sus valores y reconozco que tiene cosas que destacar, con
una idea de lo más original que se traslada bien a la pantalla. Sabe ser
diferente y se nota que pone cariño al homenajear al cine de acción ochentero.
Sin embargo, sus errores son tan graves que cuesta motivarse para defender la
película con ahínco.
Nota: 5
Nota filmaffinity: 5.3
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