¡Ei! Tienes que conocer a este colega que vive en la granja, porqué es muy molón y adorable. Es el rey del establo y cuando hay jaleo en el prado, es el que mantiene a los suyos en el lío. Deberían poner una placa que conmemore todas sus aventuras: Para la oveja Shaun. Pues él es la oveja Shaun, que se burla de todos los que no pueden balar. Tenedlo en cuenta, no hay otro como él. ¡Oh, la vida es diversión con la oveja Shaun! No se pierde una ni se queda atrás. ¡Quizás algun día encontraréis la manera de venir a conocer a la oveja Shaun!
Cualquiera que conozca la
veterana serie
de Aardman puede temer que la película no sea más que un capítulo de la serie
estirado para llegar a los 70 minutos. Todo el que disfrutó de Wallace y Grommit
sabrá que lo que estos británicos nos traen no es menos que un capítulo de 70
minutos de diversión con Shaun.
Tal como si
Shaun sospechara que la rutinaria vida en la granja, con sus horarios marcados,
sus desplazamientos repetitivos y su día a día con variaciones menores no fuera
suficiente para llenar setenta minutos de metraje, decide dormir a su amo –con
una técnica infalible- y encerrarlo en su vieja caravana para tener un fin de
semana de puro placer ovino. La mala suerte querrá que su miope granjero acabe
siendo enviado a la Gran Ciudad. Para Shaun, Bitzer (el perro) y sus compañeros
no quedará otra que adentrarse en las calles de la metrópoli para rescatarlo, a
merced de la salvaje civilización y bajo la furia de su representante más
terrorífico: Trumper, el responsable de los animales sueltos, un Van Pelt
obsesionado con acabar con todo animal que circula sin su amo.
No es un argumento original, pero
se desarrolla con habilidad convirtiéndose en el inicio de un periplo tan
hilarante como trepidante, lleno de guiños ingeniosos y desbordante de un humor
decididamente puntiagudo. Es Aardman en estado puro: Una inventiva increíble en la puesta
en escena, unos personajes expresivos como pocos (a pesar de que sólo pueden
balar), unos bellos decorados fabricados a mano, una banda sonora la mar de
aprovechable y multitud de detalles escondidos que pueblan cada rincón de la
pantalla. ¿Dónde acaba la claymation y empieza el CGI? Dificil decirlo…
Teníamos ganas de ver que nos
ofrecerían los virtuosos estudios británicos después de Piratas! y de Wallace y
Grommit y a fe mía que no nos ha defraudado. Shaun y sus compañeros desbordan
carisma, se adueñan de la escena y la pueblan de multitud de gags visuales,
toques de slapstick y un puen puñado de detalles absurdos que te dejan la
sonrisa bien fijada. ¡Incluso consiguen que un chiste de pedos y eructos acabe
siendo gracioso (sólo uno de ellos)! En ningún momento se adentra en terrenos
pantanosos, buscando un tono deliberadamente ligero y bienintencionado, con
multitud de referencias entre las que destacan guiños a Cadena Perpetua,
El Silencio de
los Corderos o Terminator. La
falta de diálogos puede asustar a más de uno, pero murmullos y balidos son más
que suficientes para hacerse entender. Puede hacerse algo
extraño para los profanos de la serie, pero fácilmente subsanable tras cinco
minutos de carcajadas.
Hay que reconocer que antes de
empezar el clímax final, la trama pasa por unos minutos de bajón en que se
ponen empalagosos, pero es un mal necesario para que la película tenga algún
sentido y no se conviertan en una sucesión de chistes sin sentido. Este espacio se aprovecha
también para que los profanos a la serie puedan conocer a unos personajes con
mucho más desarrollo del que esperaríamos ver en la mayoría de éxitos de taquilla
y no sean unas ovejas tan anónimas.
La oveja
Shaun no te hará reflexionar profundamente sobre el sentido de la vida, pero a
buen seguro te divertirá sobremanera. Una más que bienvenida dosis de aventuras
gamberrillas servida por el habitual y delicioso dominio de la claymation y
aderezada con el humor desenfadado marca de la casa. Perfecta
para los pequeños y para los que aún son jóvenes de corazón. ¡Beeee!!
Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.0
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